Pequeñ@s Rosas, me gustaría saber más de ustedes, soy una persona curiosa, ¿de dónde me leen? Yo soy mexicana y tengo 25 años. Nos vemos mañana con el siguiente capi.
De vez en cuando, al despertar, salgo muy temprano, me calzo los tenis y una sudadera para salir a trotar la cuadra.Son las cinco de la mañana cuando salí despacio de mi casa, sin despertar a nadie, cerré con llave y me amarré el cabello. Aún estaba algo oscuro cuando comencé a trotar por la calle del vecindario, algunas luces de las casas ya se habían encendido.Mientras hacía mis respiraciones, vi el cielo entre las pocas copas de los árboles, respiré profundo, llenándome del aire fresco por el roció de la mañana. Toda la noche mi cabeza no hizo más que pesar y ahora, que el aire me entraba a los pulmones, intenté llenarme, porque este día no iba a ser más que de puras catástrofes.A la lejanía vi a la pareja de siempre, los Johnson, que salían juntos a correr todos los días, llevaban diez años de casados y parecían tan enamorados como desde el principio.Sonreí cuando los vi, ellos siempre parecían estar tan unidos.Me vieron a lo lejos y me saludaron agitando la mano, luego comen
Holly abrió el cajón donde debería estar su ropa interior, la vi remover todo, me estaba divirtiendo.—¿Dónde está mi ropa? —me miró molesta.Me llevé los brazos tras la cabeza y la miré divertido, anoche había pasado tiempo deambulando por su habitación, lo sé, me sentí un poco pervertido, pero no me arrepiento de haber hecho trizas esas horrendas bragas de algodón que seguramente había comprado en el supermercado.—Están donde deben estar, agapitós—(cariño).Me miró como si mi presencia le resultase nauseabunda.—¿Qué se supone que tengo que hacer con todo esto? —volvió a remover las prendas como si fuesen horrendas.—Usarlo—sonreí anchamente—, aunque sería algo distintivo, al final terminaré quitándolo igual.—Eres un pervertido—gruñó—, esto—hizo una seña hacia nosotros—, no te da derecho a tocar mis cosas ¿Dónde está mi ropa?—Ya te dije que esta donde debería estar… así que usa eso.Apretó los labios, removió de nuevo el cajón con la lencería, soltando un bufido, tomó algo.—Eres
—Sé que mentiste sobre lo de hace un rato—dijo sin mirarme.—¿De qué hablas?—Mi hijo no es una blanca palomita y sé sus intenciones sobre ti—me miró en cuanto terminó y se limpió las manos con una toalla.Quizá ese niño ya tenía experiencia en espantar algún interesado en su madre.—¿Lo ha hecho antes? —pregunté intentando parecer indiferente.—Nunca he traído a un hombre a casa, como te dije, pero a Tony le gusta manipular las cosas a su favor—se rio por lo bajo—, eso sí lo ha hecho antes y reconozco sus travesuras cuando las hace—se acercó para guardar las cosas de la mesa—, pero tampoco es para ponerse al nivel de un niño de cinco años—recriminó.Solté un bufido, es cierto, me comporté infantil.—No es un niño normal de cinco años, es un enano muy inteligente y manipulador.—Creo que te has reflejado en él—se cruzó de brazos y sonrió sarcástica.¿Yo? ¿reflejarme en él?, está bien, está bien, admito que sus rasgos son parecidos, pero no lo conozco para decir que tiene comparación c
James Mads Hawking, me cortó el aliento desde el primer momento en que lo vi entrar al salón de clases, con una máscara de chico tranquilo, educado, mostrando valores que muy pocos ahora tenían, aunque siempre hubo algo más bajo todo ello. No es de los que sonríe todo el tiempo o que está feliz con su vida, él es un hombre al que siempre lo abruma algo. Todo ese tiempo, creí haberme enamorado de él, porque sabía quién era, o, al menos eso era lo que mostraba; un hombre trabajador, que respetaba a todo el mundo, de fuerte personalidad y que ante los problemas se enfrentaba con la frente en alto. Pero, con el pasar de los años, descubrí quien era en realidad, un hombre atormentado por su pasado, pesimista, que llegado un tiempo siempre creía que todo era porque algo malo pasaría después, tirado al vicio del tabaco, que sentía que su vida no tenía razón de ser. Además de que, prefería esconderme de todos y que solo… me quería para una cosa. Cuando, al fin me di cuenta de que estando
—¡Nicky! Era el tercer raund, no podía creer que resistiera tanto. Nicky me miró algo cansado, gotas de sudor surcaban su rostro, jadeaba. —Estas acabando conmigo—se tumbó de espaldas a la cama, mientras me quedé ahí, mirando el techo e intentando recuperar el aliento. Solo solté una leve carcajada, me levanté para ir al baño y me encerré, me miré al espejo, sinceramente parecía otra persona, pero esto a Nicky le gustaba, los mechones humedecidos por el sudor parecían telarañas en mis hombros. Cabello negro en mi piel desnuda. Quizá no era tan raro, era solo las preferencias de Nicholas. Tiré de la peluca y la dejé con cuidado en un estante del gabinete, comencé a lávame la cara, pero, no fue suficiente, me lavé los brazos y el cuello. Al final me metí a la ducha, me lavé el cabello con fuerza, enjaboné mi cuerpo una y otra vez hasta que sentí que estaba bien, que estaba limpio. Salí a la habitación y vi a Nicky dormido, estaba tan cansado que su semblante estaba relajado, arroj
Para ser sincera, había bloqueado todo pensamiento de cómo sería su encuentro. Alice y Tony se miraron mutuamente, era su lenguaje, mirándose fijamente como si supieran en realidad lo que pensaban el uno del otro, luego me miraron a mí, casi podía sentir esa pregunta silenciosa, cual quiera que fuese, asentí a una aprobación. Para mi sorpresa, James caminó hacia adelante, pasándome de largo, sentándose con cuidado frente a ellos, que solo lo miraban fijamente. —Alice, eres realmente hermosa—sonrió anchamente, luego miró a Tony—, y tú, eres tan parecido a tu madre—les tomó con cuidado sus manos—, me alegra conocerlos al fin—la sorpresa en mis hijos fue repentina, al instante sus ojitos comenzaron a aguarse y soltaron largos sollozos lanzándose al cuello de James para abrazarlo. No pude evitar llorar con ellos, me giré para ocultarme un poco entre la pared de la cocina, escuchaba como James les hablaba con ternura intentando consolarlos. Me tapé la boca con fuerza, el pecho me dolía
Adam se agachó a mi altura, mirándome fijamente.—Duerme conmigo, Holly.Me cortó el aliento por su proximidad.—No, estoy muy cansada—me excusé.Sonrió ligeramente.—No pasa nada, te pedí que durmieras conmigo.—¿Cómo sé que mantendrás tus manos quietas?Caminé hacia mi habitación.—¿Eso es un sí?Tomé mi ropa de dormir y me metí a la ducha, pero esta vez cerré con seguro.Fue un día agotador y mañana lo será más, había estado evitando todo este tiempo a mis familiares, apenas podía soportar los comentarios de mi padre, ahora el turno de mis tías, iba a ser aun peor. Me sentía como una piñata, sus comentarios me molerían a palos.Sentía como si me quisiera a dar fiebre, debía controlarme, no podía enfermarme para mañana, fue mucha presión la que recibí hoy.Terminé de ducharme, me coloqué mi playera de Scorpions que me llegaba a los muslos y mi short de dormir, me recogí el cabello en mi toalla y salí.—Cerraste—refunfuñó Adam, parecía molesto, aunque había una burla en su boca.Esta
Esto había salido mucho mejor de lo que pensé.Ahuequé mis manos entre nosotros, tomando su miembro y comencé a mover mis manos con maestría, subiendo y bajando, Adam me miraba fijamente, con la boca entre abierta, sus pupilas dilatadas, su piel enrojecida, sus manos apretaban mis nalgas aún más.Me acomodé para dirigirlo hacia mí, ambos gemimos con fuerza cuando nos unimos.—Holly—su aliento me golpeó el rostro.Apretujó mi playera, la elevó para dejarme los pechos al descubierto, comencé a moverme y Adam echó la cabeza hacia atrás, comencé a besarle el cuello, hundí mis uñas en sus hombros, movió mi cadera a su gusto, me mordí los labios, solo escuchaba el sonido de nuestros cuerpos.Su piel bronceada contra mi piel blancuzca, me abrazó y movió ahora él sus caderas, hundiéndose más a mí.—Adam—gemí contra la piel de su cuello.Me giró bruscamente para quedar en la cama, tomando mis muñecas y alzándolas sobre mi cabeza, elevando mis pechos, bajó su boca para succionar mis pezones, su