CINCUENTA Y UNO

Por muy mal que me sentía, por muy decepcionado que me dejó Lauren, no podía dejar de amarla, no podía evitar sentirme feliz porque fuera solo una pesadilla, aunque esto me haya pasado factura.

—Amir, estuve pensado que por el momento es mejor que tu padre no sepa nada del embarazo de tu esposa.

—¿Por qué, madre?

—Solo haz lo que te digo, ¿Si?

—Solo unos días, debe de saber que por muy enojado que esté conmigo, Lauren es mi esposa.

—Vaya, aquí estáis reunidos, la madre con el hijo— la voz de mi padre se hace presente.

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