Capítulo nueve: Soy tuyaAlonzo hizo que Gaby anduviera hacia atrás y ella se dejó llevar para terminar junto a la cama de la que estaban a punto de hacer buen uso. El elegante dosel llegaba prácticamente al techo, adornando una cama tan hermosa que hubiera sido adecuada para una princesa.Alonzo le dio el último empujón hasta que ella se sentó sobre el colchón y abrió los ojos. Vio que Alonzo la estaba mirando, con la camisa y los pantalones desabrochados y los ojos ardientes.—Maldit@ sea, no sé qué hacer primero.—Yo sí…Gaby le agarró su longitud una vez más, pero Alonzo le apartó la mano.—Eso no…Alonzo sonrió y, entonces, le enganchó los dedos en las braguitas y se las empezó a quitar. Se detuvo en los tobillos. Sin dejar de mirarla, le quitó un zapato y luego otro, tirando ambos por encima de su hombro. La braguita de seda corrió la misma suerte.—Muévete hacia el centro de la cama…Gaby lo hizo, desnuda y tan excitada que se preguntó si él podría ver cómo le tembl
Capítulo diez: Una cenaA la mañana siguiente después de la fiesta, Alonzo se despertó al lado de Gaby, en la cama que habían deshecho por completo a lo largo de la noche anterior. La colcha y las mantas estaban sobre el suelo, las sábanas revueltas y arrancadas por tres sitios, dejando al descubierto el colchón.Alonzo estaba desnudo y mostraba la erección matutina de la que le había hablado a Gaby. Sin embargo, en aquella ocasión, en vez de solucionar él mismo el problema, Gaby se mostró dispuesta a aliviárselo.Se deslizó por encima del cuerpo de Alonzo. Él vio cómo la hermosa cabellera rubia le acariciaba los muslos y le causaba tanto placer que él pensó que no se recuperaría jamás.Sin embargo, claro que se recuperó. Lo suficiente para volver a hacerle el amor y convencerla para que se ducharan juntos. Decidió que enjabonar el cuerpo de Gaby acababa de convertirse en su pasatiempo favorito.Más tarde, ataviada con el vestido de la noche anterior, completamente arrugad
Capítulo once: Cita en La Dolce Vitta Gabriella abrió la boca, tal vez para protestar, pero sonrió muy a su pesar. Alonzo tiró de ella y la volvió a tomar entre sus brazos para sentir aquellos turgentes senos contra su torso. —Te prepararé el desayuno por la mañana —le prometió—. Y después, te haré algo para comer. Ella hizo un gesto de incredulidad con los ojos y dejó escapar una pequeña carcajada. A Alonzo le pareció que le estaba diciendo que sí. —Te recogeré en tu casa a las siete.—Tengo que trabajar hasta tarde. Alonzo ya había vuelto a su escritorio. —De ninguna manera. A las siete. Apretó un botón para llamar a Sam. —Haz una reserva en La Doce Vitta a las siete de esta tarde. —¿En La Dolce Vitta? —preguntó Gaby atónita. ¿Estaba impresionada? Alonzo esperaba que sí. —¿Has estado alguna vez? —Una vez. Con un cliente del que no diré su nombre. —¿Un hombre? —preguntó Alonzo sin poder contenerse. Ella sonrió. —¿Acaso te gustaría saberlo? —A las siete —reiteró él. —A l
Capítulo doce: El postre después del postreGabriella se había imaginado que aquello podría ocurrir y ya había decidido que no evitaría la pregunta. Se había mostrado ansiosa por dejar atrás su vida en Roma, pero sabía que todo se podía encontrar en Internet. Si Alonzo metía su nombre en Google, se enteraría muy pronto de lo que le había ocurrido con Lucca, el hombre con el que había pretendido olvidar su noche con Alonzo.A pesar de todo, respiró profundamente antes de contarle la sórdida y algo vergonzante verdad.—¿Has oído alguna vez lo de «en casa del carpintero, puerta de cuero»?—¿Es lo mismo que «en casa del herrero, cuchillo de palo»?—Efectivamente —comentó ella riendo—. Pues yo tuve un problema de relaciones públicas que no pude resolver.Alonzo frunció el ceño. Evidentemente, no lo sabía.—Lucca Castellini empezó como cliente. Me contrató para reparar la reputación de su negocio cuando se le acusó de prácticas deshonestas —dijo ella. Gaby había creído en él dado que la in
Capítulo trece: Embarazo inesperado—Cuéntamelo todo —le dijo la alegre voz de Alana a través del altavoz del teléfono.Gaby había llamado a su amiga para darle las gracias por la generosa cesta que acababa de recibir. Sacó un conjunto de blusa blanca de lino y falda lápiz roja y lo abrió para examinar la suavidad de la tela con detenimiento. Su amiga era una excelente diseñadora de modas.—Me encanta el conjunto, Alana —dijo Gaby leyendo la etiqueta.—La tela es orgánica y reciclable al cien por ciento, es algo nuevo en lo que estamos trabajando. Ahora, si no me cuentas todo sobre el hombre con el que te llevas acostando más de un mes, voy a ir a tu despacho con instrumentos de tortura.Gaby se echó a reír ante la colorida descripción de su amiga. Le había hablado sobre Alonzo de pasada.—¿Recuerdas el hombre misterioso de la aventura de una noche?—¿El de hace un año?—Ese mismo. No lo volví a ver en Roma después de aquello y ya sabes la desilución cuando ni siquiera se dignó a llam
Capítulo catorce: Cambio de planesAlonzo se quedó completamente rígido. La sangre le hacía zumbar los oídos, por lo que la voz de Gaby sonaba como si estuviera a más de un kilómetro de distancia.—Lo descubrí el viernes por la noche y no pude decírtelo durante el fin de semana porque primero tenía que decidir lo que quería hacer. Ya lo he decidido.—¿Qué quieres decir? —le preguntó él sin transmitir sentimiento alguno en la voz.—Lo que quiero decir es que voy a tenerlo. Como es tu hijo, decidí que ocultártelo no era una buena opción. Nacerá en el mes de diciembre, justo antes de Navidad.Alonzo había dejado a un lado su cerveza y se había puesto de pie. Ya no podía seguir sentado. Con aquellas palabras, Gabriella había cambiado radicalmente su futuro. El futuro de toda su familia. Y todo ello en el espacio de unas pocas semanas.—Ha pasado muy poco tiempo desde la fiesta de mi hermano. ¿Cómo puedes saber tan pronto que estás embarazada?—Hace cuatro semanas y medias desde que tuvim
Capítulo quince: Play boy divertidoGabriella no sabía que la subasta benéfica a la que Alonzo la había invitado sería en casa de los padres de él hasta que llegaron a la mansión. Era gigantesca. Gaby la había visto por internet, pero nunca había visto más de tres mil cuatrocientos metros cuadrados de casa en directo. La mansión era casi como una pequeña localidad.—Vaya… Es impresionante… ¿Creciste en esta casa? —le preguntó a Alonzo. Los dos iban sentados en el asiento posterior de una limusina.—No. Compraron esta casa hace unos siete u ocho años. Nosotros crecimos en una casa muy grande, pero no tanto como esta.El conductor detuvo el coche y un asistente fue a abrirles la puerta. Gaby aceptó la mano que él le ofrecía para descender. Después, ofreció la misma mano a Alonzo.El esmoquin que llevaba puesto era como el que había llevado a la fiesta de cumpleaños de Alonzo, pero iba todo de negro, camisa y pajarita incluidos. La oscuridad hacía que su piel reluciera y que los brillan
Capítulo dieciséis: Fecha para la bodaLa expresión de preocupación de Alonzo fue lo primero que Gaby vio cuando abrió los ojos. Se tocó la frente porque notaba algo húmedo sobre ella y se quitó un trapo negro.Alonzo se lo arrebató enseguida.—Fiona, ¿te importaría humedecer esto de nuevo?Fiona se apresuró a ayudar. Regresó unos segundos más tarde con un trapo mucho más fresco, que Alonzo volvió a aplicarle en la frente a Gaby.—Nada de tacones altos en lo sucesivo —le dijo él.—Déjala en paz —le recriminó Fiona. Tenía una botella de agua en las manos—. Toma un sorbito, Gaby.Alonzo la ayudó a incorporarse para que pudiera beber de la botella. Se sentía mucho mejor. Estaba en un enorme salón repleto de sofás y de mesitas de café.—Te has desmayado. ¿Has comido algo hoy? —le preguntó Alonzo con voz algo enojada, aunque su innata ternura delineaba todas las palabras.—He comido un poco —murmuró Gaby. Sacó los pies del sofá y los puso sobre el suelo. Los pies desnudos, sin emb