Sylvana:
—¿Ya piensas decirme que carajos pasa contigo? —como una estúpida y aún temblando abro la bolsa y saco el sobre que el sexy moreno me entrego. Al abrirlo me encuentro con…
—Madre Santa —digo sin aliento y solo veo como mi amiga me mira una y otra vez sin apartar la mirada de la carretera.
—¿QUE?, ¿SYLVANA QUE HICISTE?
—Esto me lo dio el hombre… —mi amiga parece confundida, se detiene a un lado de la carretera y me mira fijamente.
—¿Quién te dio esto?, son… hay como 2 mil dólares aquí —asiento con lágrimas en los ojos.
—El hombre al que atendí… al que llaman “el jefe”, me lo dio —la boca de mi amiga cae a sus pies y después una sonrisa aparece en su rostro.
—¡POR DIOS, ESTO ES GENIAL! —asiento como estúpida y sonreímos, gritamos por no sé cuánto tiempo de camino al hospital.
—Mañana mismo pagare los 6 meses que debo en farmacia y… —estoy tan entusiasmada. Llevo la contabilidad sobre mis deudas y con la paga y el dinero extra que me ha dado el señor caritativo-atractivo me ayudará a solamente tener que pagar el próximo mes.
El resto del camino hablamos sobre lo atractivo e imponente que me resultaba “el jefe”. Y lo sorprendente de su ayuda. Aun me cuesta creerlo, estas cosas no me suelen pasar a mí.
—Joder amiga, te ha pedido tu número —asiento
—Es una lástima que ya no lo volveré a ver —mi amiga frunce el ceño.
—No estaría tan segura —no entiendo el porqué de su último comentario, tal vez haya más peleas y ahí estará él… Aparca fuera del hospital y bajo del auto. Me despido de ella con un beso en la mejilla y me adentro al lugar.
Son las 4:30 de la mañana cuando cruzo el umbral de la puerta. En una hora, tengo que despertar bañarme y correr al trabajo. Cruzo los pasillos silenciosos del lugar hasta llegar a la habitación de mi padre y voy directo a recostarme en el sillón.
Escucho el aparato al que mi padre está conectado, su respiración es muy forzada. Debido al sonido no puedo conciliar el sueño, hasta después de unos 20 minutos.
Kaleb:—¿Ya sabes dónde vive? —pregunto a Adrián y me mira confundido. Vamos camino a casa después de haber cenado—. ¿Y bien?—No encuentro registro de ninguna casa a su nombre.—¿Y qué hay del hospital donde trabaja?, ¿su amiga?, ¿pareja?, ¿familia? —mi amigo sabe que soy curioso.—Te he mandado lo que encontré a tu móvil —asiento y al instante lo tomo. Veamos:Nombre: Sylvana Borrell Cruz.Edad: 25 añosNacimiento: 14 de Septiembre de 1990 en Nuevo México.Padre: Roberto Borrell<
Sylvana:—Mierda —despierto sobresaltada, miro el reloj 5:50 am—. No puede ser.Corro a la ducha rápidamente y en cuestión de 4 minutos estoy afuera. Me coloco el uniforme, doy un beso a mi padre que aún está descansando y salgo de la habitación.No puede ser, en dos minutos entro a la cafetería. El señor Hernán me matará. La ventaja es que el lugar está a 4 manzanas del hospital. Al salir corro como una loca desquiciada. Agradezco que no haya mucha gente por las calles. Cruzo una, es inevitable no pensar en lo sucedido ayer, la verdad es que no he podido sacar de mi cabeza esos hermosos ojos café verdosos y su ronca voz y como me ha ayudado. Cruzo la última calle para llegar al trabajo cuando un golpe me desequilibra.&nbs
Kaleb:La llamada de Adrián me sobresalta, estoy recostado en la silla del despacho y apenas logor dormir un par de minutos cuando me he despertado.—Jefe, la han atropellado— salto de la silla—¡¿QUÉ?!, ¿A QUIÉN? —grito—A Sylvana Borrell, nos pidió que la vigiláramos y me han avisado que ha tenido un accidente camino al trabajo —antes de que Adrián terminara de dar el informe yo ya estaba con ropa deportiva a punto de salir de casa.—Llévenla al hospital —carraspea—Se ha ido corriendo, según mi informe corrió hasta esa cafeter
Sylvana:Camino sin ánimos, y con un dolor horrible de cabeza. Me siento debilitada. Cruzo unas cuantas miradas con Manuela y continúo en dirección a la oficina de Hernán.—Pasa— me indica y cierra la puerta.—Lo siento mucho Hernán yo no… —alza la mano—Hay muchas excusas Sylvana, la verdad es que ya tengo varias quejas de tu servicio, y sobre la preparación del café —mis ojos se abren como platos. He trabajado para Hernán el último año y nunca he tenido ningún reclamo de algún cliente, solo el de hoy.—No he querido mencionarte nada, pero pensaba en darte otra oportunidad, es sólo
Kaleb:Conduzco en dirección a casa. Mi móvil suena pero no tengo ganas, ni paciencia, de hablar con nadie así que lo dejo.—¿Y así lo vas a dejar?, ¿Qué no ibas a salvarla? —pregunta Camilo, y es verdad. Yo tenía otro concepto de lo que iba a hacer y terminé haciendo todo un desastre.—Pues en este momento no tengo nada más que decir —bufa—La cagaste hermano y probablemente ella esté despedida ahora —asiento y estoy a punto de contestarle cuando me interrumpe—. ¿Te interesa?, la chica.Lo miro de forma fugaz sin despegar demasiado la vista de la carretera y asiento. Él sabe que eso no es normal
Sylvana:Me encuentro haciendo fila para pagar algunas de las deudas que tengo con el hospital. Suspiro para ahogar la frustración y las lágrimas que amenazan por salir. Visualizo a Jimena corriendo hacia mí con cara de espanto.—¿Qué está pasando?, me dijo tu padre que te habías desmayado.—Me han echado del trabajo — escupo y rompo en llanto para después refugiarme en sus brazos.—Oh vamos Sylvana, tu puedes con esto, has estado en peores circunstancias y has salido, eres la persona más fuerte que… —alzo la mirada y sé que leyó todo lo que quise decir.—¿Esto?, ¿Qué es esto? —se&n
Sylvana:Me despierto y tardo un momento en comprender que me encuentro en una cama de hospital.—Mierda, mierda —Me siento rápidamente y comienzo a estudiar mi entorno.Estoy canalizada a un suministro de… vitaminas, miro hacia el otro lado y me encuentro con Kaleb sin su saco, con los primeros botones de la camisa desabrochados y en su rostro hay una mirada desaprobatoria.—Desnutrición, he— suspira y yo me avergüenzo—Todo esto tiene un motivo…— explico tratando de recomponerme, asiente—Lo sé, tu padre, las deudas y tu falta de dinero— mi rostro luce como un tomate, estoy s
Kaleb:Se lo he pedido un millón de veces y no me responde. Comienzo a desesperarme, jamás aceptaré un “no” por respuesta y menos de ella, Sylvana tiene que ser mía.—Mira Kaleb, ahora seré yo quien te proponga algo —dice con voz tímida, asiento rápidamente.—Lo que quieras —escupo. Sigo sin dejar su mano y tarda lo que parecen horas para articular sus siguientes palabras.—No quiero apresurarnos, me refiero a que… —sus mejillas se acaloran—. Tú me pareces muy atractivo…Habla sin mirarme a los ojos y una sonrisa maliciosa se me escapa, alza una ceja, parece que se ha dado cuenta.<