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La habitación era demasiado oscura, demasiado tranquila y estaba demasiado vacía.

Edmond encendió la televisión para proporcionar iluminación y el ruido de las interferencias, pensando que le ayudaría dormir. Pero tan pronto como pasó por algunos canales, Edmond se encontró cara a cara con una película pornográfica. Sin embargo, la visión de una rubia artificial metiéndose profundamente en su garganta a un hombre en medio de un restaurante atestado de gente le pareció demasiado absurda a Edmond como para verla. Apagó el televisor y trató una vez más dormir.

Sin embargo, en cuanto cerró los ojos, imágenes de cálidos ojos castaños y cabello de color canela bailaron bajo sus párpados. Sensuales labios rosados y pechos lo suficientemente abundantes desfilaron a través de sus pensamientos. Y luego se entretuvo en una visión completa de Belinda en ese vestido negro sin tirantes que había llevado a Port Angeles…

Edmond sintió el distintivo hormigueo en la ingle y una levé sensación de tirant
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