La habitación se sumía en la penumbra, las sombras danzaban en las paredes a medida que el día dejaba paso a la noche. Mi mente estaba inmersa en un mar de pensamientos tumultuosos, las opciones ante mí parecían laberínticas y desconcertantes. El dilema entre Adam y Don Salvatore persistía, ambos caminos trazando un destino incierto.
El nudo en mi garganta se apretó, y el sentimiento de horror fue repentinamente reemplazado por una ira que burbujeaba dentro de mí. La audacia de Dante superaba todos los límites, y una determinación incandescente ardía en mi mirada. No permitiría que este acto atroz me intimidara.
Mi corazón aún latía frenéticamente mientras me alejaba del despacho de Dante. La conversación con él arrojó una luz sombría sobre la naturaleza de la situación, y luchaba por reconciliar mis emociones. La mansión parecía silenciosa y claustrofóbica, cada pasillo resonaba con la tensión que se acumulaba entre las paredes.
Caminé por el pasillo en dirección a la oficina, con mis pensamientos inmersos en los desafíos que se presentaban. Sabía que no sería fácil, pero mi determinación era inquebrantable. Dante y sus hermanos necesitaban entender que la seguridad de Don Salvatore no era negociable.
Continué, eligiendo mis palabras con cuidado. "Recibí una oreja en una caja roja. La tarjeta dentro de la caja tenía la letra de Dante, pero la oreja era de Adam. Solo quiero entender quién hizo esto, si fuiste tú o alguien más de la familia."