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—¿Edmond?—

—Con mucho gusto voy a pagar doscientos cincuenta por el puñetazo en la boca que le de dio Camille por defenderte a ti y a Anthony. Pero por quinientos, me gustaría haberlo visto,— se rió Edmond.

La conversación se vio interrumpida cuando Edmond llegó a su coche, pero no quería ir a Port Angeles sin antes pasar un poco de tiempo con Anthony y Belinda, y quedó en encontrarse con Ernest en el apartamento de Belinda y acordaron salir desde allí.

—Va a estar muy cansado,— le dijo Belinda a Edmond más tarde, cuando él estaba de pie frente a ella en su cocina. Le pasó los dedos por el pelo y le besó en los labios. —No estarás de vuelta hasta media noche, incluso más tarde—.

Edmond asintió de acuerdo con ella. —¿Te importa si salimos un poco más tarde mañana hacia Oregón?—

—Podemos, o puedo conducir a la primera etapa del viaje,— ofreció Belinda.

Ernest entró por la puerta principal y dominó sobre la respuesta de Edmond.

—Una pelea de putas en el 360*, ¿eh?— Ernest resonó desde la
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