Capítulo 7

Sylvana:

—Mierda —despierto sobresaltada, miro el reloj 5:50 am—. No puede ser.

Corro a la ducha rápidamente y en cuestión de 4 minutos estoy afuera. Me coloco el uniforme, doy un beso a mi padre que aún está descansando y salgo de la habitación. 

No puede ser, en dos minutos entro a la cafetería. El señor Hernán me matará. La ventaja es que el lugar está a 4 manzanas del hospital. Al salir corro como una loca desquiciada. Agradezco que no haya mucha gente por las calles. Cruzo una, es inevitable no pensar en lo sucedido ayer, la verdad es que no he podido sacar de mi cabeza esos hermosos ojos café verdosos y su ronca voz y como me ha ayudado. Cruzo la última calle para llegar al trabajo cuando un golpe me desequilibra. 

—¿Señorita?, ¿está bien? —escucho gritos, pestañeo varias veces.

—¿Qué está pasando?, mi trabajo, llegaré tarde… —me pongo de pie de un solo salto, pero la mano de un hombre mayor me sostiene.

—No puede irse así, la acabo de arrollar, tiene sangre en su… —niego varias veces.

—No se preocupe señor, estoy bien, solo fue un raspón, tengo que irme —me libero de su brazo. Miro a mi alrededor y hay mucha gente mirándome 

—Estoy bien —digo con una sonrisa y continúo corriendo. Me siento un poco mareada pero trato de ignorarlo. Al fin llego al local, por Dios, Hernán no ha llegado. Hago memoria, ¿me dijo que debía abrir hoy?, dejo de hacerme preguntas estúpidas y abro el lugar. Libero los candados y corro a guardar mi bolsa en el casillero para comienzar a acomodar las mesas, Manuela llega disparada. 

—Se me ha hecho tarde, lo siento —sonrío y continuo acomodando las mesas—. ¡POR DIOS SYLVANA!, ¿QUE TE HA PASADO? 

—Fue un accidente, me le he atravesado a un carro —mi compañera frunce el ceño.

—Deberías irte a revisar eso, no creo que a nuestros clientes les agrade ver sangre en su café—tuerzo un poco la boca y asiento rápidamente.

—Vuelvo en un minuto —corro hacia donde se encuentra el botiquín de primero auxilios y después al baño. A encender la luz me doy cuenta que tengo una herida en la frente, es poco profunda pero no ha dejado de sangrar. 

—Mierda —comienzo a limpiarla y después reviso mis codos y antebrazos. Debido a que la camisa del uniforme no es manga larga mis codos se han llevado la peor parte. Tengo raspones leves. Lavo y desinfecto, pronto la sangre cesa. Coloco una gasa en mi frente y agradezco que la gorra que se nos obliga a utilizar cubra un poco. Salgo del baño y me percato que ya hay 5 clientes esperando y Manuela se está volviendo loca 

—He vuelto —le digo tomando mi puesto en la caja. Mi amiga corre a preparar los pedidos y yo continúo cobrando cuando… 

—Buenos días —toco levemente la herida de mi cabeza que está comenzando a punzar y doler.

—Bienvenido ¿Cuál es su orden? —alzo la mirada y ahí está él… 

—Te llevaré al hospital —dice con cara de espanto, parpadeo varias veces y siento como el piso se mueve—. ¿Sylvana? —Mi boca se abre sin dejar soltar ni una palabra—. Te llevaré al hospital ahora mismo. 

—Estoy bien… estoy bien —repito y él niega 

—No lo estás— me toma del brazo 

—Señor, no puedo dejar mi trabajo… —hace mala cara 

—Pensé que eras enfermera Sylvana —asiento 

—Lo soy…— miro hacia mis pies—. Pero no tengo el título—. Gruñe y la campanilla del lugar asuena anunciando que Hernán ha llegado. M****a.

—Señor, su orden, ¿puede repetirla? —bufa molesto. 

—Mi orden es que vayamos ahora mismo al hospital —comienzo a desesperarme y siento gotas de sudor en mi frente.

—Por favor, mi jefe acaba de llegar, no me haga esto —le suplico y él frunce el ceño. Una mano se posa en su hombro.

—Kaleb, deberíamos esperar nuestro pedido en aquella mesa —dice el apuesto chico, tiene tez blanca, ojos verdes y un hermoso rostro. Debe ser ilegal estar frente a estos dos hombres. Kaleb, como ahora sé que se llama “el jefe”, lo fulmina con la mirada pero accede. 

—Dos capuchinos, por favor —asiento y tecleo la orden, cobro el efectivo y se retira muy a la fuerza. El aire se vuelve más ligero, ellos fueron las últimas personas que se tenían que atender así que me dedico a hacer el pedido. Mis manos tiemblan al igual que mis piernas pero el pedido está listo y tengo que llevarlo a su mesa. Tomo una gran bocanada de aire y camino hacia donde está con las dos tasas en la mano. 

—Aquí está —digo poniéndolos en su mesa.

—Gracias —dice el atractivo chico y después me vuelvo hacia el moreno que tiene cara de pocos amigos.

—¿Y así pretendes trabajar?, ¿con esa herida punzante? —muerdo mis labios y toco mi herida que efectivamente está punzando. 

—Tengo que hacerlo, no puedo perder ni un día de… —bufa 

—¡No me interesa, que no entiendes que estás poniéndote en peligro! —dice con voz fuerte. Miro hacia todos lados y me encuentro con la mirada de Hernán, instantáneamente mi rostro se acalora.

—Por favor, no me haga esto —le digo entre dientes, Kaleb vuelve a molestarse.

—¡No te hagas esto tú, mírate!, ya ha traspasado la sangre la gasa que has colocado—muerdo mis labios, siento unas ganas incontrolables de llorar. 

—Señor, ¿a usted que le importa que me pase? —suspiro pesadamente y su mirada se enfurece más—. Así que, por favor, deje de venir a gritarme a mi trabajo, porque me despedirán y no sé qué voy a hacer.

Digo con la voz temblorosa. Parece que mis palabras lo han enfurecido más. 

—¡¿Sabes qué?, haz lo que quieras! —toma el café que le he llevado y lo tira al suelo haciendo que la taza se rompa en pedazos—. Y este café está espantoso —mis ojos están a punto de salirse. 

—¿Señor, encuentra algo mal en su café? — pregunta Hernán quien está ahora a un lado mío. 

—Es horrible, mal sabor, fatal consistencia —gruñe y Hernán me reprueba con la mirada. ¿Por qué hace esto?, no entiendo… 

—Una disculpa, eso no volverá a pasar, quisiera otro café de nuestro menú… —ni siquiera termina de hablar Hernán cuando Kaleb sale hecho furia del local dejándome como una estúpida incompetente que no sabe hacer cafés y en evidencia con mi superior. 

—Sylvana —me llama Hernán y yo cierro los ojos, rogando que no me despida—. A mi oficina.

Suelto el aire de mis pulmones, no puede estar pasando esto, no.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo