Narra Leah♥
—Leah, no quiero que hables con nadie durante la fiesta.Asiento hacia mí madre y miro a mi hermana gemela sonreír. Con ganas de llorar bajo la cabeza y paso por su lado para meterme en el coche. Mi padre le da instrucciones a nuestro chofer para que nos lleve hasta la Casa Divinidad, en donde será la celebración de nuestro cumpleaños número 18.
—Recuerda Lila, sonreír y saludar. —decía Laura, mi madre, mientras acariciaba los dorados risos de mi hermana—. Tienes que captar la atención de todos, en especial la de la Familia Castro, tu padre y yo hemos pensando en emparentar con ellos y quien mejor que tú para ganarse el corazón de su hijo mayor, Horacio.
Mire de reojo a mi hermana y puso los ojos en blanco. La idea de coquetearle a Horacio nunca le ha parecido la mejor. A ella no le gusta, eso lo ha dejado claro, pero nunca se lo manifestaría a mis padres, no cuando dentro de su perfección signifique decirle que, si a todo lo que ordenen, aunque sea por hipocresía. No conozco al tal Horacio porque nunca me han permitido asistir a las reuniones sociales con ellas, pero por la descripción de mi hermana, parece que es uno más de los hombres del estado; fuerte, guapo y dominante. Un militar.
—Leah ¿me estas escuchando? —Saliendo de mis pensamientos mire a mi madre quien tenía el ceño fruncido.
—Perdón madre, me distraje.
—No sé qué hare contigo. Cada día es peor. No sé porque nuestro buen Dios me castigo de esta manera... —Giré mi rostro hacia el cristal y decidí refugiarme de aquellas hirientes palabras, recordando alguna historia moderna que leí hace días. Ya estoy acostumbrada a su trato, pero eso no significa que no me duela. A veces quisiera ser tan completa como Lila, poder hablar bien y tener su salud y belleza. Sé que somos parecidas físicamente, pero eso no me hace tan relevante, ya que es a ella a quien esperaban y no a mí. Yo fui una sorpresa, una muy mala.
Cuando mi madre estaba embarazada, esperaba una niña, a Lila. Fue entonces cuando en el día del alumbramiento una noticia daño su felicidad. Eran dos niñas, solo que una de ellas no venía bien, porque siempre estuvo oculta y parte de sus órganos no se habían desarrollado con totalidad. El médico le dio dos opciones, salvarme o dejarme morir. Ella eligió la segunda ya que nunca lograría ser una niña normal, pero mi padre estuvo en desacuerdo y me salvaron la vida.
Con el pasar de los años, crecí junto a Lila, afortunadamente mi mal desarrollo no afecto mi físico, pero si a mi salud. Mis pulmones no funcionan con normalidad por lo que respirar a veces es todo un reto, además de privarme de muchas divertidas cosas como correr, nadar y otras actividades que cualquier niña debería hacer. Por otra parte, mi lenguaje no se desarrolló con totalidad, haciendo que algunas palabras sean difíciles de pronunciar. Con mucho esfuerzo, en este momento lo he logrado, sin embargo, siempre estaré defectuosa ya que mis riñones me juegan malas pasadas y, por último, nunca podre tener hijos. Por este motivo, mi madre siempre me ha dicho que nunca seré una mujer completa, porque ningún hombre importante se fijara en mí, para formar un hogar.
"No es asi Leah, un dia, seras libre de este tormento, te lo prometo."Santiago...
El niño que me hizo sentir, que poder ver las estrellas y lo que habia mas alla de ellas, seria mi salvación.¿Que habra pasado con su vida?—Llegamos.
Lila siguió a mi madre y se bajaron del coche. Cuando mis pies tocaron el suelo y alce la vista para admirar todo el brillo del lugar, respire de forma pausada. Los globos violetas formaban una enorme rosa en la entrada. Era hermoso. Lila soltó un grito de emoción y abrazo a mi madre, se veía feliz y no era para menos, el lugar estaba decorado especialmente para ella.
—El tono del color violeta es mi favorito y las rosas blancas, Laura lo has hecho genial.
—Es lo de manos que puedo hacer por ti, princesa.
Toque una de las rosas de las barandillas de la entrada y me sentí triste. Nunca he sido envidiosa ni mucho menos egoísta, pero esta vez esperaba que al menos la celebración fuera para ambas.
—Mis pequeñas, han llegado —Nuestra institutriz nos saludó a ambas para luego girarse y hablar con mi madre—. El señor Gómez la está esperando en el salón. Las niñas harán una entrada especial.
—Pero eso no estaba planificado, Lucinda.
—El Señor Williams lo ha ordenado.
A mi madre nunca le ha gustado que le lleven la contraria y esta vez, tenía que guardarse sus opiniones. Cuando mi padre, el teniente Carlos Gómez da una orden, primero la tierra tiembla antes de que alguien pueda decir algo.
—Leah y Lila, hoy serán presentadas a la sociedad.
Lila me sonrió y mi madre negó.
—Leah no será presentada.
En ese momento, dos chicos vestidos de gris llegaron a nuestro lado.
—Horacio, Gabriel —Mi madre los saludo con un beso en la mejilla y les sonrió.
Lila a mi lado soltó una bocanada de aire y alzo una ceja en mi dirección. En su peculiar manera de hablar conmigo, me estaba diciendo algo como "¿Es enserio?" Yo asentí y tomé su mano para brindarle mi apoyo. Aunque ella siempre ha sido la preferida y muchas veces se ha comportado mal conmigo, no puedo dejar de quererla, a pesar de todo es mi hermana.
—Señoras, señoritas. —Lila se inclinó e imito una linda sonrisa. Yo solo me limite a asentir.
—Lucinda, llévate a Leah contigo.
Alce mi vista y Lucinda le dio una dura mirada a mi madre.
—No puedo. Leah tiene todo el derecho a ser presentada. Gabriel será su pareja de cortesía el día esta noche. El señor Gómez ha hecho un lazo, es necesario que cumplamos con nuestra palabra.
Lila se removió inquieta y sonrió para aliviar la tensión. Internamente quería morirme de la vergüenza, aunque mi madre no sería capaz de desmoralizarme ante aquellos atractivos jóvenes que solo guardaban silencio sin poner ninguna expresión. No, mi madre no puede ser capaz...
—El lazo solo fue hecho para Lila, no para Leah. ¿Es que acaso mi marido se ha vuelto loco?
—Laura... —advirtió Lucinda.
—No. Ustedes, con todo el respeto que se merecen —Dijo dirigiéndose a los jóvenes—, deben saberlo. Leah no puede ser presentada en sociedad porque ella jamás será una mujer completa. Ella no podrá procrear y creo que ninguno de ustedes va a querer desposar a una mujer defectuosa.
—¡Madre! —gritó Lila a mi lado y quise morirme.
Lo había hecho. No le ha importado destrozarme. Intente respirar varias veces y me fue inútil. El aire comenzó a faltarme y fue cuando sentí la mano de mi institutriz en mi espalda.
—Respira, Leah.
Lo intente. Mis ojos picaban y quería desaparecer. En ese momento, la voz de mi padre lleno el lugar y cuando mi madre palideció y fue en su dirección, supe que otra vez, por mi culpa, la velada se había echado a perder, así como el año pasado, cuando mis pulmones me traicionaron mientras intentaba bailar por primera vez.
—Quiero discúlpame —Lila se dirigió a ambos mientras los altavoces anunciaban el inicio de la entrada de las cumpleañeras—, mi madre jamás se comporta de esta manera, no sé qué le ha pasado.
—No es nuestro asunto —habló Horacio mirándome con lastima—. Creo que debemos retirarnos.
—No —dije en un jadeo. Gabriel frunció el ceño y Horacio miro a su hermano—. Sé que unas simples disculpas no bastan para lo que acaban de presenciar...
—Leah, no te esfuerces. Respira de forma pausada.
—Estoy bien —dije asfixiándome—. Lo que quiero decir es que no podemos poner en ridículo a ambas familias. Seguramente, los presentes se han enterado de los acuerdos y no quiero que por mi culpa...
—Leah —Mi gemela parecía asombrada.
—No quiero que por mi culpa nuestras familias sean víctimas de las lenguas mal intencionadas. Lila, ve y sigue el protocolo, si preguntan por mi pueden decirle que como siempre me he puesto mal.
—No creo que esto sea justo —Hablo Gabriel mirándome como si estuviera loca.
—Es lo correcto —dije y Lila asintió.
Horacio poso su dura mirada en mí y luego nos dio la espalda.
—No pienso ser parte de este circo.
Eso me dolió, porque de todos los presentes el único fenómeno de feria, era yo.
—Por favor —dije y di un paso hacia él. Girándose miro hacia abajo y analizo mi rostro—. Mi hermana no tiene la culpa de mi desafortunada situación. Cualquiera de los dos puede desposarla —dije sin rodeos. Después de todo para eso era que ellos estaban presentes—. Ustedes conocen a nuestra familia y saben que Lila tiene la más fina educación, los más valiosos talentos y sobre todo es hermosa. En esta ciudad, no van a encontrar otra oportunidad igual.
Sé que prácticamente estaba vendiendo a mi hermana, pero en esta ciudad las cosas son así. Cuando un hombre cumple los dieciocho debe asegurar una esposa y no cualquiera si no la mejor, porque solo eso garantizara el respeto y el renombre de la familia que se formará. Por otra parte, mi hermana tenía que tomar esta oportunidad antes de que descubrieran que ella ya no era pura porque si eso llegara a pasar, su destino seria pagar una larga condena en el Lado Correcto.
—De acuerdo —dijo Horacio.
Sonreí y Gabriel puso los ojos en blanco. Horacio ofreció su brazo para que Lila lo tomara y sin desperdiciar tiempo se dirigieron al salón, justo en el preciso momento que la música comenzó a sonar.
Los aplausos se escucharon y sonreí al imaginarme la felicidad de mi hermana que, a pesar de sus malas decisiones y acciones siempre se salía con la suya. Cuando logré respirar con normalidad caí en cuenta de que no estaba sola.
Al notar la penetrante mirada de Gabriel en mí, el aire comenzó a faltar de nuevo.
Y fue ahí, donde supe que mi vida iba a ser un infierno.
—Respira, Leah.
Este es el colmo de mi desgracia.¿Por qué a mi?Si yo....ContinuaráNarra Leah♥Su gruesa y profunda voz empeoro mi situación.—Lo intento.—Cierra los ojos.Alce la barbilla para mirarlo.—Cierra los ojos —repitió dando dos pasos hacia mí. Miro a todos los lados—. Estamos solos. Obedece.Eche un vistazo a mi alrededor y si estábamos completamente solos. Me ahogue, eso tampoco ayudaba. Nunca había estado sola con alguien del género opuesto y la sensación no me gustaba. Comencé a sudar su cercanía me hacía tambalear y sentir cosas extrañas en mi estómago.—¿Para qué? —jadee.—Te enseñare un truco para que manejes tu respiración.Su voz sonó seductora. Mis piernas temblaron. Era una de
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