Capítulo 2

Sylvana:

Nos dirigimos a un restaurante de baguettes y pide el que contiene más ingredientes del menú. 

—Creo que te has pasado un poco Jimena —niega y me obliga a darle una mordida al delicioso emparedado. Me sabe a gloria, sobre todo porque llevo 2 días sin probar un buen alimento. 

—Amiga, prométeme que no volverás a hacer esto de nuevo —dice señalándome con una papa frita. Asiento con la boca llena, no quiero perder ni un minuto de esta deliciosa comida.

Cuando por fin acabamos la cena, subimos su Jetta rojo y conduce a toda velocidad hacia nuestro destino. Estoy realmente llena, creí que jamás volvería a sentir esto. 

—Nos matarás Jimena —le digo aferrada al asiento. 

—Si tan solo tuvieras más responsabilidad en tu alimentación tal vez hubiéramos llegado a tiempo —dice con mala gana antes de aparcarse afuera de una enorme bodega. Miro a los alrededores y me percato que hay muchos carros estacionados. Al bajar del auto, gritos y música a todo volumen se hacen presentes. 

—¿A dónde me has traído? —ella se encoje de hombros y toma de mi mano conduciéndome dentro del lugar. En la entrada nos topamos con dos enormes guardias de brazos cruzados 

—Los boletos se han agotado —los miro con el ceño fruncido y susurro al oído de mi amiga:

—¿Qué no eran clandestinas? —ella da un golpe leve en mi costilla. 

—Tenemos pases, ¿ve?, somos enfermeras —dice entregando dos gafetes que no había visto.  Los gorilas alzan las cejas y luego llaman a la puerta a un hombre de traje negro y camisola desabrochada 

—Sí, déjenlas pasar, ya de por sí tienen bastante trabajo —bufa y los enormes sujetos se retiran dejándonos caminar por un largo pasillo para desembocar en un enorme espacio lleno de gente. 

En el centro hay un octágono y dos personas peleándose. Mis ojos se abren como platos y Jimena me jala del brazo. 

—Nosotros debemos estar por aquí, toma esto, póntelo —dice entregándome el gafete que anteriormente había mostrado al sujeto y una camisa señalando que sabemos primeros auxilios.

Llegamos hacia un par de pequeños cuartos instalados solo para el evento pues los separan débiles paredes de triplay. 

—Esto es para ti —dice entregándome una maleta de primeros auxilios bien equipada—. Ya sabes lo que hay que hacer, te toca este lado.

Asiento y camino en dirección a una silla. Justo estoy por sentarme cuando un hombre grita 

—¡La enfermera!, ¿Dónde carajo está? —y veo como llevan a un hombre entre los brazos a uno de los cubículos. 

—¡Estoy aquí! —camino en su dirección y de inmediato evaluó el daño, ceja cortada, labio roto, ojo derecho hinchado y bastante 

—Siéntenlo —hacen lo que digo y comienzo a limpiar sus heridas. Una está más profunda que el resto. El hombre no deja de quejarse pero en cuestión de 10 minutos termino. 

—Gracias señorita —asiento y me retiro. Saco los guantes de látex usados y me coloco unos nuevos, doy un suspiro y gritos me sobresaltan. Otro herido más. Corro en su dirección y me dedico a hacer mi trabajo con naturalidad y el entusiasmo que me queda. 

Cuando menos pienso miro el reloj que marcan las 2:30 am ¿hasta cuándo se terminará esto?

—¡Y CON USTEDES, LA PELEA ESTELAR! —ruedo los ojos, ¡al fin! 

—¡DAMAS Y CABALLEROS!, ¡ES UN HONOR RECIBIR EN ESTA ARENA A NUESTRO JEFE! —gritos inundan la bodega impidiéndome escuchar el nombre de “Su Jefe”. Es ridículo ¿a quién le gustaría ser llamado así? Un hombre corre en mi dirección. 

—Te necesitamos afuera —asiento y tomo mi maleta. Sigo sus pasos, y estos me conducen por un camino lleno de gente, agradezco que vaya abriéndome paso. 

—Quédate aquí —dice señalando una silla. Tomo asiento y es cuando me doy cuenta que me encuentro en medio de la bodega y justo enfrente del octágono. 

M****a… Miro hacia mi alrededor. Hay demasiada gente. Por un momento siento terror, pero después me recuerdo que estoy trabajando y que debo poner atención. Mis ojos se fijan en los dos luchadores que están frente a mí.

—Queremos una pelea sucia, aunque amigo… —dice tomando el hombro de uno de los luchadores 

—Yo te recomendaría que tuvieras cuidado —guiña un ojo y los dos hombres chocan sus puños y van hacia atrás.

A la derecha está un hombre rubio, de ojos azules y facciones delicadas, parece que pulieron su rostro antes de subir al octágono. Luce un short, bueno no, eso es un pequeño bóxer y sus músculos son bastante pronunciados. Y por la izquierda está… madre mía…

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