No sé en qué momento perdí el control de la situación, pero cuando abrí los ojos, ya estaba sentada en su coche, con el motor rugiendo bajo nosotros y la ciudad deslizándose a través del parabrisas.—¿Por qué tengo la sensación de que me acaban de secuestrar? —dije, cruzándome de brazos.Vincent sonrió sin apartar la vista de la carretera.—Porque técnicamente lo hice.—Genial. Al menos admítelo con orgullo.—No es secuestro si disfrutas el viaje, Havana.Me giré en el asiento para mirarlo con escepticismo.—¿Y si grito?—Podrías intentarlo, pero dudo que quieras que alguien interrumpa esto.Su mano se deslizó con descaro sobre mi muslo.Maldito.Mi piel ardió bajo su toque, pero me negué a darle la satisfacción de verme perder la compostura.—Eres un mafioso manipulador.—Y tú eres una escritora que se muere por saber qué pasa después de la escena en el callejón.Puse los ojos en blanco.—No me conoces tanto.—Havana, te he estado siguiendo por años a través de tus libros. Sé exactam
No sé en qué momento terminé contra la pared, con Vincent besándome como si quisiera devorarme entera.Su lengua exploraba mi boca con una intensidad que me hacía arder, sus manos dibujaban caminos en mi espalda, y mi ropa de alguna manera empezó a desaparecer en el proceso.—¿Sabes qué es lo mejor de todo esto? —susurró contra mi cuello.Traté de recordar cómo funcionaban las palabras, pero su boca en mi piel estaba saboteando mi capacidad de pensar.—¿Q-qué?—Que sigues pensando que tienes el control.Oh, no.Oh, sí.Me sujetó de la cintura y en un movimiento experto me levantó, haciendo que enroscara mis piernas alrededor de él.—Vincent, espera…—¿Sí? —preguntó con la arrogancia de un hombre que sabía perfectamente que no quería que esperara nada.Abrí la boca para responder, pero en ese preciso momento…📢 ¡BOOM!¡Una explosión!El estruendo fue tan fuerte que la casa entera tembló.Mis ojos se abrieron de golpe y mi libido murió en el acto.—¿QUÉ DEMONIOS FUE ESO? —grité, intent
Me pasó su chaqueta para cubrirme y acarició mi mejilla con un gesto demasiado íntimo para el caos que nos rodeaba.—Quédate aquí.—Ni loca.—Havana…—Si crees que después de una explosión me voy a quedar sola en tu casa de mafioso, necesitas una mejor estrategia de convencimiento.Me miró con esa expresión de “me encanta que seas así, pero te voy a hacer sufrir por ello después” y suspiró.—Bien. Pero te quedas en el coche.Oh, sí, claro. Segurísimo que iba a obedecer.Dejemos algo claro: me dijeron que me quedara en el coche.Pero, en mi defensa, nunca fui buena siguiendo órdenes.Así que, cuando Vincent salió del vehículo con su típica postura de “soy el diablo en traje y todo el mundo me respeta”, decidí que no iba a quedarme sentada como una mascota bien entrenada.Esperé a que él desapareciera entre la multitud de tipos sospechosos y, sigilosamente, abrí la puerta y bajé.Sí, lo sé.Pésima idea.Pero, en mi mente, esto era como una escena de mis libros: la protagonista se infilt
El aire dentro del auto estaba cargado, pesado con una electricidad que no se disipaba. Vincent seguía ahí, su cuerpo acorralándome contra la puerta del coche, su aliento chocando contra mi piel.—Que eres mía —repitió, su voz un murmullo grave que me erizó la piel.Mi cabeza me decía que debía responder algo inteligente, desafiante, pero mi cuerpo… Mi cuerpo tenía otras ideas. No me aparté cuando sus labios rozaron los míos, suaves, tentativos, hasta que la tensión se rompió y se adueñó de mi boca con un hambre que me dejó sin aire. Sus manos se deslizaron por mis caderas, atrayéndome más a él, como si quisiera grabar mi existencia en su piel.Yo le correspondí con la misma intensidad, con la necesidad de demostrar que no era solo suya, sino que él también me pertenecía. Mis dedos se enredaron en su cabello, tirando levemente, arrancándole un gruñido grave y delicioso que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera.—Te vuelves insoportable cuando te desafían, ¿lo sabías? —jadeé contra s
Silencio. Tensión. Algo oscuro pasó por el rostro de Vincent… hasta que rodó los ojos y suspiró con fastidio.—¿En serio? —bufó—. Joder, sabía que volvería a meter sus narices.Antes de que pudiera decir algo más, un hombre entró con una gran sonrisa en el rostro, vestido con un traje demasiado colorido para la ocasión y con una expresión de total despreocupación.—¡Vinny, hermano del alma! ¡Hermanito del crimen y la mala vida! —exclamó el recién llegado, abriendo los brazos como si esperara un abrazo.Vincent se llevó una mano a la cara, negando con la cabeza.—Dios… maldito seas, Marco —murmuró.Yo pestañeé, confundida. ¿Este era el infame hermano del que hablaban con tanto misterio?Marco se giró hacia mí y sonrió de manera exagerada.—Y tú debes ser la damisela en apuros —dijo, con una reverencia ridícula—. Mucho gusto, soy Marco, el hermano guapo, inteligente y claramente el favorito de la familia.Me quedé mirándolo por un segundo antes de responder:—Si tú eres el favorito… la
A la mañana siguiente, decidí visitar a mi madre. Había pasado demasiado tiempo sin verla, y aunque le había enviado dinero para su tratamiento, quería asegurarme de que estuviera bien.Cuando llegué a su casa, la encontré sentada en el sofá, con un libro en la mano y su característico ceño fruncido. Me miró de arriba abajo, como si estuviera evaluando cada una de mis decisiones de vida.—¿Havana? —dijo con tono incrédulo—. Pensé que te habías unido a un culto o algo así.Suspiré y me dejé caer en el sillón frente a ella.—No, mamá, solo he estado… ocupada.Ella entrecerró los ojos.—¿Ocupada en qué exactamente? Porque de repente apareciste con dinero, y no quiero ni imaginarme en qué andas metida.Antes de que pudiera responder, mi hermana menor, Camila, irrumpió en la sala con una sonrisa radiante.—¡Havana! Mamá cree que eres traficante de órganos. Yo le dije que probablemente solo conseguiste un sugar daddy.—¡Camila! —exclamó mi madre con horror.Yo me llevé una mano a la cara.—
—Havana, querida, ¡y yo preocupada pensando que estabas haciendo cosas ilegales para conseguir dinero!Camila, que había estado silenciosa hasta ahora, explotó en carcajadas.—Técnicamente, eso sigue estando en el aire, mamá —comentó con sorna.Rodé los ojos y Vincent sonrió, divertido.—Puedo asegurarle que Havana no hace nada que no quiera hacer —afirmó, lanzándome una mirada cargada de significado.—Ajá, ajá… —mi madre no parecía del todo convencida, pero al menos parecía divertida. Y eso ya era un avance.—Entonces, Vincent, ¿a qué te dedicas? —preguntó de pronto, afilando la mirada.Me tensé. Vincent, en cambio, mantuvo su sonrisa impecable.—Negocios. Inversiones. Cosas aburridas que dudo que le interesen, señora.—¡Oh, no me subestimes! —dijo ella con una carcajada. —Me encanta saber en qué tipo de negocios está metido mi futuro yerno.—¡MAMÁ! —protesté, sintiendo mis mejillas arder.Vincent soltó una carcajada, disfrutando la situación más de lo que debería.—Tendré que invita
La noche en el club prometía ser una de esas que dejan huella. Apenas cruzamos la entrada, Vincent me guió con su mano firme en la parte baja de mi espalda. Era un gesto de control absoluto, posesivo, pero que en mí solo encendía un fuego que no sabía si quería apagar.Las luces del club titilaban con destellos dorados y escarlatas, la música vibraba en el aire y el murmullo de conversaciones se mezclaba con risas y promesas susurradas. Este lugar era un mundo aparte, un rincón de la ciudad donde la realidad se distorsionaba y las reglas se escribían en deseo.—Te ves hermosa esta noche —murmuró Vincent en mi oído, su aliento cálido enviándome un escalofrío delicioso por la columna.—Lo sé —respondí con una sonrisa traviesa, disfrutando del modo en que sus ojos se oscurecieron levemente.—Presumida.—Realista.Se rio bajo, un sonido grave y seductor que me hizo apretar los muslos instintivamente. Vincent tenía ese poder sobre mí, el de convertir incluso el acto más simple en algo eléc