74. Yo soy tu cómplice

Escuchó a la chica mencionar algo de unas escaleras, sin embargo, esto parecía un baño muy normal.

Emma miró en todas las áreas, incluso en las letrinas, pero nada.

De repente, la puerta de lo que debería ser un cuartito de materiales de aseo le llamó la atención.

Estaba discreta en una esquina y Emma fue abrirla.

En todo este tiempo no dejaba de mirar nerviosa a la puerta de entrada.

Tomó el picaporte y abrió sin pensarlo mucho, ¡ahí estaban las escaleras!

Bajaban al piso inferior y Emma, tomando un largo respiro, decidió seguir haciendo locuras si ya había llegado hasta aquí.

Cerró la puerta detrás de ella y comenzó a bajar fijándose en no tropezarse con los estrechos escalones solo alumbrados por unas luces de neón en rojo.

Se sentía medio claustrofóbica estas escaleras encerradas en dos paredes, pero Emma descendió a un rellano y luego, siguió bajando, otro rellano de descanso más y la escalera se volvía a torcer para bajar.

Era como la escalera de emergencia de los edificios. ¿
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