—Adele… ¡Espera!— exclamó mientras frenaba en seco —no hemos cerrado la puerta de casa— sonrió algo extrañado.
Adele lanzó un enorme suspiro ¿Cómo era posible que volviera a olvidar cerrar la puerta? Ella gozaba de buena memoria, pero, no cerrar la puerta se había convertido en una mala costumbre. Thoma aún sonriendo regresó a casa para cerrarla, mientras que Adele, lo esperaba en el mismo punto apoyando sus manos en la cadera.
—Pareces una viejita— se burló Thoma llegando a dónde ella se encontraba.
—Ahora sí ¡Vamos!— exclamó mientras lo arrastraba nuevamente en busca de Joel.
Llegaron al colegio, había much
Federic aún continuaba en el suelo retorciéndose de dolor—¿Estás bien?— preguntó una chica de apariencia jovial saliendo de una de las atracciones, en sus manos llevaba demasiados dulces.—No, el piso se sentía solito así que lo abracé— respondió el mayor de ambos mientras se levantaba sujetando su vientre.—Al parecer son más unidos de lo que llegué a imaginar—susurró algo frustrada la chica, llevó una de sus manos a su cabeza en tanto pensaba en algún plan para separarlos.—No sé por qué sigo tus juegos ¡Nuestros padres nos quitarían la herencia si se enteraran!— exclamó Federic
—Mamá, papá, dulces sueños si la hormiga los muerde ¡Me llaman y los salvo!— exclamó con una bella sonrisa en el rostro.—¡Claro que te llamaré mi precioso héroe!— respondió Adele en tanto le daba un beso en su frente y lo arropaba mejor con sus sábanas.—¿Para mí no hay uno?— preguntó Thoma de manera juguetona «¡¿pero este quién se cree?!» exclamó la menor en su mente, en tanto sonreía se acercó al mayor con la misma sonrisa que él le había dado, segundos después un fuerte golpe resonó en la habitación.—¡Oye!— exclamó adolorido, Joel estaba riendo a carcajadas.
Las horas transcurrieron con normalidad y Joel había llegado ya a casa, Adele no había permitido que Thoma fuera por su hijo, estaba segura de que si había pasado algo, Thoma intentaría sobornar a su hijo para comprar su silencio. El mayor estaba sentado al frente de Adele y Joel, se notaba bastante nervioso ¿Por qué sería? Adele pensaba en las muchas cosas que Thoma podría haberle hecho a Joel para que el pequeño tuviera una cara tan larga.—Joel ¿Qué es lo que pasó con papá? Y no te dejes convencer por los regalos, si él hizo algo malo lo regañaré— dijo la mayor rompiendo con el largo silencio que había inundado la habitación, al mismo tiempo, acariciaba la suave melena del niño.—Anoche cuando estábamos
—Yo… Eh yo— tartamudeaba Adele, se sentía extraño, ella no tenía idea de lo que le estaba pasando en ese momento ni a qué se ocasionaba aquella sensación cálida «He de estar enloqueciendo, sí, esa es la razón»—Ahora… ¿Se te comió la lengua el ratón?— murmuró Thoma y soltó una risita —¿debo asumir que sientes lo mismo o amas a Federic?—No digas eso— respondió la menor escondiendo su rostro colorado en su pecho —no sé qué es exactamente lo que siento, estoy un poco confundida— sonrió algo frustrada —pero eso no…— Thoma la interrumpió una vez más.—Si no estás segura, e
La mirada de Adele se posó en su reloj, estaban treinta minutos más temprano de lo usual, quizá a causa de la emoción de darles a ellos la gran noticia. La chica aprovechaba este momento para poder recordar más acerca de lo que había pasado en el accidente, había cosas que no terminaban de organizarse en su cabeza y algunas otras que parecían no tener sentido o contradecirse las unas a las otras.—¡Mira! Allí viene Angie— anunció Thoma con una sonrisa sacando a la menor de sus pensamientos.«¿De qué manera podría tomar Angie la noticia?» se cuestionaba Adele mientras la veía acercarse, ella podría ser de ese tipo de personas a las que no les gusta recibir ayuda. A pesar de esto, el límite del contrato de permanencia que A
Joel aún estaba a la entrada, sacando las llaves que estaban debajo del conejo del jardín, luego de abrir la puerta regresó por su juguete que había dejado al lado del conejo gigante que tanto le gustaba. Sus padres lo observaban yendo detrás de él, pero sin advertirle que la casa estaba completamente desocupada. —¡Papi! ¡Mami!— gritó desde el interior y corría por todas las habitaciones. —¿Qué pasó Joel?— preguntó Adele con un dulce y sereno tono de voz. —Mami ¡Mis juguetes y libros desaparecieron!— lloriqueó el pequeño sin dejar de buscar. —¡Te lo dije! Joel no se preocuparía por las cosas de la comida, sino por sus libros y juguetes. Por tanto me debes un deseo— sentenció Thoma con una sonrisa satisfecha al haber vencido a Adele. —Adele…— susurró —¿Adele?— comenzó a sacudirla con delicadeza, más ella no respondía a ninguno de los estímulos que el mayor le daba.—Papi— llegó Joel asomando su cabecita por la puerta —¿Qué le pasó a mamá? ¿Está durmiendo?— preguntó acercándose más al lugar.—Mami no se siente bien, así que debemos llevarla con el doctor— explicó Thoma y le pidió a su pequeño que fuera por la cartera de la chica.Minutos después y gracias a la oportuna atención del médico, Adele se encontraba estable, el encargado, salió en busca de Thoma para informarle del estado de la menor.22. ¿Estrés?
Un par de minutos después, ellos estaban ya en casa observando la película que Joel había elegido, aunque la comida que Adele iba a preparar quedó a medias, bien había pensado comprar algo para la cena.—No creo que pollo frito con refresco sea una buena comida para alguien que termina de salir del hospital— se quejó un adormilado Thoma mientras observaba a Adele servir la cena.—Lo sé, pero si es para disminuir mis niveles de estrés ¿Qué podría servir mejor que comida chatarra y para nada saludable?— cuestionó la menor con una sonrisa de lado. Ella sabía perfectamente que su respuesta por un poco y carecía de lógica, pero también que Thoma preferiría no iniciar una amistosa discusión para saber qué era o n