Belinda miraba de nuevo a su pequeño alumno, había escrito ya una carta para el señor White esperando a que se presentara con una muy buena explicación sobre lo ocurrido. Cuando dieron las ocho y cuarto, pudo ver a un hombre llegar muy agitado acomodándose la corbata y que llevaba de la mano al inocente Anthony que parecía tener demasiado sueño.
—Buenos días — dijo Edmond sin saber que hacer o que decir, realmente le estaba costando demasiado acoplarse a su nueva vida.
Belinda observo al hombre, Anthony sin duda alguna se parecía a él, era apuesto, parecía elegante, pero aquella expresión de desconcierto le hablaba de los duros momentos que había estado pasando.
—¿Señor White? — Edmond asintió. Belinda decidio seguir hablando. — Me alegra que haya decidido presentarse, como ya se lo hice saber en mi carta, hay algunas cuestiones sobre Anthony que creo que debemos discutir — dijo la joven profesora.
Edmond miraba hablar a la joven, seguramente ella alguna trabajadora social, su hijo no le había comentado demasiado sobre su maestra, pero esta chica era tan joven y bonita que no parecía ser una profesora. Le había señalado todo sobre Anthony, lo excelente alumno que era y la importancia que tenia el llevarle debidamente desayunado y con un buen almuerzo para comer a sus horas, así tambien le menciono el precio extra que debía costearse por cada minuto de retraso para recogerlo después de que se terminaba la hora del apoyo extra escolar.
Belinda podía mirar como aquel hombre asentía a todo cargado de su correspondiente preocupación. Todo en el señalaba a que realmente no tenia idea de como ser un papá; había recién enviudado y seguramente nunca antes se había involucrado directamente en la crianza de Anthony, no tenia ni idea de como manejarlo, eso era obvio.
—Anthony es un buen niño señor White, y entiendo que la situación por la que esta atravesando es difícil, sin embargo, no debe de ser descuidado con él, tenga en cuenta lo que le he dicho hoy y espero que la situación no vuelva a repetirse — dijo Belinda dando por terminada aquella charla antes de que los demás padres llegasen con sus pequeños.
Edmond se encogió de hombros. Sabia que todo lo dicho por la bella señorita era verdad, aunque el realmente no sabía a ciencia cierta como remediar las cosas. Quizás, debía de buscarse una pareja, una mujer que pudiera ayudarle con aquella labor tan inesperada y difícil de asimilar que tanto el como Anthony estaban atravesando.
—Gracias señorita, realmente no se que decirle, todo esto es confuso, espero que Anthony siga siendo el buene estudiante que dice que él, aunque tiene que comprenderme, yo no se nada sobre esto, es fácil juzgarme desde esa silla, pero usted ni nadie más estará en mi situación — dijo con respeto, pero tambien algo molesto Edmond.
Belinda frunció el ceño. — Señor White, nada debería de ser mas importante que su hijo, nada — termino de decir la mujer.
Edmond se levanto de su silla y camino hacia la joven profesora. Mirandola hacia abajo, se dio cuenta de lo pequeña y frágil que era, pero aquella mirada desafiante y que no dudaba en verle a los ojos, lo hizo sentir pequeño a el a pesar de ser mucho mas alto. Tomando la mano de la profesora pudo tambien sentir la suavidad de su piel, sin embargo, no le gustaba que lo tuviera en tan mal concepto cuando en primer lugar el ni siquiera sabia que tenia un hijo.
—Yo no creo que nada sea mas importante que mi hijo señorita, pero usted, desde su muy cómoda posición y solo ganando dinero por pasar unas cuantas horas con unos pequeños no podrá entenderme, le agradezco su preocupación, pero usted no entenderá esto — dijo con seriedad Edmond.
A punto de decirle algo, Belinda pudo ver como comenzaban a llegar los pequeños y el señor White se despedía de su hijo. Molesta, pensó en que ese hombre no tenia idea de lo mucho que se esforzaba por salir adelante, además, de que ella si entendía su delicada situación, era por ello que había decidido ayudarle.
Caminando hacia el hombre antes de que este se marchara, lo detuvo.
—Señor White, aunque usted no lo crea lo entiendo, permítame ayudarles a usted y a Anthony, creo que ambos necesitan entender que no están necesariamente solos — dijo la joven profesora y Edmond tan solo le sonrió.
Despidiéndose con una mano de aquella hermosa muchacha, Edmond sintió como si algo se le removiera por dentro del corazón. ¿De verdad no estaban solos? La soledad era algo en lo que él había estado siempre, y ciertamente se sentía extrañamente cálido que una joven mujer le dijera aquello en un afán de ayudarlo.
Anthony había visto a su padre hablando con su maestra, por un momento, cuando ella le había dicho a él que no estaban solos, se sintió un poco feliz, feliz como no se había sentido desde que murió su mamá y el termino en ese lugar lleno de niños sin madres. ¿Y si la bonita maestra Belinda se convirtiera en su nueva mamá? Estaba ya convencido de que ella tambien le daría un poco de yogurt todos los días.
Belinda recibió a todos sus alumnos esa mañana, charlo con algunos padres y llevo su clase con normalidad, sin embargo, no había dejado de pensar en aquella triste situación de padre e hijo, quizás, ella estaba juzgando de mala manera al señor White, pero aun así le preocupaba el hombre, no solo el pequeño. ¿Cómo iban a hacer para sobrellevar el luto y construir una relación cercana entre padre e hijo cuando esta evidentemente no existía? Quizás, ella estaba dispuesta a mantenerse cerca de ambos, al menos hasta que el consuelo y la tranquilidad que la muerte de la madre y esposa les arrebato regresara.
A veces el destino juega de maneras caprichosas e inesperadas, Belinda no tenia idea de que Edmond jamás había estado casado, Edmond no tenia idea de que Belinda realmente se esforzaba en comprenderlo, y Anthony soñaba en que su amable profesora se quedara con el y no lo dejara solo.
Edmond había recogido a Anthony esa tarde del colegio esperando poder mirar a esa hermosa maestra que tenia su hijo, sin embargo, la encargada de la guardería después de las clases, con su mismo rostro huraño de siempre, era quien le había entregado a su pequeño.—Tengo hambre — dijo Anthony una vez se puso él solo el cinturón en el asiento de atrás del coche de Edmond.Edmond miró el reloj y vio la hora. Definitivamente era casi la hora de cenar, y aun cuando había comida en casa, pensó en todo lo que la profesora de su hijo le había dicho cuando se reunieron. El día de pago había sido el día antes, pero entre el alquiler, el seguro del coche y la factura del teléfono que tenía atrasados dos meses, Edmond sabía que cenar fuera era un lujo que no se podía permitir. Los dólares se aprovecharían más en un supermercado que en la pizzería de la esquina. Ciertamente, sabía que si dejaba de lado el orgullo y tomaba dinero de su herencia todo quedaría resuelto, pero aun no estaba listo para
Los sonidos que hacía Anthony mientras se preparaban para meterse en la cama llenaban el apartamento y Edmond se dio cuenta de que se quedaba sin tiempo para decirle sobre la fiesta que se celebraba en su honor.—Eh, Anthony…mañana vamos a una fiesta — comenzó Edmond.—¿Qué tipo de fiesta? — Anthony dijo mientras sacaba su almohada del armario del pasillo y la ponía en el sofá.—En realidad es una fiesta para ti. Mis amigos quieren conocerte y pensamos que la mejor forma sería en una fiesta — dijo Edmond.—¿Habrá juegos? — Anthony quiso saber.Edmond se relajó cuando vio que a Anthony parecía estar a gusto con la idea. De repente no supo porque se sintió nervioso al respecto. Vagamente recordó las palabras de Ernest, diciéndole que a todos los niños les gustan las fiestas.—Mmm… no lo sé — dijo Edmond, porque realmente no tenía ni idea de que esperar. —¿Qué tipo de juegos te gustan? —Anthony se encogió de hombros. —Me gustan las damas y los puzzles y tambien me gustan los juegos de v
Belinda se desplomó en la silla tras su mesa se pellizco suavemente las mejillas. Sintió como si su cara hubiese estado congelada en una sonrisa durante años, en lugar de durante dos ajetreadas horas. Pero no se podía quejar. La noche de vuelta al colegio había sido un éxito. Los padres habían sido amables, curiosos y muy elogiosos hacía el progreso que ya podían ver en sus hijos. Era agradable saber que los padres de sus alumnos estaban tan ansiosos por conocerla a ella como ella a ellos. Habían venido todos al evento…Los ojos de Belinda se posaron en el impoluto paquete de Anthony White. Casi todos los padres habían venido a conocerla.Una ola de ira inundó el cuerpo de Belinda cuando pensó en las desagradables cosas que el Sr. White había dicho sobre ella. Incluso si él no sabía que era con ella con quien estaba hablando en ese momento, sus palabras eran infundadas y falsas. Ella no había sido nada más que indulgente y paciente con él, y tuvo la osadía de llamarla… ¿Cómo era? Oh s
—Hey, Edmond,— Camille dijo mientras caminaba hacía él. Charlaron un poco mientras Camille le ayudaba con el desastre que había provocado al empujar la mesa, pero Belinda no pudo entender lo que decían. Él miró hacía ella unas pocas veces y Belinda supo que él se acordaba de ella.Belinda esperaba que si se quedaba quieta, callada jugando con Anthony, podrían escaparse sin tener que hablar con él. Porque solo con mirarle recordaba las venenosas palabras que le había lanzado y la forma en que había escaqueado de la noche de vuelta al colegio como si el colegio fuese un lugar gratuito donde dejar a su hijo durante el día en lugar de ser la educación de Anthony.—Recuerda, sigues siendo la profesora incluso cuando no estas en el aula,— Belinda susurró a si misma, un recordatoria de que no podía dejar que él Sr. White se saliera con la suya, incluso si no estaba en el trabajo.—¡Gané otra vez!— Anthony dijo triunfante.Su celebración capto la atención de Camille y el Sr. White y Camille e
Belinda se reprochó violentamente en su interior por permitirse el ser tan poco profesional con un padre. Por muy exasperante que fuera el Sr. White, seguía teniendo derecho a ser tratado con tacto y competencia. Y un enfrentamiento en una fiesta ciertamente no entraba en esa categoría.—Lo siento. Esto no es apropiado, — Belinda dijo mientras empezaba a retroceder. —Tengo tutorías hasta las tres y media durante la semana si quieres continuar con esta conversación en otro momento.—Belinda le ofreció a Anthony una última sonrisa y despedida mientras se giraba y se apresuraba a escapar del descomunal desastre que estaba dejan tras ella.—Oh Dios mío…oh Dios mío…oh Dios mío!— Belinda dijo una y otra vez mientras conducía de vuelta a su casa. Pensó en todas las cosas que había hecho mal durante su confrontación, para empezar el hecho de que había tenido una confrontación.—Voy a perder mi empleo,— Belinda dijo mientras se paraba en un semáforo en rojo. —Mi primer trabajo como maestra y m
Edmond sentado en la mesa en el patio de Ariana y Jayden, su barbilla descansando en la palma de su mano.—¿Así que la conoces muy bien?— se giró hacia Camille.—Lo suficiente como para saber que no se merecía que le hablaras como lo hiciste, eres un tonto — Camille dijo mientras entrecerraba los ojos en dirección a Edmond.—Por última vez, no quise ofenderla, realmente no sé qué es lo que estoy haciendo, toda esta situación me tiene desesperado, además, me frustra tener que encontrar la manera de que alguien más cuide de Anthony — Edmond explicó.—¿Y porque no te decides usar el dinero de la herencia de tus padres de una buena vez? Creo que tener un hijo es un buen motivo, además, creo que es una pasada que no dejen que el niño se quede más temprano, esa maestra no es comprensiva contigo — Ernest interrumpió.Edmond guardo silencio, eso ni pensarlo, no pensaba usar un solo dólar de ese dinero, su orgullo no se lo permitiría jamás.—Em, ella no hace las reglas. Es bastante normal que
Cuando ella entró, miraba hacía abajo, leyendo un papel que sostenía en la mano. Edmond se quedo maravillado por la habilidad con la que maniobraba por la habitación sin tan siquiera mirar. Se sentó y murmuró algo irritada.—¿Es horrible, eh?—La Señorita Gardener casi salió disparada del susto cuando vio a Edmond allí. Sus ojos buscaron sus manos y cuando no las vió, su ansiedad se hizo evidente.—¿En que puedo ayudarle, Sr. White?— preguntó después de disculparse por su nerviosismo.Queriendo dejar las cosas claras, Edmond puso ambas, la manzana y la rosa delante de ella. —No sabía cual es una ofrenda de paz es apropiada para una profesora…—Ella dijo que no tenía que darle nada, pero se fijo en como sus hombros se relajaron un poco y su sonrisa ahora parecía sincera en lugar de forzada.Después de las disculpas y el impulso de Edmond para que se dirigiera a él por su nombre, Edmond observó como la conversación cambia hacía una seria conversación de negocios. La Señorita Gardener le
—Bueno… creo que tengo una idea…— empezó Edmond.—¿Cuál?— Anthony parecía esperanzado.—¿Por qué no le hacemos un sitio especial para descansar a Gus mientras buscamos a alguien que pueda arreglarle?——¿Un sitio para descansar?——Bueno… ven, te lo mostraré.—Anthony siguió a Edmond hasta el armario vestidor de su habitación. Rápidamente Edmond se deshizo de unos viejos cromos de baseball que había en una caja de zapatos y se la mostró a Anthony.—Pero está vacía. Estará muy dura para que Gus pueda dormir,— dijo Anthony mientras miraba dentro de la caja.—Vale… bien… vamos a buscar algo para hacer una manta y una almohada,— sugirió Edmond.Cuando las servilletas y el papel de baño no convencieron a Anthony, Edmond corto las mangas de un para de camisetas viejas y se las dio a Anthony para hacer una cama. Anthony acepto los retales de ropa y trabajo hasta la hora de dormir haciendo la cama y coloreando la tapa de la caja para que Gus tuviera —algo bonito a lo que mirar mientras esperaba