El nudo en mi garganta se apretó, y el sentimiento de horror fue repentinamente reemplazado por una ira que burbujeaba dentro de mí. La audacia de Dante superaba todos los límites, y una determinación incandescente ardía en mi mirada. No permitiría que este acto atroz me intimidara.
Mi corazón aún latía frenéticamente mientras me alejaba del despacho de Dante. La conversación con él arrojó una luz sombría sobre la naturaleza de la situación, y luchaba por reconciliar mis emociones. La mansión parecía silenciosa y claustrofóbica, cada pasillo resonaba con la tensión que se acumulaba entre las paredes.
La mansión de la familia Mancuso estaba envuelta en un silencio nocturno cuando me encontraba inmersa en el estudio minucioso del caso de Don Salvatore. La complejidad de su condición exigía mi atención total, y me dedicaba a comprender cada detalle antes de la cirugía que se aproximaba. Sin embargo, ese enfoque preciso fue interrumpido por gemidos provenientes del cuarto contiguo.
Caminé por el pasillo en dirección a la oficina, con mis pensamientos inmersos en los desafíos que se presentaban. Sabía que no sería fácil, pero mi determinación era inquebrantable. Dante y sus hermanos necesitaban entender que la seguridad de Don Salvatore no era negociable.
Mientras ajustaba las maletas, sentí la presencia de Federica, que observaba con una mirada cariñosa. Sus comentarios afectuosos indicaban que aún veía en mí a la joven que alguna vez formó parte del día a día de esa casa.
Continué, eligiendo mis palabras con cuidado. "Recibí una oreja en una caja roja. La tarjeta dentro de la caja tenía la letra de Dante, pero la oreja era de Adam. Solo quiero entender quién hizo esto, si fuiste tú o alguien más de la familia."
Sentada al lado de Dante, quien conducía a alta velocidad por la carretera hacia Roma, observaba cómo el paisaje pasaba rápidamente. Dante llevaba gafas de sol y, de vez en cuando, soltaba risas que resonaban en el interior del coche. Lo miré con seriedad, intrigada por lo que podría estar causando tanta diversión.
Tu observación directa hizo que levantara una ceja. "¿Cómo es eso? No estoy buscando trabajo, Dante. Tengo uno, o tenía uno en Nueva York.""Matteo sugirió a Isabella y a todos los hospita