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Narra Leah

De pronto Santiago entro a la habitación, y al ver el libro en mis manos, sonrió. Me dijo que era su favorito y que su madre se lo contaba todos los días…. Antes de dormir. Y entonces acostándose en mi regazo me pidió que lo leyera en voz alta, aunque sabíamos que no podíamos permanecer muchos untos, fuimos rebeldes.

CAPITULO VIII

MENSAJES DE AMOR

—¿Tienes la idea?

—La tengo señor.

—Sabes que cuando estemos solos, no tienes por qué referirte a mi como tu señor.

—Lo sé, señor.

—Cristal...

—Lo siento, Stefan. Es lo mejor.

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