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El sábado por la noche, ella y Edmond habían estado al borde del precipicio de admitir algunas cosas. Ella desde luego estaba segura lo que iba a decir antes de ser interrumpidos por el incidente voyeuristico. Y a juzgar por su lenguaje corporal, ella sabía lo él que iba a decir.

¿Qué había cambiado?

El teléfono de Belinda vibró en su mano y contestó sin mirar quién llamaba, seguro que era Edmond. Por fin.

—Entonces, ¿Aún me odias a muerte o qué?—

Ariana.

—Odiar es una palabra fuerte,— suspiró Belinda. —Creo que he evolucionado a disgustada—.

—Vamos, Belinda. Sabes que no se puede confiar en mí para guardar un secreto. Todo el mundo lo sabe. Hablo mucho. Es lo que hago,— dijo Ariana. —Y sobre todo cuando estoy borracha.—

—Ya he tomado nota,— dijo Belinda con ironía.

—En serio… ¿todavía estás enfadada?—

—No… no por eso.—

—¿Seguimos hablando de mi?—

—Ariana, ¿cómo pudiste llevar a Anthony con Vicki? ¡Vicki! ¿Te haces idea de…?— Belinda interrumpió su verborrea, preguntándose si Edmond s
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