—¿Cómo me puedes pedir eso? —la voz de Verónica es casi un grito en medio de aquella habitación de hospital—¡Shhhh! Verónica por favor, habla en voz baja, si Claudia pasa por aquí y nos escucha, estaremos en grandes problemas, ya tenemos suficientes con las sospechas que tiene, no nos podemos exponer tanto. Lo siento, pero me es imposible seguir llevándote a ver a Elena, ya tus chequeos diarios han acabado, ha pasado toda una semana y estás de maravilla, gracias a Dios ¿qué excusa daremos para sacarte de aquí? es imposible. Por favor, entiende, sabes que tengo razón en lo que estoy diciendo. Si nos descubren, de nada servirá que yo te haya contado la verdad, razona.Teresa tenía razón y Verónica lo sabía, pero no podía ser razonable cuando de su hija se trataba. Ahora se sentía más sola que nunca en toda su vida, siempre había estado acompañada de su hija y, a pesar de que ahora sabía que tenía dos, no podía verlas. Toda la situación era como un castigo por demás injusto para ella, A
—Sí, soy la madre de Elena también ¿quieres también que te diga toda mi línea familiar para que puedas dañar a todas? Escúchame bien, yo conozco a la perfección a los hombres como tú. Se creen llenos de poder, que pueden pisotear a quien deseen sólo porque tienen algo de dinero, se piensan que todos son inferiores y que les debemos cierta pleitesía, pero, lamento informarte que no es así. No pienses ni por un sólo segundo que me voy a quedar callada, no me importa con lo que me amenaces, he lidiado con otros más peligrosos que tú. —espetó.—Eso no puede ser cierto —por mucho que Verónica lo desafía, él sigue pensando en la declaración principal que ella le acaba de hacer— usted no puede ser la madre de Elena, ella me dijo que su madre había fallecido a causa de un cáncer, no puede mentirme. Ella y yo teníamos muy buena relación, éramos cercanos, sé todo sobre su vida y lo compleja que ha sido.—Sí, yo también pensaba saber todo sobre mi vida hasta hace sólo unos días. Yo soy su madre,
Después de la incómoda cena en el restaurante, Amanda siente que corre grandes riesgos si se vuelve a toparse con alguien que pueda conocer a Elena, no está segura de salir muy bien parada. Para ella era cada vez más complicado fingir alguien que no era, no sabe cuanto más pueda aguantar. Si no fuese por aquel sacrificio tenía como recompensa la vida de su madre, no se atrevería a tanto. Amanda amaba tanto a su madre, le debía tantas pero tantas cosas que no puede arrepentirse de nada.Alejo salió de la ducha y le pidió alistarse para ir a la celebración que uno de sus socios preparó para darle la bienvenida.—Arréglate mi reina, tenemos la invitación a la fiesta que nos hará Gino, se hará en plena alta mar en su yate de lujo.—¿Tengo que ir? No me siento bien, creo que voy a vo... —se levantó y fue corriendo hasta el baño. Tuvo que provocarse el vomito para ser lo más convincente posible y que Alejo no dudará en lo mínimo que ella se estaba realmente indispuesta. Tardó unos minutos y
El trayecto de regreso de Italia hasta Venezuela se le hizo eterno a Amanda, para su suerte, a Pablo se le había ocurrido la brillante idea de engañar a Alejo diciéndole que ella no podía tener relaciones sexuales de ningún tipo hasta que todo el proceso de la inseminación artificial no hubiera terminado, eso la libró de tener que soportar situaciones no deseadas por ella. Tan solo de tener que dormir al lado de Alejo con ese hedor a alcohol y tabaco mezclados, le era suficiente para provocarle náuseas y repulsión.A pesar de que tuvo que soportarlo por todo un fin de semana y de estar en un constante estrés por el miedo a ser descubierta, no puede negar que fue una experiencia maravillosa, sobre todo para ella, una chica que nunca había salido de Caracas, nada podía compararse con la capital italiana.En Milán, había magia en las calles, el aire que se respiraba era diferente, más libre, más fresco, más limpio, todo estaba impecable y, ni hablar de la moda de alta costura, por suerte
Justo en el momento que Pablo iba a contarle todo, se arrepiente de las pocas palabras que le ha dicho. “¿Qué estás haciendo Pablo? ¿De pronto se te ocurrió que contarle todo a Amanda era la mejor idea en estos momentos? Acaban de tener una pelea por lo imbécil que estás siendo y, ahora que la has logrado tranquilizarla y que te perdone ¿vas a soltarle esta bomba? ¡No puedes!”Pablo discute consigo mismo, sabe que, si le cuenta a Amanda que Elena es su hermana repercutirá directamente sobre ella, se sentirá abrumada y mucho más preocupada de lo que ya está, es demasiado el estrés que lleva tan sólo con despertar todos los días en aquella casa, viviendo una vida que no le pertenece, como para que también tenga que preocuparse por el hecho de que está ocupando el lugar de su hermana.También le preocupa enormemente lo que pueda pensar Amanda cuando descubra que él lo sabía y nunca se lo contó, sin mencionar de que se volverá loca cuando ate cabos y se de cuenta de que Elena y Pablo habí
Amanda espera la orden de Alejo para iniciar los trámites de la inseminación, no puede ocultar el pánico que aquello le genera; una cosa era tener a la pequeña Emma como hija, otra diferente era pensar que dentro de ella, se gestara un pequeño ser. Las dudas la atacan en ese instante, realmente era ese objeto sexual y procreativo que Alejo buscaba. Ahora entendía por qué Elena huyó de allí. Pensar en tener un hijo y que este tuviera el mismo final de su padre, ser el jefe de una de las mafias más importantes del país, eso no era lo que una madre que ama a su hijo espera.Sintió compasión por Elena, su muerte parecía ser lo mejor que pudiera pasarle. Salió de sus pensar cuando desde la ventana de su habitación vio a la nueva empleada, en el jardín hablando coquetamente con Pablo. ¿Por que Alejo la había traido desde Italia? Realmente no necesitaban otra empleada, pensó. Lo que si notó fue un poco de desinterés de Alejo hacia ella, eso la tranquilizaba. Mas, Sandra era una mujer excesiv
Amanda no deja de mirar aquel hermoso detalle de Pablo era algo excesivamente especial para ella, mucho más después que él le contó que había visto a Verónica y le había llevado medicamentos y comida para la dieta estricta que ella debía llevar, aunque no podía ir a verla, le satisfacía saber que por lo menos ella, estaba bien. Se acostó, abrió por enésima vez la cajita de música y observó girar y girar a la bailarina y como en una máquina del tiempo, recordó su adolescencia.—Mandy —la llamó Karina, su amiga de la secundaria, ella volteó emocionada al oír su voz.—Karina —fue hasta ella, y la abrazó.— ¿Cómo hiciste para venir?—Javier me ayudó a salir de casa sin que mis padres se dieran cuenta, ya sabes que no desean que mantengamos una amistad. Dicen que no gano nada al lado de la hija de una simple empleada. ¿Cómo está mi Vero?—No muy bien, sigue sintiéndose mal. Ya no sé qué hacer.—Pues yo sí, vamos al gimnasio a bailar.Amanda y Karina corrieron emocionadas, tomadas de la mano
A la mañana siguiente, los ojos de Elena se estaban abriendo nuevamente, por unos segundos, se le había olvidado completamente que no podía hablar por mucho que lo intentara. Claudia estaba enfrente de ella revisando sus signos vitales, asegurándose de que todo estuviera en orden y aplicando los medicamentos matutinos que les tocaba.Elena quería preguntarle tantas cosas, necesitaba más detalles, estaba demasiado frustrada, la vida no había tenido suficiente con arrebatarle la voz, también tenía que quitarle sus recuerdos más recientes, dejándola a medias y más vulnerable de lo que había estado jamás. No sabe qué es peor, si la incapacidad de hablar, o el hecho de no poder recordar los hechos que la habían llevado hasta allí.Se sentía débil, siempre había tenido el control de su vida, para bien o para mal, había tomado sus propias decisiones desde que fue lo suficientemente mayor como para hacerlo, ahora no se había convertido en más que una inútil, una carga para ella misma, estaba