Narra Leah♥
—¿Y a ti que te paso?
Becky busco debajo de su cama una toalla y me la paso. Temblé por el frio y traté de no mirar ninguna parte de mi cuerpo. Estoy cubierta de lodo, estiércol y no sé qué más sustancias que había en el maldito pozo en el cual Gabriel me obligo a entrar para buscar su moneda de la suerte, que se cayó por "accidente".
—No puedo más, Becky. —dije sollozando—. Todo esto es demasiado para mí. Debí contarle a Santiago la verdad y no hacerle creer que soy Lila; él me reconoció, Becky. Supo quién soy y me ofreció su ayuda. Debí confiar en él y decírselo. Ahora me arrepiento. No quiero estar aquí, estoy sola, sucia y tengo mucho miedo.
Hable sin parar y Becky me tomo de la mano y me sentó sobre una pila de madera. Con cuidado me quito la toalla y luego, me limpio la cara. Mi pecho sube y baja del llanto y siento que toda mi fuerza de voluntad va a decaer en cualquier momento.
—¿Por qué no se lo contaste? —Alce la mirada sin entender—. A Santiago. —aclaró.
Gimoteando mire al suelo. No pude contárselo porque no quiero seguir defraudando a mi familia y también porque en el fondo de mi corazón tengo la esperanza de que cuando todo esto pase, podre estar con ellos y vivir en paz. Tengo la más tonta esperanza de que cuando vuelvan, me aceptaran tal cual como soy.
—Soy leal a mi sangre —dije.
Becky dio un paso hacia atrás y luego me lanzó la toalla en la cara.
—¡Eres estúpida!
Apreté la toalla y la miré nerviosa.
—No puedo traicionar a mi familia. Ellos están confiando en mí.
—Dios, Leah. ¡No! —gritó—. Ellos te traicionaron y prefirieron salvar su pellejo y encerrarte aquí destruyendo tu vida por completo —No. Ella está equivocada. Estoy aquí porque lo merezco; es una deuda que debo pagarles—. Y no me mires de esa manera porque te lo juro Leah, como me digas que mereces estar aquí, te volaré los dientes de un solo golpe.
Asustada y muy dolida por su agresividad comencé a llorar. A llorar de verdad.
—Sí, llora todo lo que quieras porque eso es lo único que podrás hacer de forma libre en este lugar. —continuo con su retahíla de regaños—. No puedo creer que despreciaras la oportunidad de salir de este lugar y limpiar tu nombre.
—¡Usted no lo entiende!
—Pues no. No lo entiendo, explícamelo.
Me levanté y arrojé la toalla al suelo.
—¿Y que querías que hiciera? —grité de forma insolente.
Nunca.
Nunca en mi vida he sido grosera con alguien.
Supongo que esto pasa cuando tu limite llega y tocas fondo.
—¡Que dejaras de ser tan tonta y lucharas por tu futuro? —Esa respuesta-pregunta sonó sardónica.
—No puedo hacer eso. Mi familia está en la calle. Debes conocer la historia de forma perfecta ya que trabajas para mi padre.
—Pues déjame desilusionarte querida, yo no trabajo para tu padre.
Esa confesión cambio las cosas por completo.
—Pero...
—Se supone que no puedo decirte nada y mira... ¡Es que me sacas de mis casillas!
Ya no estaba llorando y aunque sentía mi cabeza punzadas en mi cabeza, todo se volvió más claro; como en calma, así como cuando todo pasa y ya no te queda más que respirar y seguir en la realidad.
—¿Para quién trabajas?
Becky me miro y alzo las cejas.
—No puedo decírtelo.
—Eso no es justo, merezco saberlo.
—Y ¿Qué harás Leah? —quiso saber inexpresiva—. Tú misma te has condenado. Ya nadie te va a creer. Has elegido serle leal a una familia que no te quiere ni en lo más mínimo. Les has dejado ganar.
—¿Ganar? —Di un paso hacia ella y tomé su brazo—. ¿Quiénes ganaron?
Becky se soltó de forma brusca y desvió la mirada al edificio del Lado Correcto.
—Leah, si fueras mi hija... —Ella enmudeció—. Que tontería. —dijo sonriendo.
Sin entender, me deje caer en la pila de madera en la que anteriormente estaba sentada. Becky tomo la toalla del piso y luego se acercó. No sabía cuáles eran sus intenciones hasta que sentí la suave tela limpiar mi rostro.
Dos días después, en la tarde luego del baño. Miré mi cuerpo en el espejo y sentí ganas de volver a llorar. Los moretones eran normes y los rasguños profundos. Seguro dejaran cicatriz. Luego mi mirada se posó en mi cabello y vi como mis amados rizos se convirtieron en mechones tiesos y deformes.
Me coloque la blusa negra de inmediato y luego busque un abrigo del mismo color. Necesito cubrirme o no podre salir al exterior nunca más. También busqué una bufanda y posteriormente cubrí mi rostro. El golpe del día anterior cuando Santiago me obligó escalar un árbol se nota demasiado.
En el patio Central, mi grupo de guardia estaba charlando. Sólo eran adolescentes al igual que yo. Al principio no me agrado la idea de que me separan de las demás, pero después de que Gabriel se apareciera en nuestro cubículo y me ordenará mi presencia en este grupo todo cambio. Le temo y no quiero que me vuelva a hacer daño.
Cuando Gabriel llegó las chicas cuchichearon entre sí y luego soltaron sonrisitas tontas. Eran como 15 en edades comprendidas entre 18 y 23 años, muy guapas y sobre todo muy atrevidas.
Gabriel miro al grupo de chicas y con gesto serio les ordenó que se levantaran. Después se acercó a mí y tiro de mi bufanda. Con resistencia, la sostuve y él arrugo el ceño.
—Vamos a empezar otra vez. —Le di una mirada de advertencia—. Okey, puedes quedarte con tu lindo velo de seda —dijo con sarcasmo—. Pero, me las pagaras más tarde.
No me importo. Puedo soportar lo que sea, menos que me vean con este golpe y se burlen d mi debilidad. Levantándome para formar junto a los demás lo deje solo. "Marchando", dijo y todas comenzamos a caminar hacia el bosque.
Después de quince minutos llegamos a una cerca de alambre. Gabriel miro atrás y luego, se dirigió a nosotras.
—Muy bien, preciosas —dijo con una gran sonrisa.
Un momento ¿Qué?
—¿A quien de nosotras elegirás hoy? —dijo una morena pelo rizado. Mire a las demás chicas que se removían incomodas y luego a Gabriel.
No entiendo lo que pasa. Hace unos momentos, nos ordenaba y nos insultaba sin parar y ahora sonríe y se comporta como un estúpido.
—No lo sé —respondió. Hoy quiero algo así como carne fresca.
Todas comenzaron a quejarse y yo me apoye en la cerca. Quince minutos de caminata para mí es como entrar al infierno. Toque i bolsillo y por suerte llevaba el inhalador que Becky me había dado. Mire a Gabriel y deje de tocar mi bolsillo. Si me ve usándolo, seguro me castigara por imitarme a mí misma. ¡Imbécil!
Leah, bájale dos a lo salvaje. Él no sabe que eres tú. Mi mente hacía de las suyas de nuevo.
Eso no importa, nada justifica como me ha tratado; resolví enojándome conmigo misma.
Te sigue inquietando esa traviesa mirada. No te engañes.
Intente hacer callar a mis pensamientos.
Nunca me gusto la mirada de es pelirrojo, ahora menos. Dije internamente.
Avísame si sigues pensando igual cuando levantes la vista.
¡Maldición!
—¿Qué crees que haces? —dije colocando mi mano en el pecho de Gabriel para alejarlo de mí. De un momento a otro me tenía acorralada. Por un lado, tenía la cerca y por el otro el árbol.
—Tú que crees —dijo sujetándome de la cintura.
Sentí mi corazón acelerado. No. Esto no me puede estar pasando. Busqué con mi vista al resto de las chicas y como presentí, desaparecieron.
—Aléjate de mí. —gruñí nerviosa.
—Eres mi elegida. Compláceme o te ira muy mal.
—¿Dónde están las demás?
—¿Acaso importa? —dijo sonriendo.
Lo empuje y fue como tocar una pared de concreto. Ni siquiera se movió.
—Gritaré muy fuerte.
Gabriel sonrió y con una fuerza inhumana me tomo de la cintura y me tumbo al suelo quedando encima de mí. Sin respiración no pude hacer nada. Tenía que tranquilizarme para actuar. Poco a poco Gabriel se fue acercando y como mis empujones no lo movían cerré los ojos para esperar lo peor.
—Dijiste que gritarías. —susurro en mi oído.
Abrí los ojos de inmediato y su aliento me produjo un escalofrió que me hizo estremecer.
—Quiero que lo hagas —continuó—. Quiero que grites mi nombre.
Narrador Omnisciente♥Leah temblo debajo de Gabriel. No sabia que estaba pasando, pero él divetido con su juego, solto risas. Su espalda estaba pegada encima del cesped y aprovecho para priesionarla más. Y luego rodo sobre su espalda para quedarse mirando el cielo.Unos minutos pasaron.Y Gabriel cerro sus ojos para dejarla hablar.—Estás loco.Gabriel sonrio y nego con su cabeza. Leah gruño de indignación al no saber que estaba pasando.<
Narra Leah ♥Una semana ha pasado. Me siento en el suelo y tomo una florecilla silvestre pisoteada por las botas de las oficiales que nos custodian. Así me siento, como ella. Marchita, sin futuro e incompleta. Acaricio sus diminutos pétalos y miro al vacío. Las niñas están encargadas de lavar todas las sabanas, hago una mueca y me compadezco; la niñez debería ser una época feliz y bonita.Tengo una idea. Me levanto y me acerco a ellas.—Hola —digo. Todas me miran y ninguna me responde. No dejaré de insistir—. ¿Cómo están? ¿Qué hacen? —No logre captar su atención y siguieron arrastrando los costales llenos de sabanas—. ¿Les ayudo?<
Narra Santiago♥—La tercera cláusula del documento es que las reclusas deben asistir a clases —Gabriel bajo los pies del escritorio y me dio una mirada acusadora—. San Santiago, esto es obra tuya.Le arrebate la carpeta de sus manos. Como encargado de este lugar debo velar por el bienestar de todas las mujeres, adolescentes y niñas que por una u otra razón están siendo corregidas.—El Lado Correcto más que una cárcel es una correccional. Debemos ser ejemplos de justicia e igualdad. El País de Nuevo Mundo, debe representar un proyecto este mes, para evitar que nuestros ciudadanos sigan emigrando a otros países liberales.
Narra Leah♥No puedo hablar. Mucho menos respirar. Santiago me mira de forma extraña y yo quiero gritarle a Becky por haberle dicho la verdad. Ella no tiene ningún derecho a entrometerse en mis decisiones.¿O se lo dices tú o se lo digo yo?Mire a Becky de forma instantánea. ¿Qué es lo que me tiene que decir? Esto es algo muy confuso para mí. No sé qué hacer, solo me aflijo por aquella mirada torturada de Santiago. Él no tiene por qué sentirse mal por lo que me paso. No es su culpa y eso es algo que debe entender.—¿Te sientes bien?
Narra Leah♥Gabriel nos llevó por un largo pasillo hasta que nos detuvimos en una puerta negra de hierro. Él coloco su huella en una pantalla y esta se abrió con una mirada nos pidió que entráramos.—No quiero ir a ese lugar —dijo Isamar entre sollozos.—No te preocupes, nena, Estarás bien.Gabriel soltó una risita.—Yo que tú, no afirmaría nada hasta llegar. 
Narrador Omnisciente ♥Santiago está muy raro, pensó GabrielDesde que llegó Marcos, el hijo del Mayor Santos presidente del pais, Santiago no habia parado de dar órdenes como loco. Sobre todo, la de dejar a Lila o mejor dicho a Leah doce horas más en aquel hostil lugar. Una decisión que tomo de repente. Gabriel tuvo que apagar las cornetas para que los gritos cesaran; fuera de lo que pensaban los demás en ese lugar no torturabam a ninguna pecadora de manera física, solo trabajaban la parte psicológica para hacerles creer que si e intimidarlas.Gabriel se detuvo en la parte alta de la mira. Marcos habia tomado a una tripulación de oficiales femeninas y ahora estaban bajo su mando. Le preocupaba su presencia, ya que su m
Narra Leah♥Me despierto. No abro los ojos. Me siento pesada y me muevo un poco. Me pregunto cuando tiempo ha pasado. Intento levantarme y un gruñido me lo impide, abro los ojos de inmediato y suelto un grito. Una cabellera pelirroja está en mi vientre. Tengo sus manos alrededor de mi cintura. Está durmiendo. Gabriel está completamente dormido encima de mí. Siento un susto que me llena los nervios.¿Qué está pasando?Cuando me quiero dar cuenta, la habitación esta iluminada. Todo es blanco y azul. Es bonito y hasta acogedor, intento sentarme y Gabriel se remueve. Aunque mi corazón palpita de forma enloquecid
Narra Santiago ♥Marcos no fue muy justo al hablar conmigo. Quiere a Lila y me juro que haría todo lo posible para dar con su paradero. Tuve que jugar sucio al igual que él, para poder ganar tiempo. Ella pasara otras doce horas en la celda. Sé que no es justo, pero no tengo otra opción. La amo demasiado como para dejar de luchar por ella ahora. Estoy consciente de que todas mis acciones significaran la baja de mi cargo y hasta una condena. No me importa. Mis planes son otros.No dejaré que Marcos descubra a Leah, porque le hará daño. Invertiré todo mi tiempo en protegerla y reunir dinero para sacarla de este lugar y llevármela lejos, al mundo liberal donde ella pueda ser feliz.Decidido a luchar por su futur