Capitulo uno: La invitación a la fiesta
Gabriella De Luca estaba sentada en la cafetería, una de las más famosas de Florencia, esperando una reunión con un cliente importante, pero Gaby no tenía ningún deseo de admirar la decoración o la hermosa arquitectura que había fuera de la ventana, puesto que era una mujer profesional.En el año que llevaba en la ciudad, rara vez había tenido la oportunidad de tomarse un momento para admirar la vista, a pesar del ritmo pausado de la vida en Florencia, y siempre se había sumergido deliberadamente en su trabajo, eligiendo, por alguna razón, evitar recordar al hombre de su pasado que siempre había rondado por su mente.Sus ojos, que repasaban los datos del cliente, abandonaron la pantalla al darse cuenta de que la cita estaba a punto de terminar.Pronto, una hermosa joven se acercó a ella.—¡Usted debe ser la famosa directora de relaciones públicas, señorita Gabriella! La recién llegada de enfrente vio la cara de Gaby y sus ojos se iluminaron al instante; sí, la única persona en el mundo que podía ayudar a su familia a limpiar su desorden era la mujer que tenía enfrente. Y Fiona debía aferrarse a ese salvavidas.—Y usted debe ser la señorita Fiona Varca —Gaby se levantó sin prisas, había leído sobre la mujer que tenía delante, Fiona, la propia hermana del alcalde de Florencia.Ese tipo de familia famosa del mundo de la política y los negocios, con intrincadas conexiones y muchos intereses en juego. No la conocía en persona, pero había tratado a mucha gente así debido a la naturaleza de su trabajo.Estas personas, por muy arrogantes que solían ser, no eran de las que se asustaban cuando se encontraban con problemas graves.Podía ser que Gaby no fuera una salvavidas, pero su reputación de ayudar a las empresas a redimirse y resucitar a los grandes conglomerados era bien conocida en los círculos de relaciones públicas, y su capacidad para hacer su trabajo era evidente para todos, y el proceso por el que Fiona la encontró no fue tan fácil como podría haber sido.—Señorita Gaby, vayamos al grano. Estoy seguro de que has leído la información que te envié sobre el escándalo, un asunto de gran importancia para mi hermano. Yo... solo puedo pedirte ayuda, y ahora no sé qué hacer.—Sí, ya tengo algunas ideas —aseguró Gaby—, y aunque el problema es un poco complicado, no carece de soluciones. Así que vamos a empezar el análisis desde el principio, y podemos hacer esto....Unas horas más tarde, y poco después de que De Luca Consulting se hiciera cargo de la tarea, la opinión pública se tranquilizó.Gaby se sentó en la silla de su jefe en su despacho, dejando todo lo que tenía a mano y acabando por hundirse en el sofá, con los ojos cerrados mientras daba un largo suspiro.De repente sonó el teléfono y lo cogió para ver que era Fiona la que llamaba.—Queremos darle las gracias e invitarle a nuestra cena. Me pregunto si sería tan amable de permitirme llevarle la invitación más tarde.—Oh, no —ella se apresuró a negar—, yo también he sido invitada, como representante de mi empresa de relaciones públicas.—¿Así que vas a venir? Dígame, necesito un amigo en esta fiesta, ya sabe, el escándalo que convirtió a mi novio en un ex—novio.—Vale. La veré allí entonces.Gaby colgó voluntariamente, sin importarle mucho la atontada rubia. Aunque era cliente, el trabajo y la vida de Gaby estaban claramente separados, y no estaba demasiado interesada en entablar una amistad con aquella niña mimada busca problemas cuatro años más joven que ella. Su objetivo era conocer más clientes potenciales.La pantalla de su ordenador se iluminó y Fiona le envió una invitación de todos modos, pero de forma electrónica, junto con un mensaje en su chat de W******p: "Como te considero mi nueva mejor amiga, he pensado en enviarte esta invitación, que es de mis hermanos".Un poco de tranquilidad la recorrió por dentro.Abrió la invitación y encontró una nota dirigida a "Alonzo".—¿Alonzo? —Gaby recordaba el nombre, era el nombre del hombre con el que había tenido una aventura de una noche años atrás. Lo había conocido por casualidad en otra fiesta de negocios, y a pesar de que la experiencia de esa noche había sido genial, casi la mejor experiencia sexual de su vida, no sabía su apellido.«Solo Alonzo», le había dicho cuando ella preguntó su nombre.«Debe ser una coincidencia», pensó Gaby, y no pudo evitar que su mirada se posara de nuevo en el nombre inscrito en letras doradas.Gaby se quedó mirando el nombre sin aliento por un momento, y lo volvió a pronunciar mientras una extraña sensación la invadía.El nombre del alcalde era Zackary y el de su hermano mayor era el bien conocido Pietro Varca, así que, ¿quién era ese hombre? Con aquella pregunta en su mente, Gaby miró el reloj; era hora de arreglarse para la fiesta de la noche.Capítulo dos: ¡No puedo creer que seas tú!Gaby se puso delante del espejo y se miró con un vestido blanco que perfilaba sus curvas perfectas, un regalo que se merecía por haber sudado en el gimnasio.Sus rizos rubios cayeron sobre su pecho y jugueteó con sus accesorios, de manera distraída escudriñó el vestido que tenía una abertura que dejaba al descubierto sus muslos.Estaba claro que iba a acaparar toda la atención de la sala, para conseguir más clientes posibles, sin embargo, ella misma no tenía la menor consideración por el tipo de persona que cuidaba su aspecto sin enriquecer su corazón. Pero por mucho que trabajara, por mucho que se ocupara deliberadamente del trabajo, siempre podía sentir que había una parte de sí misma que no se realizaba del todo, que se sentía solitaria y en ocasiones... frustrada. Un año después de llegar a Florencia, se había ido integrando poco a poco en los círculos de la ciudad, tanto políticos como empresariales y se comunicaba entre aquella gente
Capítulo tres: Soy el mismoGaby no encontraba más razones para seguir evitándolo, ¡sus peores temores se habían hecho realidad! No se atrevió a seguir pensando en ello.«A lo mejor ni se acuerda de mí, no te pongas nerviosa, estás aquí por trabajo», se tranquilizó dándose ánimo mentalmente.Tan rápido como pudo, recogió sus ojos sorprendidos y miró al alcalde, forzando una sonrisa.El alcalde hizo un gesto a Alonzo para que se acercara y él mismo se dio la vuelta.Gaby le tendió la mano de manera inconsciente. —Encantada de conocerle —dijo como si no lo hubiera visto antes. Sin embargo, Alonzo al parecer tenía otros planes. —Es agradable verla nuevamente, señorita De Luca. El hombre añadió la palabra "nuevamente" de forma intencional antes de tomar la mano de Gaby entre las suyas.Ella sintió el calor de la mano de Alonzo y se dispuso a tirar de la misma para alejarse, pero descubrió que él no tenía intención alguna de soltarla. Entonces, Gaby se esforzó mucho más para liberarse d
Capítulo cuatro: Ex esposa y prometidaYvonne notaba la presencia de la compañera de su ex marido en vestido blanco, y agarrada al antebrazo de él. Parecían ser una fina pareja. ELos celos se apoderaron de su mente no tan inteligente y se lanzó por impulso a Gaby en lugar de Alonzo. —¡¿Quién es esta perra?! ¿Quién te ha dado permiso para acercarte a mi esposo, zorra cazafortunas? —Yvonne pregunto como una loca y antes de que alguien pudiera siquiera mover un dedo, le dio una bofetada con fuerza a Gaby. —¿Qué haces? —Alonzo la empujó de inmediato para luego volverse a observar y tocar la cara hinchada de Gaby—. ¿Estás bien? ¿Te duele? El alboroto llamó la atención del alcalde Varca.—Pero, ¿que está pasando aquí?—Señor Alcalde, ¡mire lo que ha hecho su hermano! Me obligó a divorciarme de él... ¡tres días después de nuestra boda! —chilló como histérica—. Para colmo, ni siquiera quiere compensarme con mi merecida indemnización monetaria! ¿Alguna vez ha visto una escoria como él? L
Capítulo cinco: Me sigues deseando Yvonne siguió gritando como las anguilas de “La princesa prometida” al mismo tiempo que los guardias de seguridad se la llevaban. Zackary se acercó a ellos y utilizó la ligera ventaja que le daba su altura para tratar de intimidar a Alonzo. —A ver si lo entiendo —dijo con aquella exagerada tranquilidad que lo caracterizaba—. ¿Estás prometido con la Señorita De Luca? El alcalde miró a Gaby con una expresión increíble en su rostro, no entendía cómo la hermosa mujer que acababa de presentarle a su hermano de repente se había convertido en su prometida. ¿Qué estaba pasando entre aquellos dos? Gaby guardó su sonrisa e intentó quitarse el anillo del dedo anular para volver con Alonzo, pero no pudo sacarlo —¿Por qué no? Gaby levantó la cabeza y miró insatisfecha, solo estaba aquí por emergencia, no tenía la intención de jugar a ser su prometida todo el tiempo, pero no tenía la intención de refutar. Este era su instinto profesional como publicista pr
Capítulo seis: Mano traviesaAlonzo no era de los que se casaban, sino de los hombres a los que le gustaba disfrutar de aventuras de una noche. O, por lo menos, eso era lo que ella había pensado.Cortó el cordero que tenía en su plato y, en voz muy baja, le hizo a Alonzo la pregunta del millón.—¿Estabas casado cuando nos acostamos hace un año?Gaby se arrepintió de la pregunta justo después de hacerla, no quería que su cliente nuevo se hiciera una idea equivocada, sólo necesitaba hacer una buena investigación a fondo, profesionalmente hablando.Él estaba masticando y se detuvo un instante antes de continuar, sonriendo con la boca cerrada antes de tragar. «Ella debe estar celosa.»Se pasó la lengua por los labios y bebió un poco de agua antes de responder. Volvió la cabeza para ver si Gaby estaba enfadada, pero la expresión de su cara y sus ojos, que no cambiaron, le decepcionaron un poco. De hecho, a Gaby no le importó el retraso. El cordero estaba espectacular. Cortó otro pequeñ
Capítulo siete: Pasa la noche conmigoRígida como un cadáver, Gaby consiguió esbozar una sonrisa. Sin inmutarse, Alonzo lanzó su servilleta sobre la mesa antes de tomar la de Gaby para quitársela del regazo y se puso de pie. Entonces, le ofreció la mano. Gaby rezó para que el rubor que le cubría las mejillas se tomara por vergüenza ante la atención que todos les estaban profesando.Colocó la palma de la mano sobre la de él y, con un rápido movimiento se bajó la falda antes de ponerse de pie junto a él para aceptar el aplauso de todos los invitados.Tan fresco como una rosa, Alonzo empujó el plato del postre de Gaby hacia un lugar más seguro y le entregó a ella la copa de vino antes de levantar la suya propia.Entonces, todos bebieron por su compromiso.—Me gusta esto —comentó Alonzo al mismo tiempo que tocaba con el pulgar la 'V' que colgaba de la pulsera de Gaby—. Me hace sentir posesivo.Gaby se movía al ritmo de la música, entre sus brazos.A Alonzo le gustaba tener la mano de ella
Capítulo ocho: Consumidos por el deseo—Nos vamos a retirar. Feliz cumpleaños.Alonzo le ofreció la mano a su hermano. Zackary se la estrechó, algo que a Gabriella le resultó encantador, aunque demasiado formal.—Gabriella, siéntete como en tu casa —le dijo Zackary—. Mis empleados te proporcionarán todo lo que necesites.—Yo le daré todo lo que necesite —afirmó Alonzo al mismo tiempo que agarraba la mano de Gaby—. Es mi prometida.Cuando él le guiñó un ojo, Gaby sonrió. Alonzo era muchas cosas, que conocía bien antes de que se enterara de que él era el hermano de Zackary Varca, pero quizá la más importante de todas ellas fuera que Alonzo era muy divertido. No obstante, con él Gaby estaba rompiendo su regla más importante, la de no acostarse nunca con un cliente. La infringiría en aquella ocasión, aunque fuera solo para él. Alonzo hacía que resultara delicioso romper las reglas. Alonzo centraba la atención de Gabriella en el presente, razón por la cual ella le había invitado a ir a su
Capítulo nueve: Soy tuyaAlonzo hizo que Gaby anduviera hacia atrás y ella se dejó llevar para terminar junto a la cama de la que estaban a punto de hacer buen uso. El elegante dosel llegaba prácticamente al techo, adornando una cama tan hermosa que hubiera sido adecuada para una princesa.Alonzo le dio el último empujón hasta que ella se sentó sobre el colchón y abrió los ojos. Vio que Alonzo la estaba mirando, con la camisa y los pantalones desabrochados y los ojos ardientes.—Maldit@ sea, no sé qué hacer primero.—Yo sí…Gaby le agarró su longitud una vez más, pero Alonzo le apartó la mano.—Eso no…Alonzo sonrió y, entonces, le enganchó los dedos en las braguitas y se las empezó a quitar. Se detuvo en los tobillos. Sin dejar de mirarla, le quitó un zapato y luego otro, tirando ambos por encima de su hombro. La braguita de seda corrió la misma suerte.—Muévete hacia el centro de la cama…Gaby lo hizo, desnuda y tan excitada que se preguntó si él podría ver cómo le tembl