Los siguientes días fueron como si estuvieran viviendo dentro de ena película de romance perfecta. Amanda tuvo un hermoso y saludable bebé, justo el mismo día em el que Amanda dio a luz, su hombre le pidió matrimonio, nunca pudo haber imaginado una pedida de mano más perfecta.La boda tuvo lugar unos meses después, fue una ceremonia pequeña, familiar en una iglesia, ella siempre lo soñó de esa manera, quería sentirse en casa y así lo hizo. Ignacio Fuenmayor les cubrió todos los gastos, sentía que era lo menos que podía hacer, sentía arrepentimiento luego de que supo que Yessica tuvo un hijo suyo y que este había muerto, también reconoció a Pablo como su hijo y le dio su apellido por haberlo separado de su madre, Silvia.Elena fue la dama de honor de su hermana y, aunque Pablo hubiese querido tener a El Greco, sabía que este no podía regresar a Venezuela, era imposible, pero al menos estaba bien y feliz construyendo una vida junto a Sandra; en su lugar, estuvo Fabián; sin su ayuda, Pab
Dicen que hay momentos en que el tiempo y el espacio se detienen para que dos personas que estaban destinadas a estar juntas se encuentren.Son las nueve de la mañana, Amanda corre por el pasillo, la noticia de la recaida de su madre, la llena de terror. De frente a ella, en sentido contrario una mujer camina haciendo respiraciones rápidas y sujetando su barriga, ambas están en medio de una difícil situación; una de ellas con temor a la muerte de su madre, la otra a punto de traer al mundo una nueva vida. Se tropiezan sus hombros, ambas se disculpan, hay en una algo que sorprende a la otra. Mas, el momento se esfuma instanteamente. Elena toma el pasillo para las parturientas y Amanda hacia el lado de emergencia.Aún ninguna de ellas sale de su expectación.—Dios, esa mujer se parece tanto a...—Familiares de la paciente Verónica Lugo, por favor. —se asoma la enfermera hasta el corredor principal.—Yo, yo, soy su hija.La enfermera se acerca, le entrega el recipe de medicamentos y le s
—Por favor, no me mate. Se lo suplico. Mi mamá está muy grave. Yo le juro que no vi nada.Al escuchar las voces, Rubén la toma del brazo, le apunta por el costado, mientras le advierte.—Haces el mínimo ruido y te vas a acompañar a la muertita. ¡Camina y disimula!Ambos hombres salen rápidamente de la habitación donde yace aún entre la vida y la muerte, Elena. La enfermera que entra, al ver aquel pozo de sangre debajo de la camilla, grita desesperada. El alboroto de los médicos corriendo por el pasillo provoca la angustia de los familiares de los pacientes. Los médicos hacen esfuerzos por salvarle la vida a la joven madre.Rubén entra junto a Amanda a una de las habitaciones desocupadas.—Aquí —le señala Pablo, quien está ingeniándose un plan para impedir que Rubén calle a la hermosa chica.—Llegó tu hora, mamita. —le susurra al oído. Amanda tiembla angustiada. Se arrodilla para implorarle al indolente asesino.—¡No! Por piedad no lo haga, mi madre sólo me tiene a mí.—Cálmate, esa ch
Amanda está aterrorizada, hubiera preferido mil veces que Pablo estuviera ocupando el lugar de Rubén a su lado en vez de estar manejando; a pesar de que no lo conoce, le inspira más confianza o eso quiere creer.No ha levantado la mirada del bebé, lo alimenta con sumo cuidado, es tan pequeñito que no deja de enternecerse, y a la vez preocuparse de que algo pueda sucederle, sobre todo, considerando la velocidad a la que va dirigiendo Pablo por la autopista. No sabe a donde la llevan, pero si con quien y para qué.Le teme a todo, a aquel repugnante hombre que lleva a su lado asegurándose que no se tire del coche en un intento de escape; a convertirse en madre de un bebé que no es suyo; a la recuperación de su madre y al hecho de que puede no volverla a ver nunca; pero, más que a nada, al tal Alejo, el tan temido jefe de estos dos hombres que la escoltan para entregársela en bandeja de plata a ese criminal.En su cabeza intenta repetir una y otra vez, al pie de la letra, las palabras de
Amanda entra corriendo hacia la habitación de una bebé que no es suya y, de igual forma se ha apropiado de ella. Cierra la puerta con seguro y se deja caer al suelo, rodando por la pared mientras mira hacia la cuna fijamente.“¿Qué he hecho? ¿En qué me he metido?” Piensa una y otra vez para sus adentros, esas dos interrogantes no la han abandonado desde que salió del hospital y, por lo visto, no la abandonarán nunca, es algo con lo que tendrá que cargar el resto de su vida.Inspecciona la habitación con sus ojos asustados, busca algún lugar donde refugiarse pero, no encuentra ninguno. No hay un lugar seguro para ella dentro de esa casa, ni fuera tampoco.Se siente como pez fuera del agua haciéndose pasar por alguien que no es, fingiendo ser madre cuando no tiene ni idea de cómo serlo, viviendo en una casa que no es la suya con personas completamente desconocidas y peligrosas.El pánico comienza a apoderarse de ella. Antes, tenía miedo, pero la adrenalina no le permitía pensar con clar
Después de darse un baño relajante en el jacuzzi, Amanda abre el guardarropas buscando algo que ponerse acorde al momento que está por vivir, es su primera vez, será la primera vez que se desnuda delante de un hombre, será la primera vez que ve a un hombre frente a ella, dispuesto a poseerla. Nunca imaginó su primera vez de aquel modo, siempre soñó estar en brazos del hombre que amaba y entregarse a él, por amor.—¿Quién te dijo que tu vida era común, Amanda? —se increpa a sí misma mientras se mira al espejo— Nada en tu vida ha sido fácil ¿por qué soñaste que sería diferente tu primera vez?Siente un nudo en la garganta y ganas de llorar, pero no quiere verse vulnerable, ni sentir lastima por ella misma. Todo aquello fue decisión suya, ahora debía acarrear con las consecuencias de sus actos. Llegó la hora esperada, se colocó la bata de seda color rosa y se miró una vez más al espejo. Escuchó los pasos de Pablo acercarse y su corazón comenzó a latir rápidamente.Amanda estaba nerviosa,
Amanda subió a la habitación para darle de comer a Emma, mientras tomaban a la pequeña de la cuna, sintió que la observaban, volteó y se encontró con la mirada de Cristina.—¿Puedo ver a la niña? —preguntó entusiasmada.—Sí, claro. Pasa Cristina. —la mujer se acercó y observó detenidamente a la pequeña Emma.—Es hermosa, por lo visto se parece a su padre —Amanda la miró sonriendo.— Me alegra que hayas vuelto. El patrón estaba que acababa con todo.—Sí, lo sé —respondió parcamente.—Ya le contaste la verdad a Pablo —Amanda se quedó paralizada ¿De que verdad hablaba la criada?—. No te entiendo —dijo esperando que Cristina le aclarara aquel asunto.Justo en ese momento entró Pablo, sabía que era peligroso dejar a Amanda sola con Cristina, esta podía meter la pata y ser descubierta. Cristina era prácticamente los ojos de Alejo en aquella casa.—Cristina por favor, puede encargarse de la niña, la Sra Elena tiene que acompañarme un momento a la biblioteca, el jefe pidió que ella revise algu
Una vez que Alejo se encuentra en la fiesta, su socio Don Fermín, lo recibe en un apartado con una hilera de chicas vestidas solo con lencería fina esperando por él.—Sé que me dijiste que las eligiera yo, pero no pude decidirme, hay demasiado material, así que, te traje una pequeña selección para que tú mismo escojas tu preferida.—Nunca dejas de sorprenderme querido amigo, por eso mismo tú y yo nunca dejaremos de hacer negocios juntos.Alejo se acerca caminando hacia las chicas quienes no le quitan la vista de encima a medida que él pasa frente a ellas. Se detiene frente a una trigueña de ojos azules, preciosa y, sin previo aviso, coloca sus manos en su trasero y lo agarra con fuerzas para luego, lamerle el cuello.—Tú eres mi primera escogida mamasita —dice mientras le toma el brazo y la saca de la hilera para colocarla a su lado.Continúa caminando mientras se sonríe y muerde su labio para escoger. Le encanta crear este ambiente de tensión, lo disfruta. Vuelve a detenerse, esta ve