3

Belinda miraba de nuevo a su pequeño alumno, había escrito ya una carta para el señor White esperando a que se presentara con una muy buena explicación sobre lo ocurrido. Cuando dieron las ocho y cuarto, pudo ver a un hombre llegar muy agitado acomodándose la corbata y que llevaba de la mano al inocente Anthony que parecía tener demasiado sueño.

—Buenos días — dijo Edmond sin saber que hacer o que decir, realmente le estaba costando demasiado acoplarse a su nueva vida.

Belinda observo al hombre, Anthony sin duda alguna se parecía a él, era apuesto, parecía elegante, pero aquella expresión de desconcierto le hablaba de los duros momentos que había estado pasando.

—¿Señor White? — Edmond asintió. Belinda decidio seguir hablando. — Me alegra que haya decidido presentarse, como ya se lo hice saber en mi carta, hay algunas cuestiones sobre Anthony que creo que debemos discutir — dijo la joven profesora.

Edmond miraba hablar a la joven, seguramente ella alguna trabajadora social, su hijo no le había comentado demasiado sobre su maestra, pero esta chica era tan joven y bonita que no parecía ser una profesora. Le había señalado todo sobre Anthony, lo excelente alumno que era y la importancia que tenia el llevarle debidamente desayunado y con un buen almuerzo para comer a sus horas, así tambien le menciono el precio extra que debía costearse por cada minuto de retraso para recogerlo después de que se terminaba la hora del apoyo extra escolar.

Belinda podía mirar como aquel hombre asentía a todo cargado de su correspondiente preocupación. Todo en el señalaba a que realmente no tenia idea de como ser un papá; había recién enviudado y seguramente nunca antes se había involucrado directamente en la crianza de Anthony, no tenia ni idea de como manejarlo, eso era obvio.

—Anthony es un buen niño señor White, y entiendo que la situación por la que esta atravesando es difícil, sin embargo, no debe de ser descuidado con él, tenga en cuenta lo que le he dicho hoy y espero que la situación no vuelva a repetirse — dijo Belinda dando por terminada aquella charla antes de que los demás padres llegasen con sus pequeños.

Edmond se encogió de hombros. Sabia que todo lo dicho por la bella señorita era verdad, aunque el realmente no sabía a ciencia cierta como remediar las cosas. Quizás, debía de buscarse una pareja, una mujer que pudiera ayudarle con aquella labor tan inesperada y difícil de asimilar que tanto el como Anthony estaban atravesando.

—Gracias señorita, realmente no se que decirle, todo esto es confuso, espero que Anthony siga siendo el buene estudiante que dice que él, aunque tiene que comprenderme, yo no se nada sobre esto, es fácil juzgarme desde esa silla, pero usted ni nadie más estará en mi situación — dijo con respeto, pero tambien algo molesto Edmond.

Belinda frunció el ceño. — Señor White, nada debería de ser mas importante que su hijo, nada — termino de decir la mujer.

Edmond se levanto de su silla y camino hacia la joven profesora. Mirandola hacia abajo, se dio cuenta de lo pequeña y frágil que era, pero aquella mirada desafiante y que no dudaba en verle a los ojos, lo hizo sentir pequeño a el a pesar de ser mucho mas alto. Tomando la mano de la profesora pudo tambien sentir la suavidad de su piel, sin embargo, no le gustaba que lo tuviera en tan mal concepto cuando en primer lugar el ni siquiera sabia que tenia un hijo.

—Yo no creo que nada sea mas importante que mi hijo señorita, pero usted, desde su muy cómoda posición y solo ganando dinero por pasar unas cuantas horas con unos pequeños no podrá entenderme, le agradezco su preocupación, pero usted no entenderá esto — dijo con seriedad Edmond.

A punto de decirle algo, Belinda pudo ver como comenzaban a llegar los pequeños y el señor White se despedía de su hijo. Molesta, pensó en que ese hombre no tenia idea de lo mucho que se esforzaba por salir adelante, además, de que ella si entendía su delicada situación, era por ello que había decidido ayudarle.

Caminando hacia el hombre antes de que este se marchara, lo detuvo.

—Señor White, aunque usted no lo crea lo entiendo, permítame ayudarles a usted y a Anthony, creo que ambos necesitan entender que no están necesariamente solos — dijo la joven profesora y Edmond tan solo le sonrió.

Despidiéndose con una mano de aquella hermosa muchacha, Edmond sintió como si algo se le removiera por dentro del corazón. ¿De verdad no estaban solos? La soledad era algo en lo que él había estado siempre, y ciertamente se sentía extrañamente cálido que una joven mujer le dijera aquello en un afán de ayudarlo.

Anthony había visto a su padre hablando con su maestra, por un momento, cuando ella le había dicho a él que no estaban solos, se sintió un poco feliz, feliz como no se había sentido desde que murió su mamá y el termino en ese lugar lleno de niños sin madres. ¿Y si la bonita maestra Belinda se convirtiera en su nueva mamá? Estaba ya convencido de que ella tambien le daría un poco de yogurt todos los días.

Belinda recibió a todos sus alumnos esa mañana, charlo con algunos padres y llevo su clase con normalidad, sin embargo, no había dejado de pensar en aquella triste situación de padre e hijo, quizás, ella estaba juzgando de mala manera al señor White, pero aun así le preocupaba el hombre, no solo el pequeño. ¿Cómo iban a hacer para sobrellevar el luto y construir una relación cercana entre padre e hijo cuando esta evidentemente no existía? Quizás, ella estaba dispuesta a mantenerse cerca de ambos, al menos hasta que el consuelo y la tranquilidad que la muerte de la madre y esposa les arrebato regresara.

A veces el destino juega de maneras caprichosas e inesperadas, Belinda no tenia idea de que Edmond jamás había estado casado, Edmond no tenia idea de que Belinda realmente se esforzaba en comprenderlo, y Anthony soñaba en que su amable profesora se quedara con el y no lo dejara solo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo