Capítulo doce: El postre después del postreGabriella se había imaginado que aquello podría ocurrir y ya había decidido que no evitaría la pregunta. Se había mostrado ansiosa por dejar atrás su vida en Roma, pero sabía que todo se podía encontrar en Internet. Si Alonzo metía su nombre en Google, se enteraría muy pronto de lo que le había ocurrido con Lucca, el hombre con el que había pretendido olvidar su noche con Alonzo.A pesar de todo, respiró profundamente antes de contarle la sórdida y algo vergonzante verdad.—¿Has oído alguna vez lo de «en casa del carpintero, puerta de cuero»?—¿Es lo mismo que «en casa del herrero, cuchillo de palo»?—Efectivamente —comentó ella riendo—. Pues yo tuve un problema de relaciones públicas que no pude resolver.Alonzo frunció el ceño. Evidentemente, no lo sabía.—Lucca Castellini empezó como cliente. Me contrató para reparar la reputación de su negocio cuando se le acusó de prácticas deshonestas —dijo ella. Gaby había creído en él dado que la in
Capítulo trece: Embarazo inesperado—Cuéntamelo todo —le dijo la alegre voz de Alana a través del altavoz del teléfono.Gaby había llamado a su amiga para darle las gracias por la generosa cesta que acababa de recibir. Sacó un conjunto de blusa blanca de lino y falda lápiz roja y lo abrió para examinar la suavidad de la tela con detenimiento. Su amiga era una excelente diseñadora de modas.—Me encanta el conjunto, Alana —dijo Gaby leyendo la etiqueta.—La tela es orgánica y reciclable al cien por ciento, es algo nuevo en lo que estamos trabajando. Ahora, si no me cuentas todo sobre el hombre con el que te llevas acostando más de un mes, voy a ir a tu despacho con instrumentos de tortura.Gaby se echó a reír ante la colorida descripción de su amiga. Le había hablado sobre Alonzo de pasada.—¿Recuerdas el hombre misterioso de la aventura de una noche?—¿El de hace un año?—Ese mismo. No lo volví a ver en Roma después de aquello y ya sabes la desilución cuando ni siquiera se dignó a llam
Capítulo catorce: Cambio de planesAlonzo se quedó completamente rígido. La sangre le hacía zumbar los oídos, por lo que la voz de Gaby sonaba como si estuviera a más de un kilómetro de distancia.—Lo descubrí el viernes por la noche y no pude decírtelo durante el fin de semana porque primero tenía que decidir lo que quería hacer. Ya lo he decidido.—¿Qué quieres decir? —le preguntó él sin transmitir sentimiento alguno en la voz.—Lo que quiero decir es que voy a tenerlo. Como es tu hijo, decidí que ocultártelo no era una buena opción. Nacerá en el mes de diciembre, justo antes de Navidad.Alonzo había dejado a un lado su cerveza y se había puesto de pie. Ya no podía seguir sentado. Con aquellas palabras, Gabriella había cambiado radicalmente su futuro. El futuro de toda su familia. Y todo ello en el espacio de unas pocas semanas.—Ha pasado muy poco tiempo desde la fiesta de mi hermano. ¿Cómo puedes saber tan pronto que estás embarazada?—Hace cuatro semanas y medias desde que tuvim
Capítulo quince: Play boy divertidoGabriella no sabía que la subasta benéfica a la que Alonzo la había invitado sería en casa de los padres de él hasta que llegaron a la mansión. Era gigantesca. Gaby la había visto por internet, pero nunca había visto más de tres mil cuatrocientos metros cuadrados de casa en directo. La mansión era casi como una pequeña localidad.—Vaya… Es impresionante… ¿Creciste en esta casa? —le preguntó a Alonzo. Los dos iban sentados en el asiento posterior de una limusina.—No. Compraron esta casa hace unos siete u ocho años. Nosotros crecimos en una casa muy grande, pero no tanto como esta.El conductor detuvo el coche y un asistente fue a abrirles la puerta. Gaby aceptó la mano que él le ofrecía para descender. Después, ofreció la misma mano a Alonzo.El esmoquin que llevaba puesto era como el que había llevado a la fiesta de cumpleaños de Alonzo, pero iba todo de negro, camisa y pajarita incluidos. La oscuridad hacía que su piel reluciera y que los brillan
Capítulo dieciséis: Fecha para la bodaLa expresión de preocupación de Alonzo fue lo primero que Gaby vio cuando abrió los ojos. Se tocó la frente porque notaba algo húmedo sobre ella y se quitó un trapo negro.Alonzo se lo arrebató enseguida.—Fiona, ¿te importaría humedecer esto de nuevo?Fiona se apresuró a ayudar. Regresó unos segundos más tarde con un trapo mucho más fresco, que Alonzo volvió a aplicarle en la frente a Gaby.—Nada de tacones altos en lo sucesivo —le dijo él.—Déjala en paz —le recriminó Fiona. Tenía una botella de agua en las manos—. Toma un sorbito, Gaby.Alonzo la ayudó a incorporarse para que pudiera beber de la botella. Se sentía mucho mejor. Estaba en un enorme salón repleto de sofás y de mesitas de café.—Te has desmayado. ¿Has comido algo hoy? —le preguntó Alonzo con voz algo enojada, aunque su innata ternura delineaba todas las palabras.—He comido un poco —murmuró Gaby. Sacó los pies del sofá y los puso sobre el suelo. Los pies desnudos, sin emb
Capítulo diecisiete: Tu casa es mi casaAlonzo palideció de un momento a otro. Cuando se comprometió con Gaby, jamás creyó que terminaran casándose. Incluso con un bebé en camino no había planeado casarse con ella, pero tampoco había considerado que todo el mundo esperara que lo hicieran oficial, sobre todo cuando había un bebé que llevaría el apellido Varca.—Tengo que dejarte. Ciao!Fiona le colgó el teléfono. Él buscó el calendario en su móvil y miró el mes de mayo.Su hermana tenía razón. Su bebé venía tanto si había fecha de boda como si no. Si Gaby y él no se casaban, dentro de unas pocas semanas tendrían que anunciar un embarazo y también la decisión de que no iban a casarse.Resultaba anticuado pensar que se tenían que casar porque estuvieran esperando un bebé, pero sus padres así lo desearían, en especial después de que se hubieran enterado de que se había casado con Yvonne siguiendo un impulso.Sin embargo, nadie sabía la verdadera razón que había tenido para casarse con Yv
Capítulo dieciocho: Mi dueño—¿Se acabó? —Alonzo frunció el entrecejo, sintiendo una repentina inddignación—. De eso nada.—¡Alonzo! —exclamó Gabriella.Él la miró de la cabeza a los pies hasta llegar a los zapatos que debería haber tirado en vez de dejar escondidos en su armario.—Llevas puestos los zapatos que te dije que no te pusieras —gruñó.—Estamos en un país libre.—Te vienes a mi casa —reiteró él. No podía arriesgarse a que ella se cayera con aquellos zapatos o se olvidara de comer. No quería ni pensar en que ella estuviera sola si volvía a sentir náuseas cuando llegara la mañana. Quería que Gaby estuviera a salvo. La quería con él—. No hay más discusión.—No puedes mantenerme prisionera, ¿sabes?Gaby era muy testaruda. Alonzo dejó caer la bolsa y estrechó a Gabriella contra su cuerpo. La besó profundamente, deslizándole la lengua entre los labios. Le agradó ver que la mano que ella tenía libre pasó de empujarlo a agarrarle con fuerza la camisa para tirar más de él. El gozo
Capítulo diecinueve: En la calleAsher Serra y Marieta Longo estaban sentados a una mesa redonda que había junto a la piscina. Gaby estaba frente a ellos en una silla de mimbre a juego con las demás. Los había conocido en la mansión de Asher, a petición de este, y estaba tan agradecida por lo que él le estaba ofreciendo como por la calidez del sol de verano.Estaban buscando en aquellos momentos a un especialista en relaciones públicas para que se ocupara de un incidente que había ocurrido durante una fiesta particularmente alocada en la que Marieta, que estaba comprometida con Miguel Leone, su jefe, había sido fotografiada besándose con Asher.¿Quién podía culparla? Marieta y Asher tenían poco más de veinte años y Miguel estaba ya cerca de los cuarenta.En realidad, Marieta y Asher parecían pareja, no solo por las gafas de aviador idénticas que llevaban puestas, sino también porque tenían las manos entrelazadas sobre la mesa, en la que descansaban tres vasos de limonada helada.—Quer