El teléfono de Steve había comenzado a vibrar dentro del bolsillo de su saco, pero él no tuvo de tiempo de atenderlo, porque ahora mismo, estaba entrando a la habitación del hospital donde su padre agonizaba.Sabía que este momento llegaría algún día, pero a pesar de todo, se sentía sofocado y triste. Su padre era la única familia cercana que le quedaba, porque para él, su medio hermano era algo así como un desconocido.Cuando muriera, se quedaría completamente huérfano.— Steve, no frunzas tanto el ceño o parecerás un viejo amargado, como yo— escuchó la voz débil del hombre que se consumía en la cama.Steve tragó y camino hasta sentarse en la silla a su lado.— Padre, ¿cómo te sientes?— ¿En serio me vas a hacer esa pregunta? – Augusto se permitió sonreír, qué más daba aparentar fortaleza, ya para qué— Me estoy muriendo y me siento fatal, para qué decirte otra cosa.— Padre…— Steve. Te he llamado aquí, hijo, porque el tiempo se me acaba – Augusto suspiró entrando en el tema. — La
Emma salió del hospital, luego de la conversación con el hombre que había salvado y le había hecho la proposición más increíble de la vida.Tan increíble, que incluso dudaba de que la estuviesen engañando.Ella no conocía de nada al señor Víktor, ¿en serio le ofrecía una oportunidad tan mágica?Se sentó en el banco de un parque desierto y se quedó mirando a la nada, ¿qué haría con su vida?Tenía dos opciones delante de ella, seguir siendo Emma la patética y lamentable, siempre llorando por las esquinas al querer defender a su hombre y a su hijo, sin embargo, ser tan poca cosa que ni siquiera podía decir a los cuatro vientos que era la madre de Gabriel.O convertirse en una leona y proteger a sus seres queridos sin miedo y con poder. La imagen de la Srta. Regio, al lado de Steve, pasó por su mente.Emma quería verse así al lado de él.De igual a igual y no como la pobre muerta de hambre que siempre sería si las cosas seguían así.Apretó los puños y una decisión se tomó en su corazón.
— Sabía que era una decisión que no te gustaría, pero ya la tomé. Siempre me pediste que esperara por ti, que confiara en ti y lo hice, lo hice hasta estas consecuencias horribles.— Ahora soy yo, la que te pide un voto de confianza. No te estoy abandonando, solo quiero salir y expandir mis alas, quiero ser alguien que te pueda ayudar, también ser tu escudo.— ¿Y crees que siendo asistente personal de un millonario lograrás eso? ¿De qué manera me puedes ayudar así? – Steve se giró para enfrentarla con fuego en sus ojos. — Al menos aprenderé a comportarme para que no te avergüences de mí, a vestirme para que no vengan unas señoras ricas a reírse de tu mujer y humillarla.— Ya estoy cansada de ser la damisela en peligro Steve, yo también, quiero poderme defender, aunque tú no estés presente.— ¿Y nuestro hijo? ¿A él también lo vas a abandonar para irte en tu viaje de emancipación por un año?— Claro que no, hablé con el abogado del Sr. Víktor, ahora que tenemos la custodia compartida,
Estaba dispuesto a darlo todo por ella, pero en una cosa Emma tenía razón, nunca sabría cómo ella se sentía, porque él siempre había estado en el lado superior y ella era la humillada y perjudicada.Al final, las diferencias, eran demasiadas. Sin embargo, esta decisión de Emma, para él, era un abandono en toda regla. Él luchaba contra el mundo por su amor y ella, lo estaba entregando en bandeja de plata a otra mujer.Era obvio, quien amaba más aquí.— Steve, por favor, te lo suplico, no quiero que nos separemos así. A los seis meses, te hablaré para buscar a Gabriel.Emma miró a la ancha espalda del hombre que más amaba en toda su vida y ya salía al pasillo lúgubre de su piso.— No te lo daré y es mi última palabra, que logres todo lo que quieras y no me llames, porque para mí, Emma Green ya murió en este mundo y no existe— y con la misma salió de ese sitio, que le había traído, de los peores recuerdos de su vida.Emma se quedó en su lugar apretando los puños hasta encajarse las uña
Leo miró su reloj sentado en la consulta, ya era hora de que trajeran al niño de Steve para hacerse su chequeo mensual.Debido a que nació un poco prematuro y en un parto difícil, Steve lo llevaba de manera periódica a hacerse análisis de rutina.Solo que últimamente, no era Steve ni la nana los que venían con él, sino la Srta. Amaia, justo como ahora.— Hola, Srta. Amaia, pase adelante – Leo indicó a enfermera que la dejara pasar con el cochecito de Gabriel — ¿Cómo ha estado este caballero?Enseguida cargó al bebé, que lo conocía, y comenzó a intentar interactuar con Leo, tocándolo con sus manitas.Era un niño hermoso, gordito, rosadito y se notaba el cuidado esmerado que le daban.— Gabriel está bien, solo que últimamente lo noto como medio resfriado.— Anoche tosió un poco y su naricita estaba tapada, ¿cree que debería darle vitamina o algo así? – Amaia comenzó a explicarle con preocupación.— ¿Anoche? ¿Se lo comentó la nana? – Leo le preguntó mirando a de cerca al sonriente Gabri
Un fuego de ira se encendió en su interior, recordando cómo, al final, Steve le había negado el pasar tiempo con su hijo esos 6 meses que le correspondían.Él hizo lo que prometió, no importa si incluso el abogado comenzó un proceso en la corte, esos casos donde los padres no se ponían de acuerdo, demoraban su tiempo.Steve tenía estabilidad y siempre había estado con el bebé.Emma vivía en otro país y aunque mostró todas las pruebas de que podía hacerse cargo de su hijo, no sabía si Steve había estado pagando de este lado, pero el año pasó y nada de que pudiese estar con Gabriel.Incluso vino a buscarlo en persona y no pudo pasar de la reja de la hacienda, ni ver al magnate Brown.Víktor enfermó de gravedad y ella tuvo que hacerse cargo de todo lo que prometió, a cambio de lo que tenía ahora.Había sacrificado un año de estar con su hijo, pero nunca más. Nadie, la iba a separar de su Gabriel, jamás.— Gracias, doctor, usted no sabe el favor que me ha hecho, por un momento pensé que s
Steve se sentía como la mierd4, pero igual aquí volvía de nuevo a caer en lo mismo.Al paso que iba, de alcohólicos anónimos, nadie lo libraba.Sabía que tenía que parar, sin embargo, ya los tragos de vodka no le parecían lo suficientemente fuertes, como para caer noqueado y no pensar.Ayer, en la noche, había llegado al punto de quedarse borracho perdido en un bar y Héctor tuvo que sacarle una habitación en el Hotel donde estaba el bar, para pasar la mona y al otro día, regresar al trabajo.Ni siquiera pudo acompañar a Gabriel al médico y tuvo que pedirle el favor a Amaia, que se había quedado, según el mayordomo, a cuidar al bebé.Steve sabía que solo se había quedado a esperarlo.Ya no sabía qué hacer para quitársela de encima, toda su seducción y pegajosidad, solo le revolvían el estómago.Amaia era una mujer hermosa, pero no era su tipo, en realidad él ya no tenía ni tipo, porque pensar en mujeres solo lo hacía pensar en traición.Vertió otra línea en el vaso y se quedó mirando a
Emma esperaba tomándose un café en la terraza interior del Luxury Hotel, mientras su secretario le sacaba la habitación.En específico, la 310, justo la que Víktor había ocupado hace más de un año atrás.Era increíble lo que el dinero podía lograr.Desde que puso un pie en este lujoso hotel, las mismas mujeres y trabajadores, que antes eran sus colegas y la miraron como escoria, cuando fue falsamente acusada, ahora se desvivían por servirle y alagarla.Nadie se imaginaba que esta refinada mujer que destilaba dinero por todos lados, era la insignificante Emma, camarera por menos de una semana, en este mismo hotel.— Sra. ya está todo listo – Vladímir se acercó con la tarjeta electrónica en la mano.— ¿Te aseguraste de que la persona que quería ver, estuviese trabajando? – Emma lo miró desde su asiento.— Sí, ella está de guardia hoy— ¿Y la otra camarera? ¿Aylin?— No está hoy, pero en la mañana comienza su turno.— Bien, vamos entonces – y se levantó con firmeza, con sus altos zapatos