La habitación era demasiado oscura, demasiado tranquila y estaba demasiado vacía.Edmond encendió la televisión para proporcionar iluminación y el ruido de las interferencias, pensando que le ayudaría dormir. Pero tan pronto como pasó por algunos canales, Edmond se encontró cara a cara con una película pornográfica. Sin embargo, la visión de una rubia artificial metiéndose profundamente en su garganta a un hombre en medio de un restaurante atestado de gente le pareció demasiado absurda a Edmond como para verla. Apagó el televisor y trató una vez más dormir.Sin embargo, en cuanto cerró los ojos, imágenes de cálidos ojos castaños y cabello de color canela bailaron bajo sus párpados. Sensuales labios rosados y pechos lo suficientemente abundantes desfilaron a través de sus pensamientos. Y luego se entretuvo en una visión completa de Belinda en ese vestido negro sin tirantes que había llevado a Port Angeles…Edmond sintió el distintivo hormigueo en la ingle y una levé sensación de tirant
—¡Joder!— Edmond perdió los estribos. —¡Tengo que volver con mi hijo!——Señor, ¿podría por favor, abstenerse de utilizar ese lenguaje?— El representante de la aerolínea dijo monótonamente. —Si quieres sentarse, se le avisará tan pronto como su vuelo esté listo.—Desafortunadamente para Edmond, cancelaron su vuelo y el primer vuelo que pudo coger salía a las seis de la tarde.Cansado, gruñón y derrotado, Edmond avisó a Vicki para que supiese que iba a llegar tarde y pedirle el por favor, que recogiera a Anthony de la escuela.Como no tenía otra cosa que hacer mientras esperaba, Edmond también llamó a Jayden para saber que tal estaba Ariana. Resultó, que tenía un caso realmente grave de gripe y Jayden estaba convencido de que él también la tenía.Edmond decidió aprovechar su espera, así que uso su bolsa de mano de almohada y se echó una larga siesta.Se despertó cuando el representante de la aerolínea de antes le tocó suavemente el hombro y le dijo que su vuelo embarcaba en diez minutos
Belinda giró y se dirigió a la cocina y Edmond la siguió. Se volvió y se apoyó en la encimera y empezó a contar la historia antes de que Edmond tuviera que pedírselo de nuevo.—A eso de las nueve, recibí una llamada de Vicki diciéndome que le pasaba algo Anthony y que la esta asustando. Luego me dijo que Anthony estaba en la bañera y que no respondía. Por supuesto, en ese momento ya tenía un pie en la puerta, pero cuando me ofrecí a ir a por él, ella me dijo que se lo confiaste a ella y la única razón por la que me llamaba era para ver si sabía algún truco de profesora que le sacara de su trance. ——¿Trance? ¿Qué trance?— Edmond interrumpió.Belinda levantó la mano para indicarle que aun no había terminado la explicación.—Se quejaba de que se estaba perdiendo horas extras, por lo que usé eso para convencerla de ir a por Anthony. Porque, en ese momento sabía que algo terrible había ocurrido.——¿Joder y por qué no me llamó?— Edmond estaba enfadado y empezó a caminar por la cocina de Be
—No es mi culpa que no quisieras hablar conmigo. Podría haberte dicho que todo lo que hice fue actuar como si supiese de lo que estaba hablando cuando amenacé con emprender acciones legales —.Cuando la conversación se estancó, Belinda se acercó a la máquina de café y comenzó a prepara una cafetera de algo que olía celestialmente bien. Edmond observó la cafetera con codicia y cuando ella le ofreció una taza con el líquido caliente momentos más tarde, se la bebió con avidez, sin importarle que le quemara la garganta.Edmond se dio cuenta de que Belinda le daba la espalda desde cuando había empezado a hacer el café y aún no había vuelto a darle la cara. Después de unos minutos, era evidente que lo estaba haciendo a propósito.—Oye,— se acercó por detrás de ella y la tocó suavemente. —¿Todavía quieres patearme el culo?——Tal vez.— Su tono era severo, pero juguetón y Edmond sabía que estaba a punto de conseguir caerle en gracia de nuevo.—Lo siento,— susurró.—No.— Belinda se volvió y le
La mirada perdida. Debe ser hereditaria, Belinda meditó en silencio mientras observaba a Edmond que miraba misteriosamente hacia la pared interior de la sala de estar. No podía dejar de recordar la forma en Anthony miraba fijamente la pared del baño cuando lo rescató antes esa noche… o ayer, Belinda se dio cuenta cuando miró de reojo el reloj.Eran cerca de la una de la mañana y Edmond no había ofrecido todavía una explicación adicional sobre el acosador del coche blanco, alias su madre. Parecía bastante conmovido y por esa razón, Belinda se sentó en silencio junto a él en el sofá, acunando a Anthony en sus brazos.—Voy a acostarle,— Belinda susurró antes de llevar a Anthony con ella a la habitación de invitados. Ella esperaba que Edmond pillara la esencia de lo que estaba diciendo: que esperaba que Edmond dejara a Anthony allí esta noche, y ella quería que Edmond se quedara también. Aparte de su expresión fantasmal, era evidente que él no estaba en condiciones de conducir. Estaba ago
—No quiero ir más a casa de Vicki,— dijo Anthony de la nada.Edmond y Belinda intercambiaron miradas de preocupación. Belinda reconoció la petición de Anthony para hablar. Estaba listo para decir su parte de la historia.—Anthony, mírame,— Edmond espero hasta que tuvo la atención del pequeño. —Nunca tendrás que hablar o ver a Vicki, jamás. ¿Vale?——Vale,— Anthony parecía satisfecho con la declaración.Cuando Edmond no dijo nada más al respecto, Belinda se aclaró la garganta.—¿Te dijo Vicki por qué te pegó?— preguntó Belinda. Edmond se tensó visiblemente recordando lo que su hijo había sufrido, físicamente, por culpa de Vicki.Anthony miró a los dos adultos que tenía delante tímidamente. Su labio inferior empezó a temblar y parpadeó en exceso al llenarse sus ojos de lágrimas.—¿Dinos que pasó? No nos vamos a enfadar, Anthony,— prometió Edmond.—Si, no te estas portando mal,— reiteró Belinda.Anthony jugueteó con los cereales de su cuenco mientras contemplaba que debía decir. Con su ca
El sábado por la noche, ella y Edmond habían estado al borde del precipicio de admitir algunas cosas. Ella desde luego estaba segura lo que iba a decir antes de ser interrumpidos por el incidente voyeuristico. Y a juzgar por su lenguaje corporal, ella sabía lo él que iba a decir.¿Qué había cambiado?El teléfono de Belinda vibró en su mano y contestó sin mirar quién llamaba, seguro que era Edmond. Por fin.—Entonces, ¿Aún me odias a muerte o qué?—Ariana.—Odiar es una palabra fuerte,— suspiró Belinda. —Creo que he evolucionado a disgustada—.—Vamos, Belinda. Sabes que no se puede confiar en mí para guardar un secreto. Todo el mundo lo sabe. Hablo mucho. Es lo que hago,— dijo Ariana. —Y sobre todo cuando estoy borracha.——Ya he tomado nota,— dijo Belinda con ironía.—En serio… ¿todavía estás enfadada?——No… no por eso.——¿Seguimos hablando de mi?——Ariana, ¿cómo pudiste llevar a Anthony con Vicki? ¡Vicki! ¿Te haces idea de…?— Belinda interrumpió su verborrea, preguntándose si Edmond s
Mientras él hablaba, Belinda se dio cuenta de lo tonta que estaba siendo, llena de sentimientos de rencor contra Edmond, porque no la había incluido en sus planes de reubicación. Esto no se trataba de Belinda y no se trataba de Edmond, que probablemente era muy feliz en su apartamento de una habitación antes de que Anthony llegara a su casa.No, esto trataba de Anthony, un niño que se merecía felicidad más allá de sus sueños más salvajes, pero lo único que quería era su propia cama y una colcha azul.Por suerte era la mitad de su jornada de trabajo y de la de Edmond, que le impidió hacer llamadas telefónicas sin seso, inducidas por las hormonas pidiendo perdón por un delito que él ni siquiera sabía que ella había cometido.Y aún tuvo más suerte todavía, cuando recibió una llamada telefónica de Ariana tan pronto como llegó a casa, preguntando si podía pasarse de camino a casa del trabajo para que le prestara un molde para hacer una torta en forma de rosco. Encontrar, limpiar y embalaje