—Padre. —Alexis llamó mientras entraba a la habitación de su padre.Eran las siete de la mañana y Tatiana se había ido hacía unas horas así que había venido a hablar con su padre.Le tomó toda su fuerza y coraje evitar derrumbarse anoche cuando vio a su hermana caminando desnuda por el bosque. Aparte del hecho de que no era seguro para ella y él estaba preocupado, estaba completamente desconsolado al escuchar por lo que ella estaba pasando.Deseaba poder hacer algo para ayudarla, tal vez decirle a su padre que la hiciera regresar a su castillo, pero sabía que decir algo así sólo enfurecería a su padre, lo cual no era algo bueno.—¿Y ahora qué, Alexis?—Lenora envío un mensaje. —Él mintió. No quería decirle a su padre que Tatiana había venido.—Eso no es ninguna novedad.—Padre, ella dijo que es difícil. No puede obtener esa información del rey Ares. Ni siquiera de Beta, Leo.—Ella puede. Sólo tiene que esforzarse más. Utilizar más conocimientos.Alexis gimió de frustración. —Padre, ¿e
—¡No, no lo harás!—¡No lo entiendes! —Tatiana gruño con evidente ira.No solo estaba hablando de su relación con el rey Ares. También se refería a los planes de su padre.Necesitaba que el rey Ares mostrara algo de interés en ella y la convocara para que viniera a complacerlo en la cama para tener la oportunidad de sacarle información que pudiera ayudar a su padre. Pero eso parecía imposible en ese momento porque toda su atención estaba en Helena, su compañera.—Entiendo.—¡No, no lo haces! —ella insistió.—Entiendo que estás aquí en una misión. Tu padre, Alfa Mason de la manada Plata te envió a una misión en este reinó y Helena se interpone en tu camino para que puedas cumplir esa misión. ¿Estoy en lo cierto?Tatiana se puso rígido por la sorpresa. Ella se sobresaltó muchísimo. Sintió un dolor en la boca del estómago que le corroía los nervios.—¿Qué? ¿Cómo supiste... quiero decir, qué diablos quieres decir con eso? —Tartamudeó mientras intentaba fingir inocencia, pero la expresión
—Alfa Ace, Beta Leo del reino del Norte está aquí para verte —El guardia que había sido enviado a buscar a Alfa Ace informó.—Envíalo adentro. —Instruyó con calma Ace.—Sí, Alfa. —El guardia salió de la oficina.Alfa Ace esperó a que apareciera Leo.Si había venido hasta aquí significaba que había algo muy importante de qué hablar.—Alfa Ace —Beta llamó, entrando a la oficina. Alfa Ace le hizo una leve reverencia y le indicó que tomara asiento, lo cual él tomó con gusto. Una vez que ambos estuvieron instalados, entró una sirvienta y les sirvió un poco de vino antes de salir de la oficina.—¿Cómo van las cosas allí? —preguntó Alfa Ace, preocupado.Beta suspiró y tomó un gran sorbo de su bebida antes de dejar el vaso sobre la mesa. Alfa Ace pudo ver la frustración en sus ojos.—Las cosas se están yendo de las manos. —Se lamentó.Alfa Ace se inclinó hacia adelante, con los ojos fijos en su rostro.—¿Qué quieres decir con eso?—Acabo de descubrir algo muy impactante y debería correr haci
Helena había estado mirando la puerta de la habitación de Tatiana durante más de cinco minutos con varios pensamientos dando vueltas en su mente. Desde su conversación con Lauren, no había estado en paz consigo misma.Le había prometido a la chica que haría todo lo que estuviera en su poder para salvarla de las manos de Alfa Mason y, para ello, necesitaba recopilar pruebas contra Tatiana y presentárselas al rey Ares para que Tatiana finalmente quedara expuesta.—Tengo que entrar allí. —Susurró para sí misma, dejando escapar un profundo suspiro.Tatiana salió del castillo hace unos treinta minutos para ir de compras con su doncella personal y esa fue su señal para ir a su habitación y conseguir lo que quisiera.Caminó hacia la puerta del dormitorio de Tatiana y la abrió.Una vez dentro, la cerró con llave desde dentro y se dirigió directamente al baño con una misión en mente. Buscar cualquier señal de botellas que contenían liquido de Cáscara de nuez para el cabello vacías y llevarse u
—¿Lo pasaste muy bien? —preguntó el rey Ares mientras ayudaba a salir a Helena del carruaje.Ella lo miró y sonrió con fuerza, asintiendo con la cabeza con entusiasmo. Había una mirada brillante en sus ojos que calentó el corazón del rey.—¡Sí! ¡La pasé increíble! Me encantó cada momento de la salida.—¿Hmmm? ¿Incluso la parte de los mosquitos? —preguntó con las cejas arqueadas.Helena se rió entre dientes mientras sacudía la cabeza.—Excepto por la parte de los mosquitos. —dijo mirando sus piernas que tenían manchas rojas que habían sido picadas por algunos mosquitos. En algún momento durante su estancia en el lago, el rey Ares se había convertido en su cazador de mosquitos personal, pero algunos aún habían logrado llegar hasta ella.Él miró sus pies y sacudió la cabeza. —Lamento haberme olvidado por completo de los mosquitos en ese lugar. La próxima vez vendremos en otra época.—Está bien. Son sólo picaduras de mosquitos. Desaparecerán en poco tiempo.El rey Ares suspiró profundamen
Tres horas más tarde, Helena volvió a sentir hambre. Miró la hora en el reloj de arena que estaba en la mesita de noche y gritó de emoción cuando marcaron las cinco de la tarde. Rápidamente saltó de la cama y corrió hacia su vestidor para elegir qué ponerse antes de ir a la habitación del rey.Estaba tan emocionada de cenar con él que no pudo tomar una siesta esa tarde a pesar de que su cuerpo le rogaba dormir. Su mente no podía ceder a las demandas de su cuerpo porque seguía pensando en el rey Ares. La forma en que la cuidaba, las cosas que decía conseguir y la forma en que la miraba.Todo era diferente.Estaba enamorado de ella.Ella podía verlo en sus ojos.—¡Ven aquí! —sacó una bata de seda del armario y la colocó sobre su cuerpo, admirándola.La idea de seducir al rey Ares nunca se le había pasado por la cabeza, pero esa noche se sentía traviesa. Con una sonrisa arrogante en su rostro, se quitó el camisón que llevaba y se puso la bata de seda, pero se acercó al espejo y se miró r
—Su majestad —Beta Leo llamó con tanto cuidado como pudo.El rey Ares caminaba por el pasillo como si hubiera perdido la cabeza. Incluso estaba derramando lágrimas y Beta no tenía idea de qué hacer o decir para sentirse mejor.Estaban en una situación realmente peligrosa. Helena podría perder al bebé y eso no sería una buena noticia para nadie. Bueno... excepto Tatiana—Su majestad—llamó una vez más y el rey dejó de caminar y se giró para mirarlo. Tragó secamente—. Por favor, tome asiento.—No puedo. No puedo sentarme sabiendo que ella está ahí luchando por su vida y la del cachorro. No puedo —King Ares estaba llorando.El corazón de Beta Leo se hizo añicos en un millón de pedazos. Nunca había visto a su rey en un estado tan emocional.Helena realmente era experto en sacar a relucir sus emociones.—Lo entiendo, pero tienes que sentarte. Caminar de un lado a otro no cambiará nada. Sólo te agotará —Beta intentó razonar con él.El rey negó. Sus ojos estaban tan rojos como la sangre y tam
—¿Qué estás haciendo aquí? —Beta preguntó divertido cuando llegó al pasillo de su oficina y se encontró.Cuando lo vio, sonrió de buena gana mientras se ponía de pie y caminaba hacia él.—Regresaste.—Sí. ¡Y ésta es una agradable sorpresa! Me siento como un hombre casado.Tatiana se rió entre dientes y juguetonamente le golpeó el brazo.—¿Qué te trae por aquí?—¿Por qué no vamos primero al dormitorio? Se suponía que debía esperar allí, pero está cerrado. Quiero decir, ¿quién cierra su dormitorio?—Sí. —Beta se rió entre dientes mientras subía las escaleras.Estaba a la vez conmocionado y sorprendido por la repentina y no anunciada presencia de Tatiana en sus aposentos. Ella nunca antes había aparecido sin previo aviso.Cuando llegaron a la puerta de su habitación, la abrió con su llave y ambos entraron a la habitación familiar donde se habían cometido la mayoría de sus atrocidades.—Bienvenida.—¡Gracias! ¿Cómo estuvo el trabajo hoy?Beta Leo hizo una pausa, dio una mirada extraña y