Propias ilusiones

Después de teñirse el cabello, Tatiana intentó dormir un poco, pero fue en vano. Seguía pensando en Helena y el rey.

Ella todavía no entendía lo que estaba sucediendo entre ellos.

Por lo que ella sabía, el rey estaba enojado con Helena. Hizo que Helena los viera a los dos tener sexo y no hace mucho, la encerró en el calabozo porque abrazó a otro hombre. Pero entonces, esa misma noche, él llevaba su estilo nupcial a su dormitorio.

—¡Esto no servirá! —furiosamente se quitó el edredón del cuerpo y bajó de la cama. Sus pensamientos persistentes no se disolverían hasta que obtuviera las respuestas que quería escuchar.

Entró en su armario, se puso una bata y salió de su habitación.

Ella iba a ver a al rey. Sabía que aparecer sin previo aviso lo irritaría, pero no le importaba. Necesitaba algunas respuestas de él y las iba a obtener. Cuando llegó al rellano de la escalera que separaba el ala este del ala oeste, se detuvo por un breve minuto y exhaló profundamente.

Ir a ver a al rey le daría
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