Permanecía en el pasillo de esa mansión grandiosa, observando a Dante interactuar con los tres niños que, hasta ese momento, creía que eran sus hijos. Mi corazón latía rápidamente, y una sensación de nostalgia mezclada con una pizca de sorpresa dominaba mis sentimientos. Dante se acercó a mí, los pequeños a su lado, y me dirigió una mirada que parecía llevar consigo una mezcla de emociones.
Federica me miró a los ojos, evaluando la intensidad de mi pregunta. "Sí, Catarina. Dante se casó con Diana Contini tan pronto como te fuiste."Mi corazón pareció perder un latido, pero ma
Acepté el gesto con un asentimiento, y juntos comenzamos a bajar las escaleras hacia el área del comedor. El silencio entre nosotros era cómodo, pero cargado con el peso de lo no dicho."¿Por qu&
Dante se levantó, su expresión revelando una mezcla de sorpresa e incertidumbre. "Diana, decidiste unirte a nosotros."Diana sonrió, una chispa desafiante en sus ojos. "¿Por qué deber&iacu
PERSPECTIVA DE ADAM SCOTTLa noche era agradable y el tentador aroma de la cena preparada por mi madre, Mary Scott, flotaba en el aire. Mi padre, Thomas Scott, servía una copa de vino mientras esperábamos la l
PERSPECTIVA DE ADAM SCOTTLa mañana ya despuntaba en el cielo de la ciudad cuando me vi solo en mi apartamento, envuelto por la incertidumbre del paradero de Catarina. La noche que debería haber sido marcada p
La atmósfera en la mesa de la cena seguía cargada, pero esta vez la tensión se aliviaba con una pizca de curiosidad sobre mi relación con Adam Scott. Sentada a la izquierda de la cabecera de la mesa, donde Don Salvatore Mancuso presidía, me pidieron que compartiera más sobre mi novio.
Fue tan rápido, de repente estaba contra la pared, él me besaba tan delicioso con esos labios suaves como durazno y aliento refrescante. No pude resistir y mordí su labio delicadamente. Él se dejó llevar y aceptó la mordida, retrocediendo lentamente, haciendo que mis dientes rozaran su labio inferior. Los labios ya no estaban entre mis dientes y abrí los ojos. Pude apreciar esos ojos caramelizados que me devoraban sin miedo.