Los sonidos que hacía Anthony mientras se preparaban para meterse en la cama llenaban el apartamento y Edmond se dio cuenta de que se quedaba sin tiempo para decirle sobre la fiesta que se celebraba en su honor.
—Eh, Anthony…mañana vamos a una fiesta — comenzó Edmond.
—¿Qué tipo de fiesta? — Anthony dijo mientras sacaba su almohada del armario del pasillo y la ponía en el sofá.
—En realidad es una fiesta para ti. Mis amigos quieren conocerte y pensamos que la mejor forma sería en una fiesta — dijo Edmond.
—¿Habrá juegos? — Anthony quiso saber.
Edmond se relajó cuando vio que a Anthony parecía estar a gusto con la idea. De repente no supo porque se sintió nervioso al respecto. Vagamente recordó las palabras de Ernest, diciéndole que a todos los niños les gustan las fiestas.
—Mmm… no lo sé — dijo Edmond, porque realmente no tenía ni idea de que esperar. —¿Qué tipo de juegos te gustan? —
Anthony se encogió de hombros. —Me gustan las damas y los puzzles y tambien me gustan los juegos de video — respondió.
—¿Qué me dices de los deportes? ¿Te gusta el football o el baseball? —
Anthony negó con la cabeza. —Nunca he jugado a eso —
Nada de deportes. Claro. Su madre, Amanda odiaba los deportes.
—Bueno…quizás te enseñe a jugar un día — Edmond ofreció.
—¿Cuándo? —
—¿Qué te parece el domingo? —
—Pero no tengo un balón de football —
—Oh…claro — Edmond tampoco tenía un balón, ni el tiempo para ir a comprar uno. —Bueno, a lo mejor podemos ir la semana que viene a la tienda y comprar uno —
Anthony miró a Edmond como si no confiara en que su padre fuera a hacer lo que decía, pero no dijo nada. Simplemente aparto la fina manta y se metió debajo. Aquel hombre parecía nunca tener demasiado tiempo para nada.
Edmond se quedó de pie incómodamente ante Anthony, observando el ritual diario de cada noche. Se preguntó en qué consistía el ritual que Anthony tenía cada noche con su madre. ¿Le arroparía? ¿Un beso? ¿Alguna oración? Por favor, Señor, no permitas que mañana sea un infierno.
Anthony cerró los ojos y Edmond camino el pasillo a su propia habitación, apagando las luces mientras lo hacía, justo antes de cerrar su puerta, pudo oír las pisadas de los piececillos de su hijo en el suelo, miró justo a tiempo para ver a Anthony encender la luz de la entrada antes de arrastrase de nuevo al sofá. Claro. Miedo a la oscuridad.
Al día siguiente, en el trayecto en coche a casa de Ariana y Jayden, Anthony le pregunto a Edmond sobre sus amigos.
—¿Cómo se llaman? — preguntó.
—Ariana y Jayden, la fiesta es en su casa. Y mi amigo Ernest también estará, probablemente con su… amiga, Camille — Edmond explicó.
—¿Habrá alguien de mi clase del colegio? —
M****a. ¿Por qué no he pensado en eso? Se pregunto seriamente, lo estaba haciendo fatal como padre, se sentía como un pollo sin cabeza.
—Oh, no lo creo. Solo son unos pocos de mis amigos. Quieren conocerte y no podrán si hay mucha gente — Edmond explicó de nuevo.
Pero cuando aparcó frente a la del pequeño chalet que Jayden compartía con Ariana, Edmond supo inmediatamente que sus amigos acababan de convertirle en un mentiroso.
—¿Quién es toda esta gente? — Edmond preguntó abriendo los ojos cuando Jayden lo recibió en la puerta. No esperaba que hubiese tanta gente desconocida y menos aún con bebidas alcohólicas en mano, ¿En que demonios pensaron? Su idea de fiesta infantil distaba demasiado de lo que estaba viendo.
—Ariana quizás allá invitado a algún compañero de trabajo… que a su vez han invitado a algunos amigos. Hey, todos han traído cerveza, así que todo está bien — Jayden se encogió de hombros. Después miró hacia abajo y vio a Anthony parado al lado de Edmond. — Wow — dijo mirando a Edmond y al chiquillo. —¡Edmond, se parece mucho a ti! —
Ernest vio el intercambio en la puerta de entrada y se acercó rápidamente para echar un ojo a lo que ocurría. Sabiendo que su gran tamaño podría ser intimidante para el niño, Ernest se puso de cuclillas para estar a la altura de los ojos de Anthony y le sonrió. —Es como mirar a un Edmond en miniatura — dijo sonriendo.
—Jayden, Ernest, este es Anthony — Edmond lo presentó. —Anthony, estos son mis amigos Jayden y Ernest — se sentía verdaderamente avergonzado con su hijo, aquello no era lo que el tenia en mente y podía ver claramente la decepción dibujándose en el rostro de su pequeño.
Desde el interior de la casa, se escuchó como si alguien caminara hacia la puerta pellizcando un globo lleno de aire y dejando escapar el aire lentamente. El sonido continuó mientras se acercaba a la puerta, hasta que de repente, Ariana estaba frente a ellos, gritando al ver al pequeño de Edmond.
—¡Edmond, es adorable! — Ariana exclamó mientras le cogía en brazos y le llevaba dentro de la casa, dando por terminada la conversación en el porche.
Edmond observó mientras Ariana abrazaba a Anthony que parecía nervioso. Pero cuando ella le mostró la pila de regalos en una esquina de la sala de estar y le dijo que era todo parar él, Anthony se bajó de sus brazos nervioso y empezó a tomar cosas de su recompensa. Con un suspiro de felicidad, Edmond dejó a Anthony con Ariana y se dirigió en busca de una cerveza. Hacía ya algún tiempo que no había podido tomarse unas cuantas y charlara con sus pocos amigos.
El tiempo pasó, sin que Edmond se diera cuenta, hasta que Ariana vino al porche trasero y ofreciendo un plato de hamburguesas y perritos calientes a su mesa.
—Gracias por dejarme hacer toda la comida, chicos — protestó. Jayden le guiñó un ojo y le dio un suave pellizco en el trasero mientras cogía un perrito caliente.
—Yo me encargo de limpiar — se comprometió.
—Que amable — sonrió Ariana.
Edmond se levantó para buscar a Anthony. Si Ariana estaba fuera, significaba que nadie estaba vigilando al niño.
Mientras esquivaba a la gente, Edmond se tensó intentando oír algún sonido que pudiera estar producido por un niño. Pero todo lo que oía era la música de fondo en la distancia, risas, voces femeninas y masculinas entremezcladas y el sonido de los cubiertos de plástico y botellas de cristal chocando.
Observando que Anthony no se separaría mucho del lote de obsequios que había recibido, Edmond se dirigió a la sala de estar hacía la esquina llena de regalos. Aunque Anthony no estaba allí, no estaba muy lejos.
Estaba de pie cerca de una chica donde una mujer de pelo oscuro se sentaba frente a él con su brazo despreocupadamente alrededor de él. Otra mujer, a la que Edmond inmediatamente identifico como la novia de Ernest, Camille, estaba de pie ligeramente detrás de ellos observando lo que hacían, su expresión era una mezcla entre aburrimiento y distracción.
Edmond levantó las cejas sorprendido cuando una burbujeante risa escapó de los labios de Anthony. Era un sonido de felicidad, un sonido infantil… un sonido que Edmond no había oído nunca antes. Su hijo parecía estar demasiado feliz de estar con aquella desconocida.
La mujer de pelo oscuro parecía un poco familiar con Anthony, pero desde donde estaba, Edmond no podía entender por qué ya que no alcanzaba a distinguir quien era ella. A hurtadillas, se acercó, queriendo resolver quien era esta mujer que estaba interactuando con su hijo, pero no queriendo aun terminar con el agradable momento que Anthony claramente estaba disfrutando.
Cuando estuvo lo suficientemente como para oír que hablaban, la mujer levantó la vista y Edmond pudo verle la cara. Era nada más y nada menos que su bonita profesora del prescolar. La mujer que le había dicho que ambos no estaban necesariamente solos.
El estómago de Edmond se retorció al recordar que le debía una disculpa a esta mujer por su pésimo comportamiento la última vez que la vio.
Decidió que una disculpa debería ser en un momento más apropiado, cuando no hubiese testigos, en caso de que ella quisiera hacerle saber lo inapropiadamente que él se había comportado. Un pie tras otro, Edmond comenzó lentamente a caminar de espaldas, dejando al trío disfrutar de su momento sin él.
Aunque su intención era salir desapercibido, Edmond dio con el pie a una mesilla empujándola ruidosamente contra la pared, tirando lo que tenía encima al suelo.
Camille y la profesora Belinda dirigieron sus ojos hacia la intrusión para acabar en Edmond.
—Hey, Edmond — Camille sonrió mientras caminaba hacia él para ayudarle a recoger lo que se había caído. — ¿Cómo te está tratando la paternidad? —
—Oh, ya sabes…— Edmond dejó de hablar cuando se dio cuenta de que la hermosa profesora de pelo oscuro estaba escuchando su respuesta.
—Bueno tu hijo es demasiado precioso — Camille dijo. —Pero Ernest no me explico muy bien cuantos años tenía Anthony, así que el regalo que le traje no es en realidad suficiente — Camille dijo mientras sujetaba un pequeño b**e de goma y una pelota.
—Oh, eso está bien — Edmond dijo, aunque estaba seguro de que eran en realidad juguetes para perro, y no para un niño.
Anthony rió de nuevo y Edmond vio que él estaba tirando de su maestra hacia él y Camille. Edmond le ofreció una sonrisa disimulada, esperando que ella comprendiera su silencioso ruego de perdón.
—Si, bueno no pareció importarle que no le trajéramos nada — Camille siguió hablando. —Esta bastante contento por tener a su profesora aquí —
Edmond se atraganto con las palabras de Camille, aunque ya sabía que la hermosa mujer era la profesora de su pequeño hijo, aun se sentía mal por las cosas que le había dicho.
Miro para ver a la mujer de pelo oscuro ahora frente a él, tendiéndole la mano en forma de saludo.
—Hola, Sr. White, veo que esta haciendo el intento de convivir más con su hijo, pero permítame recordarle que un lugar con licor no es bueno para un niño tan pequeño, quizás deberé de seguir dándole lecciones privadas de como ser un buen padre — dijo Belinda con algo de reproche marcado en su voz.
Un grito ahogado escapo de la garganta de Edmond cuando recordó todas y cada una de las recomendaciones de la mujer para la sana convivencia con Anthony, llevar una cerveza en la mano cuando claramente había perdido de vista a su pequeño, realmente hablaba pésimo de él y su labor.
—Yo…lo siento mucho, señorita Gardener, e-esto no v-volverá a repetirse— el tartamudeó mientras le estrecho la mano solo un momento.
Una sonrisa conspiratoria cruzó su cara antes de desperecer mientras hablaba. —Señorita Gardener, Belinda…una simple maestra que solo necesita cuidar de pocos niños para ganar dinero, usted ya sabe, respondo a varios títulos — dijo Belinda sin olvidar lo que el señor White le había dicho.
Joder… bienvenido al infierno…pensó Edmond al mirar a aquella mujer tan hermosa sosteniendo a su hijo con aquella mueca de reproche marcada en su rostro.
Belinda se desplomó en la silla tras su mesa se pellizco suavemente las mejillas. Sintió como si su cara hubiese estado congelada en una sonrisa durante años, en lugar de durante dos ajetreadas horas. Pero no se podía quejar. La noche de vuelta al colegio había sido un éxito. Los padres habían sido amables, curiosos y muy elogiosos hacía el progreso que ya podían ver en sus hijos. Era agradable saber que los padres de sus alumnos estaban tan ansiosos por conocerla a ella como ella a ellos. Habían venido todos al evento…Los ojos de Belinda se posaron en el impoluto paquete de Anthony White. Casi todos los padres habían venido a conocerla.Una ola de ira inundó el cuerpo de Belinda cuando pensó en las desagradables cosas que el Sr. White había dicho sobre ella. Incluso si él no sabía que era con ella con quien estaba hablando en ese momento, sus palabras eran infundadas y falsas. Ella no había sido nada más que indulgente y paciente con él, y tuvo la osadía de llamarla… ¿Cómo era? Oh s
—Hey, Edmond,— Camille dijo mientras caminaba hacía él. Charlaron un poco mientras Camille le ayudaba con el desastre que había provocado al empujar la mesa, pero Belinda no pudo entender lo que decían. Él miró hacía ella unas pocas veces y Belinda supo que él se acordaba de ella.Belinda esperaba que si se quedaba quieta, callada jugando con Anthony, podrían escaparse sin tener que hablar con él. Porque solo con mirarle recordaba las venenosas palabras que le había lanzado y la forma en que había escaqueado de la noche de vuelta al colegio como si el colegio fuese un lugar gratuito donde dejar a su hijo durante el día en lugar de ser la educación de Anthony.—Recuerda, sigues siendo la profesora incluso cuando no estas en el aula,— Belinda susurró a si misma, un recordatoria de que no podía dejar que él Sr. White se saliera con la suya, incluso si no estaba en el trabajo.—¡Gané otra vez!— Anthony dijo triunfante.Su celebración capto la atención de Camille y el Sr. White y Camille e
Belinda se reprochó violentamente en su interior por permitirse el ser tan poco profesional con un padre. Por muy exasperante que fuera el Sr. White, seguía teniendo derecho a ser tratado con tacto y competencia. Y un enfrentamiento en una fiesta ciertamente no entraba en esa categoría.—Lo siento. Esto no es apropiado, — Belinda dijo mientras empezaba a retroceder. —Tengo tutorías hasta las tres y media durante la semana si quieres continuar con esta conversación en otro momento.—Belinda le ofreció a Anthony una última sonrisa y despedida mientras se giraba y se apresuraba a escapar del descomunal desastre que estaba dejan tras ella.—Oh Dios mío…oh Dios mío…oh Dios mío!— Belinda dijo una y otra vez mientras conducía de vuelta a su casa. Pensó en todas las cosas que había hecho mal durante su confrontación, para empezar el hecho de que había tenido una confrontación.—Voy a perder mi empleo,— Belinda dijo mientras se paraba en un semáforo en rojo. —Mi primer trabajo como maestra y m
Edmond sentado en la mesa en el patio de Ariana y Jayden, su barbilla descansando en la palma de su mano.—¿Así que la conoces muy bien?— se giró hacia Camille.—Lo suficiente como para saber que no se merecía que le hablaras como lo hiciste, eres un tonto — Camille dijo mientras entrecerraba los ojos en dirección a Edmond.—Por última vez, no quise ofenderla, realmente no sé qué es lo que estoy haciendo, toda esta situación me tiene desesperado, además, me frustra tener que encontrar la manera de que alguien más cuide de Anthony — Edmond explicó.—¿Y porque no te decides usar el dinero de la herencia de tus padres de una buena vez? Creo que tener un hijo es un buen motivo, además, creo que es una pasada que no dejen que el niño se quede más temprano, esa maestra no es comprensiva contigo — Ernest interrumpió.Edmond guardo silencio, eso ni pensarlo, no pensaba usar un solo dólar de ese dinero, su orgullo no se lo permitiría jamás.—Em, ella no hace las reglas. Es bastante normal que
Cuando ella entró, miraba hacía abajo, leyendo un papel que sostenía en la mano. Edmond se quedo maravillado por la habilidad con la que maniobraba por la habitación sin tan siquiera mirar. Se sentó y murmuró algo irritada.—¿Es horrible, eh?—La Señorita Gardener casi salió disparada del susto cuando vio a Edmond allí. Sus ojos buscaron sus manos y cuando no las vió, su ansiedad se hizo evidente.—¿En que puedo ayudarle, Sr. White?— preguntó después de disculparse por su nerviosismo.Queriendo dejar las cosas claras, Edmond puso ambas, la manzana y la rosa delante de ella. —No sabía cual es una ofrenda de paz es apropiada para una profesora…—Ella dijo que no tenía que darle nada, pero se fijo en como sus hombros se relajaron un poco y su sonrisa ahora parecía sincera en lugar de forzada.Después de las disculpas y el impulso de Edmond para que se dirigiera a él por su nombre, Edmond observó como la conversación cambia hacía una seria conversación de negocios. La Señorita Gardener le
—Bueno… creo que tengo una idea…— empezó Edmond.—¿Cuál?— Anthony parecía esperanzado.—¿Por qué no le hacemos un sitio especial para descansar a Gus mientras buscamos a alguien que pueda arreglarle?——¿Un sitio para descansar?——Bueno… ven, te lo mostraré.—Anthony siguió a Edmond hasta el armario vestidor de su habitación. Rápidamente Edmond se deshizo de unos viejos cromos de baseball que había en una caja de zapatos y se la mostró a Anthony.—Pero está vacía. Estará muy dura para que Gus pueda dormir,— dijo Anthony mientras miraba dentro de la caja.—Vale… bien… vamos a buscar algo para hacer una manta y una almohada,— sugirió Edmond.Cuando las servilletas y el papel de baño no convencieron a Anthony, Edmond corto las mangas de un para de camisetas viejas y se las dio a Anthony para hacer una cama. Anthony acepto los retales de ropa y trabajo hasta la hora de dormir haciendo la cama y coloreando la tapa de la caja para que Gus tuviera —algo bonito a lo que mirar mientras esperaba
Camille llamó a principios de semana para preparar su salida semanal con Belinda. Y cuando Belinda no puso excusas entonces paso a decirle que Ariana iba a ir también.—¿Te acuerda, la de la casa que te gustó tanto? — preguntó Camille.—Esa no es la único que tiene a su favor, pero si, la recuerdo — Belinda puso los ojos en blanco mientras hablaba.—Si, bueno mencioné nuestras salidas y quiere venir. Le dije que nos tocaba pizza y cerveza esta semana — Y sabiendo que Belinda interpondría el hecho que no le gustaba la cerveza, añadió, —Tú puedes pedir un refresco ——Me parece bien —Y sinceramente, sonaba bien. Las cosas finalmente habían empezado a calmarse y Belinda estaba deseando salir con las chicas una noche donde su única preocupación fuera que ingredientes iba a pedir en su pizza.Así que es jueves, Belinda felizmente se sentó frente a Camille y Ariana en Pacific Pizza con un espumoso vaso de refresco y un pedazo de pizza vegetariana.—¿Qué sentido tiene comer pizza si no vas a
—¿Tienes conexión a Internet?— preguntó Belinda. —Parece que haría las cosas mucho más fáciles.——No. En casa no,— dijo Edmond. —Te estoy quitando mucho tiempo, ¿verdad?——No, está bien. Es que no quiero malgastar tu tiempo si no estoy sirviendo de ayuda. Se que no te queda mucho,— le dijo Belinda.—He estado al teléfono contigo cinco minutos y ya me has ayudado a solucionar más de lo que he sido capaz en todo el día.—Mientras Edmond hablaba, Belinda continúo leyendo por encima el formulario que estaba en su pantalla. —No creo que necesites este, Edmond. A no ser que la madre de Anthony trabajara para el Estado.——No lo se. No se a que se dedicaba,— dijo Edmond.—Vale. Vamos a asumir, por ahora, que ella no trabajaba para el Estado. Luego, cuando tengas completos todos los documentos necesarios, el asistente social podrá decirte si Anthony se beneficia de algo más.——Me parece un buen plan.——Vale… ¿siguiente formulario?—La forma de Belinda de solucionar problemas, analítica, y line