— Sabía que era una decisión que no te gustaría, pero ya la tomé. Siempre me pediste que esperara por ti, que confiara en ti y lo hice, lo hice hasta estas consecuencias horribles.— Ahora soy yo, la que te pide un voto de confianza. No te estoy abandonando, solo quiero salir y expandir mis alas, quiero ser alguien que te pueda ayudar, también ser tu escudo.— ¿Y crees que siendo asistente personal de un millonario lograrás eso? ¿De qué manera me puedes ayudar así? – Steve se giró para enfrentarla con fuego en sus ojos. — Al menos aprenderé a comportarme para que no te avergüences de mí, a vestirme para que no vengan unas señoras ricas a reírse de tu mujer y humillarla.— Ya estoy cansada de ser la damisela en peligro Steve, yo también, quiero poderme defender, aunque tú no estés presente.— ¿Y nuestro hijo? ¿A él también lo vas a abandonar para irte en tu viaje de emancipación por un año?— Claro que no, hablé con el abogado del Sr. Víktor, ahora que tenemos la custodia compartida,
Estaba dispuesto a darlo todo por ella, pero en una cosa Emma tenía razón, nunca sabría cómo ella se sentía, porque él siempre había estado en el lado superior y ella era la humillada y perjudicada.Al final, las diferencias, eran demasiadas. Sin embargo, esta decisión de Emma, para él, era un abandono en toda regla. Él luchaba contra el mundo por su amor y ella, lo estaba entregando en bandeja de plata a otra mujer.Era obvio, quien amaba más aquí.— Steve, por favor, te lo suplico, no quiero que nos separemos así. A los seis meses, te hablaré para buscar a Gabriel.Emma miró a la ancha espalda del hombre que más amaba en toda su vida y ya salía al pasillo lúgubre de su piso.— No te lo daré y es mi última palabra, que logres todo lo que quieras y no me llames, porque para mí, Emma Green ya murió en este mundo y no existe— y con la misma salió de ese sitio, que le había traído, de los peores recuerdos de su vida.Emma se quedó en su lugar apretando los puños hasta encajarse las uña
Leo miró su reloj sentado en la consulta, ya era hora de que trajeran al niño de Steve para hacerse su chequeo mensual.Debido a que nació un poco prematuro y en un parto difícil, Steve lo llevaba de manera periódica a hacerse análisis de rutina.Solo que últimamente, no era Steve ni la nana los que venían con él, sino la Srta. Amaia, justo como ahora.— Hola, Srta. Amaia, pase adelante – Leo indicó a enfermera que la dejara pasar con el cochecito de Gabriel — ¿Cómo ha estado este caballero?Enseguida cargó al bebé, que lo conocía, y comenzó a intentar interactuar con Leo, tocándolo con sus manitas.Era un niño hermoso, gordito, rosadito y se notaba el cuidado esmerado que le daban.— Gabriel está bien, solo que últimamente lo noto como medio resfriado.— Anoche tosió un poco y su naricita estaba tapada, ¿cree que debería darle vitamina o algo así? – Amaia comenzó a explicarle con preocupación.— ¿Anoche? ¿Se lo comentó la nana? – Leo le preguntó mirando a de cerca al sonriente Gabri
Un fuego de ira se encendió en su interior, recordando cómo, al final, Steve le había negado el pasar tiempo con su hijo esos 6 meses que le correspondían.Él hizo lo que prometió, no importa si incluso el abogado comenzó un proceso en la corte, esos casos donde los padres no se ponían de acuerdo, demoraban su tiempo.Steve tenía estabilidad y siempre había estado con el bebé.Emma vivía en otro país y aunque mostró todas las pruebas de que podía hacerse cargo de su hijo, no sabía si Steve había estado pagando de este lado, pero el año pasó y nada de que pudiese estar con Gabriel.Incluso vino a buscarlo en persona y no pudo pasar de la reja de la hacienda, ni ver al magnate Brown.Víktor enfermó de gravedad y ella tuvo que hacerse cargo de todo lo que prometió, a cambio de lo que tenía ahora.Había sacrificado un año de estar con su hijo, pero nunca más. Nadie, la iba a separar de su Gabriel, jamás.— Gracias, doctor, usted no sabe el favor que me ha hecho, por un momento pensé que s
Steve se sentía como la mierd4, pero igual aquí volvía de nuevo a caer en lo mismo.Al paso que iba, de alcohólicos anónimos, nadie lo libraba.Sabía que tenía que parar, sin embargo, ya los tragos de vodka no le parecían lo suficientemente fuertes, como para caer noqueado y no pensar.Ayer, en la noche, había llegado al punto de quedarse borracho perdido en un bar y Héctor tuvo que sacarle una habitación en el Hotel donde estaba el bar, para pasar la mona y al otro día, regresar al trabajo.Ni siquiera pudo acompañar a Gabriel al médico y tuvo que pedirle el favor a Amaia, que se había quedado, según el mayordomo, a cuidar al bebé.Steve sabía que solo se había quedado a esperarlo.Ya no sabía qué hacer para quitársela de encima, toda su seducción y pegajosidad, solo le revolvían el estómago.Amaia era una mujer hermosa, pero no era su tipo, en realidad él ya no tenía ni tipo, porque pensar en mujeres solo lo hacía pensar en traición.Vertió otra línea en el vaso y se quedó mirando a
Emma esperaba tomándose un café en la terraza interior del Luxury Hotel, mientras su secretario le sacaba la habitación.En específico, la 310, justo la que Víktor había ocupado hace más de un año atrás.Era increíble lo que el dinero podía lograr.Desde que puso un pie en este lujoso hotel, las mismas mujeres y trabajadores, que antes eran sus colegas y la miraron como escoria, cuando fue falsamente acusada, ahora se desvivían por servirle y alagarla.Nadie se imaginaba que esta refinada mujer que destilaba dinero por todos lados, era la insignificante Emma, camarera por menos de una semana, en este mismo hotel.— Sra. ya está todo listo – Vladímir se acercó con la tarjeta electrónica en la mano.— ¿Te aseguraste de que la persona que quería ver, estuviese trabajando? – Emma lo miró desde su asiento.— Sí, ella está de guardia hoy— ¿Y la otra camarera? ¿Aylin?— No está hoy, pero en la mañana comienza su turno.— Bien, vamos entonces – y se levantó con firmeza, con sus altos zapatos
Emma se dio su baño muy relajada, planificando en su mente todas las cosas importantes que debía hacer y a las personas que debía enfrentar.Había una en específico que cada vez que pasaba por su mente, y lo hacía bastante seguido, lograba que todo tipo de sentimientos se revolvieran en su interior.Sobre todo uno, llamado anhelo, que se empeñaba en hundir a fondo porque no lo necesitaba ni quería para nada.Salió, fue al enorme vestidor, se puso un vestido cómodo, pero que gritaba dinero por todos lados, miró las preparaciones que había hecho y caminó a la sala a disfrutar de su cena y de la cara de Marlene que gritaba “¡te quiero comer viva malnacida!”— Vaya, al final va a ser que de verdad no sale la mancha o quizás no frotaste lo suficiente – miró de manera despectiva hacia la alfombra, que sabía de sobra que no se iba a blanquear, aunque la doncella perdiera la mano en el proceso.— Emma… — casi ladró Marlene entre dientes, mirándola con odio desde el suelo.— ¿Perdón? ¿Cómo me
— Se… Señora, no sé qué tengo que ver yo con las cosas de su closet, ten…tengo mucho trabajo, ¿me puedo retirar? – Marlene tartamudeaba nerviosa.En eso, un toque en la puerta interrumpió la atmósfera tensa.— ¿Me mandó a buscar? – la jefa de doncellas entró y vio la cara en pánico de Marlene y ya se imaginaba que esa estúpida había vuelto a equivocarse, sin embargo, cuando giró la cabeza y vio a la huésped, su ímpetu vaciló y una mala premonición creció en su corazón.Pero ella no se encontraba al nivel de Marlene, si se había ganado su puesto, no era por dejarse impresionar tan fácilmente.— Jefa de las doncellas, la llamé porque quiero presentar una queja contra su personal – Emma, sentada, desde su posición de poder, señaló a Marlene con la cabeza.Ni siquiera se inmutó en saludar a la vieja jefa de doncellas. Aquí todos se reconocían y recordaban sus acciones pasadas.— Puedo saber, de qué se le acusa, ¿qué hizo para ofenderla? – le respondió con diplomacia.— Destrozó mi guarda