Siento mi cuerpo descansado. Me remuevo en la cama y luego vuelvo a removerme hacia el otro lado. Siento algo extraño, froto mis ojos y al abrirlos vislumbro una enorme masa iluminada por la luna. Es él, su rostro es atemorizante y pareciera que estuviese molesto, recuerdo que tengo que tomar las cosas con calma y tratar de estabilizarme lo más que puedo para poder así conseguir una manera de liberarme de él y de este lugar.
—¿Qué haces aquí? —pregunto tratando de recomponerme, pero mi voz suena adormilada.
—Necesito estar aquí —su voz ronca comienza a pesarme, es inevitable poder solo ignorarle.
—¿Por qué?, ¿no tienes sueño?, ¿has tenido pesadillas de nuevo? —pregunto mientras me siento en la cama.
—Es difícil dormir así… mejor vengo a verte —alzo una ceja.
—No creo que eso se escuche muy sano —nuestras miradas se juntan, su rostro es tan masculino y tallado por sus preocupaciones, sueños, batallas, triunfos, fracasos… no puedo evitar bajar la mirada hasta las cicatrices latentes que están en su cuello, son… enormes—. ¿Por qué?
Pregunto y él sabe a lo que me refiero, es como si no necesitaramos de palabras para darnos a entender y, para ser un salvaje y haberlo conocido hace una semana esto me asusta bastante.
—Yo te hice lo mismo —dice con dolor. Es imposible, no pudo haberse auto flagelado solo por…
—Tu…
—Yo… —dice interrumpiendo y todo se queda en silencio, las miradas comienzan a tornarse más y más profundas así que desvío la mirada hacia la manta y comienzo a moverme con la finalidad de ponerme de pie.
—¿Necesitas que te ayude? —dice de forma apresurada y yo lo detengo con la palma de la mano.
—No —cuando por fin me libero de las mantas y coloco los pies en el suelo me pongo de pie,y hace tiempo no lo hacía así que esto me marea un poco, no he comido muy bien, aunado a la debilidad, esto parece una batalla. El salvaje me mira de arriba a abajo con desespero.
—¿Qué es lo que quieres? —pregunta de nuevo molesto.
Me mira caminar con pasos cortos. Llevo puesta una pijama que me han dejado y si… hay que acostumbrarse a no usar ropa interior, parece que aquí no existe.
Por fin llego hasta donde él está sentado y se remueve rápidamente hasta ponerse de pie.
—¿Quieres sentarte?, pude haberte cargado y…
—Tranquilo —digo y con cuidado alzo mi mano hasta su cuello, lo que representa una larga distancia debido a su altura. Tengo que ponerme de puntillas para examinar las cicatrices, son profundas, hay carne viva, una punzada de dolor me invade al ver esas cicatrices, trato de mantenerme con calma y conseguir aumentar la confianza que siente en mí—. No lo hagas.
—Me lo merezco, debemos ser castigados por nuestros errores y…
—Cuando uno comete errores pide perdón—no puedo dejar de ver sus heridas, me siento culpable… abrumada y un tanto anonadada por este sujeto.
—¿Perdón? —dice confundido y siento como se estremece con mi toque.
—Sí, se dice, lo siento —bufa y es cuando vuelvo a toparme con esos intensos ojos.
—Yo nunca pido perdón —alzo una ceja y retiro mi mano pero él la sostiene en el aire para después acercarla nuevamente a su rostro y la coloca ahí. Puedo sentir su piel estremecerse de nuevo y aprieta sus ojos.
—¿Estás bien? —de verdad que su expresión me preocupa, asiente y al abrirlos puedo notar que algunas lágrimas caen, pero con un hábil gesto se deshace de ellas y me deja libre caminando hacia la otra punta de la habitación—. ¿Qué pasa?
—Nada— dice gruñendo, es cuando observo que tiene el torso descubierto, sus músculos están sumamente pronunciados y sus caderas se encuentran cubiertas por una manta que las rodea. Camina de un lado a otro.
—Aquiles —su cuerpo se tensa y se gira hacia mí, la oscuridad de la habitación lo hace ver muy sombrío. No lo pienso dos veces y camino poco a poco hacia donde está él, pero se adelanta y llega hacia donde estoy. No comprendo, no entiendo lo que pasa con él, es como si lo tuviera que tener cerca.
Alzo ambas manos en dirección a su rostro y lo toco. Acaricio su barba desalineada, las cicatrices, sus líneas de expresión, el nacimiento de su alborotado cabello y por último recojo las lágrimas que salen de sus ojos sin cesar.
—¿Estás bien? —asiente y mi corazón se encoge. Estoy sintiendo algo, algo muy fuerte y por alguna razón no quiero que se aparte de mi, no quiero dejar de tocar su piel—. ¿Qué pasa?
Niega, no puede hablar de ello, es demasiado cerrado para declararlo con palabras, o tal vez es su inexperiencia, no sé que es lo que me pasa, es como si otra Margot estuviera apoderándose de mí y solo… hace lo que no debe de hacer y es controlada por este sujeto. Sostengo su rostro con mis manos hasta acercarme a él y susurrar muy cerca de su boca.
—Acompáñame —la verdad es puedo creer que no puedo creer que haya dicho algo como esto, le estoy invitando, vamos Margot es tu oportunidad de jugar con el poder que tienes. Sus ojos se abren como platos, comienzo a caminar hacia la cama.
—No… puedo lastimarte —dice y por alguna razón eso me molesta así que me giro con mala cara, ¿en serio?, estoy invitando a un hombre a la cama y no quiere…
—Bueno, nunca pensé que un hombre rechazara compartir la cama conmigo—digo con una sonrisa fingida, aunque en realidad me costó demasiado haberlo dicho.
—No… no lo estoy rechazando —dice en un gruñido—. ¿Has invitado a otros hombres a estar contigo?
Se interpone entre la cama y yo, tiene el ceño fruncido y parece bastante molesto, detecto celos y bastante molestia, estoy herida así que reacciono de acuerdo a lo que mi corazón me dice.
—Ni siquiera sabes cómo me llamo y estás…
—Margot, te llamas Margot —dice rápido dejándome helada.
—¿Cómo sabes eso? —esboza una sonrisa que parece más una mueca y luego mira hacia la cama para después dejar caer ese enorme cuerpo como si de un niño se tratase. No puedo evitar sentir algo de ternura ya que por su imponente y sobrenatural altura sus pies sobresalen un poco más al final de la cama, el ancho apenas da un poco de espacio para mí.
Siento mi corazón a punto de estallar, ¿qué está pasando? no puedo dejar de mirarlo, ni de tocar su piel, ni de sentir el calor que emana su cuerpo.
—No queda mucho espacio —dice quejándose un poco.
—Queda el suficiente —voy hacia los pies de la cama y aprovecho que sus piernas están separadas para escalar por ese lugar. Al llegar a su torso me quedo quieta y con trabajo coloco mis piernas alrededor de su cintura para dejar caer mi torso y cabeza en su pecho.
Escucho su corazón, está bombeado fuerte. Puedo sentir como su piel está más caliente ahora. Suspira, es un suspiro fuerte y cansado. Siento como pasa sus grandes manos por mi espalda y otra más por mi glúteo.
—Tal vez ahora puedas dormir —digo antes de caer arrullada por el sonar de su corazón.Y dejando todas mis defensas bajas.
No logro entender aún porque es que esto esté sucediendo. Tampoco puedo explicar mi comportamiento, después de que él casi termina con mi vida ahora estoy sobre de él abrazada y sintiendo como si este fuera mi lugar desde hace tiempo.
No puedo explicar mis sentimientos, tampoco mis razones, solo quiero estar con él y evitar que sufra. Hace un par de días que algo extraño siento en el pecho, como una necesidad que recorre mi cuerpo a manera de desesperación. Él dice que me necesita para vivir, yo ahora descubro sentimiento y sensaciones en mi cuerpo que nunca había experimentado y es como si una nueva Margot, o una Margot oculta hay surgido de la nada. Si bien, cada decisión o paso que doy termina por tomarme por sorpresa a mi misma en ningún momento me siento como si estuviera haciendo algo malo. Y eso es lo peor… o lo mejor de todo.
Estaba bastante tranquila, en realidad mi cuerpo se ha relajado bastante, hasta que su ronca voz me despierta.—¡Que ya voy, carajo! —siento su pesada mano en mi cabeza—. No quería despertarte, es que…—Está bien —digo adormilada y tratando de levantarme de su regazo pero me detiene.—No, no te vayas —dice pegando mi cuerpo al suyo de nuevo.—Te llaman y yo…—Solo un momento —dice casi en tono de súplica.—Está bien… —digo sin más remedio, sus manos aprietan mi cintura a su torso, luego sus dedos viajan por mi espalda hasta casi ll
—¿Cómo me encontraste? —pregunto con la voz un tanto más fija.—Puedo sentir todo lo que sientes, puedo saber dónde estás —su rostro refleja dolor, es extraño—¿Qué es lo que pasa? —pregunto y él niega nadando fuera del lugar y luego cae en la arena haciendo que yo también caiga—Tienes… tienes algo —miro mi pie y tengo una alga enredada en mi pierna.—Es solo una alga —digo tratando de apartarla con la mano y Aquiles cae en la arena de nuevo.—¿Qué? —y él se retuerce haciendo que la gente se acumule frente a nosotros.
No sé cuánto tiempo he pasado tirada en el suelo. No tengo la suficiente fuerza para ponerme de pie, y es que siento como si me hubieran dado una paliza y apenas puedo caminar.Hace tiempo que no escucho a Aquiles ni a nadie fuera de este lugar. Me pongo de pie con trabajo para después caminar hasta donde está la tina, me desnudo y cubro mi cuerpo con agua caliente. Solo quiero que el dolor disminuya.Cubro mi rostro con agua. Me siento estúpida al haberle confesado mi amor, un amor que apenas y yo entiendo, siento una extraña atracción hacia él eso no hay duda pero él también lo ha sentido y lo dice un sin fin de veces y cuando me animo a hablar me doy cuenta de que él solo dice… no. No sé qué es lo que me llevó a hacerlo, y de una manera tan ab
No sé cuánto tiempo ha pasado, aquí parece no haber reloj más que la posición del sol. Camino hasta llegar a la ventana, creo que he dormido la mayor parte del día porque parece estar oscureciendo, puedo ver del lado derecho la vegetación y varias personas caminando por el lugar. Del lado izquierdo está el comienzo del asentamiento donde vive el resto de personas en este lugar.Sus casas son sencillas y no tan espaciosas como la de Aquiles, sin embargo no hay una brecha que los separe.Veo a la gente caminar de un lado hacia otro, algunos ríen, otros hablan y conviven, quisiera ser libre como ellos. Quisiera poder volver a mi país. En cambio estoy en este lugar, abrumada, triste y con una conexión extraña con un salvaje que no tiene ni idea de como tratarme… s
ÉlHe luchado constantemente por mantenerme cuerdo con Margot pero cada vez que intento dejarme llevar por lo que siento algo sale mal… algo no está bien o algo no hago bien.Vamos caminando hacia la orilla sur de la isla en un afán de expedición y también para poder dejar a nuestros lobos ser un poco más libres que solo mantenerlos encerrados en un cuerpo humano.—Papá está al borde del colapso con los sucedido con Margot, piensa que puede acabar contigo y con la aldea —escucho como habla Ajax, mi hermano.—¿Y tú crees que sea eso posible?&mdas
Los días pasan y yo sigo recluida en esta casa. Los extraños sueños con Aquiles no cesan y ahora no me puedo quitar de la mente que es un lobo… o un hombre mitad humano y mitad lobo. Aunque eso sería una total locura, pero entonces ¿cómo me explico el hecho de que él… aparezca así en mis sueños?Tampoco he tenido la valentía de enfrentar a Sabina y decirle lo que he soñado, ella me visita de vez en cuando y dice que Jacobo no permite que su hija salga así que eso me ha llevado a convivir más con uno de los guardias que cuida la puerta, que es el mismo que me llevó a la playa aquel día.Termino de alistar el desayuno que me han traído y voy hacia la pesada puerta de entrada y asomo mi cabeza. —Buenos días, he traído su desayuno —anuncia la habitual mujer y se va sin siquiera poderle contestar.Me tardo un poco en poder estar firme con los pies en el suelo. Siento algo extraño, y tardo en entender que es el latir de Aquiles, ha llegado.—Buenos días —su voz manda corriente por mi cuerpo y sin poder controlarlo reacciona, mi piel se estremece y mi entrepierna palpita—. He llegado, discúlpame por tardar tanto.Camina hasta encontrarse frente a mí e hincarse, ni siquiera puedo verlo, no puedo alzar mis ojos y mirarlo. Simplemente no puedo porque mi cuerpo y corazón responderán a ese embrujo.—Te he traído esto, es parte de un coral, es… nuesCapítulo 13
Despierto con la luz entrando por la ventana. Mi cuerpo está cubierto de sudor, tengo mucho calor, me siento mareada y con bochornos. Trato de moverme pero Aquiles me tiene prisionera de su enorme cuerpo.—Aquiles —digo quejándome pero sus brazos siguen abrazados a mí—. Aquiles.Empujo su cuerpo con todas mis fuerzas y consigo que gruña.—¿Qué? —dice medio dormido y siento como sus brazos me liberan—. ¿A dónde vas?Camino hacia el baño y las arcadas no me dan tregua. Me siento caliente, siento como el sudor cubre mi cuerpo y escurre por mi frente.—Hey, ¿estás bien? —niego