Las horas transcurrieron con normalidad y Joel había llegado ya a casa, Adele no había permitido que Thoma fuera por su hijo, estaba segura de que si había pasado algo, Thoma intentaría sobornar a su hijo para comprar su silencio. El mayor estaba sentado al frente de Adele y Joel, se notaba bastante nervioso ¿Por qué sería? Adele pensaba en las muchas cosas que Thoma podría haberle hecho a Joel para que el pequeño tuviera una cara tan larga.
—Joel ¿Qué es lo que pasó con papá? Y no te dejes convencer por los regalos, si él hizo algo malo lo regañaré— dijo la mayor rompiendo con el largo silencio que había inundado la habitación, al mismo tiempo, acariciaba la suave melena del niño.
—Anoche cuando estábamos
—Yo… Eh yo— tartamudeaba Adele, se sentía extraño, ella no tenía idea de lo que le estaba pasando en ese momento ni a qué se ocasionaba aquella sensación cálida «He de estar enloqueciendo, sí, esa es la razón»—Ahora… ¿Se te comió la lengua el ratón?— murmuró Thoma y soltó una risita —¿debo asumir que sientes lo mismo o amas a Federic?—No digas eso— respondió la menor escondiendo su rostro colorado en su pecho —no sé qué es exactamente lo que siento, estoy un poco confundida— sonrió algo frustrada —pero eso no…— Thoma la interrumpió una vez más.—Si no estás segura, e
La mirada de Adele se posó en su reloj, estaban treinta minutos más temprano de lo usual, quizá a causa de la emoción de darles a ellos la gran noticia. La chica aprovechaba este momento para poder recordar más acerca de lo que había pasado en el accidente, había cosas que no terminaban de organizarse en su cabeza y algunas otras que parecían no tener sentido o contradecirse las unas a las otras.—¡Mira! Allí viene Angie— anunció Thoma con una sonrisa sacando a la menor de sus pensamientos.«¿De qué manera podría tomar Angie la noticia?» se cuestionaba Adele mientras la veía acercarse, ella podría ser de ese tipo de personas a las que no les gusta recibir ayuda. A pesar de esto, el límite del contrato de permanencia que A
Joel aún estaba a la entrada, sacando las llaves que estaban debajo del conejo del jardín, luego de abrir la puerta regresó por su juguete que había dejado al lado del conejo gigante que tanto le gustaba. Sus padres lo observaban yendo detrás de él, pero sin advertirle que la casa estaba completamente desocupada. —¡Papi! ¡Mami!— gritó desde el interior y corría por todas las habitaciones. —¿Qué pasó Joel?— preguntó Adele con un dulce y sereno tono de voz. —Mami ¡Mis juguetes y libros desaparecieron!— lloriqueó el pequeño sin dejar de buscar. —¡Te lo dije! Joel no se preocuparía por las cosas de la comida, sino por sus libros y juguetes. Por tanto me debes un deseo— sentenció Thoma con una sonrisa satisfecha al haber vencido a Adele. —Adele…— susurró —¿Adele?— comenzó a sacudirla con delicadeza, más ella no respondía a ninguno de los estímulos que el mayor le daba.—Papi— llegó Joel asomando su cabecita por la puerta —¿Qué le pasó a mamá? ¿Está durmiendo?— preguntó acercándose más al lugar.—Mami no se siente bien, así que debemos llevarla con el doctor— explicó Thoma y le pidió a su pequeño que fuera por la cartera de la chica.Minutos después y gracias a la oportuna atención del médico, Adele se encontraba estable, el encargado, salió en busca de Thoma para informarle del estado de la menor.22. ¿Estrés?
Un par de minutos después, ellos estaban ya en casa observando la película que Joel había elegido, aunque la comida que Adele iba a preparar quedó a medias, bien había pensado comprar algo para la cena.—No creo que pollo frito con refresco sea una buena comida para alguien que termina de salir del hospital— se quejó un adormilado Thoma mientras observaba a Adele servir la cena.—Lo sé, pero si es para disminuir mis niveles de estrés ¿Qué podría servir mejor que comida chatarra y para nada saludable?— cuestionó la menor con una sonrisa de lado. Ella sabía perfectamente que su respuesta por un poco y carecía de lógica, pero también que Thoma preferiría no iniciar una amistosa discusión para saber qué era o n
—¿Debería continuar con mi historia?— Se preguntaba Adele mientras recogía algunos de los juguetes de Joel. Un enorme suspiró salió de su boca al recordar aquello que el médico les había recomendado «mantenerse en reposo» claro estaba que aunque estuviese a punto determinar aquella historia, esta era una de las que más energía absorbía de Adele —mejor haré otra cosa diferente, sin embargo ¿Qué podría hacer?A causa del aburrimiento y de la incapacidad de Adele de quedarse quieta a menos de que ella estuviera escribiendo. En ese caso serían sus dedos y su mente la que la llevarían a lugares lejanos y exóticos, lugares a los que nunca iría aún si se presentara la
—Vaya genio— bufó la menor observando a la puerta —ni que su pareja lo hubiera llamado con el nombre de uno de algún ex— rodó los ojos.La hora de recoger a Joel se aproximaba, era momento de que el desaparecido Thoma se abriera paso por la sala e interrumpiera el trabajo de Adele para ir en busca de su niño, cosa que no sucedió. La chica continuaba centrada en una historia totalmente empalagosa que le hacía desestresar y era que escribir se convertía en una buena forma de desestresarse a causa de la escritura, sonaba como un trabalenguas e incluso como un discurso difícil de comprender, sin embargo, Adele lo sabía a la perfección.—¿El sanitario se habrá tragado a este hombre?— murmuró al ver el reloj que colgaba al frente de ella, fal
Mientras el mayor intentaba recordar cómo se había hecho esa marca, la menor terminaba de vaciar su plato, mientras lo hacía resonar en la habitación. —Ni siquiera entiendo por qué estoy tan molesta— bufó —se supone que es un hombre libre— gruñó. La pantalla de su celular se encendió, revelando un mensaje de Angie: «Dentro de veinte minutos llego por mi niño, gracias una vez más por ayudarme, Adele» —Bueno, lo mejor será que vaya por los pequeños, ah, pero su padre— renegó rodando los ojos. Adele con pasos desganados se acercó a la puerta, al abrirla se encontraba un sonriente y enérgico Joel, el cual tenía un lindo dibujo en sus manos. —Mami ¡mira lo que te hice!— Exclamó enseñándole a la mayor su obra de