—Promete que no te olvidarás de nosotros, Anna —le pide Martina a la pelinegra, por lo que ésta a sabiendas de la chica está sentimental por muchas cosas, la abraza con más fuerza antes de subir al carruaje Moguer en donde la llevará su mismo padre.—No te preocupes, Martina. Si es necesario escaparme para venir a verlos lo haré —promete ella, al borde del llanto.Dolores le pide perdón con cada mirada y Anna solo puede abrazarla y llorar con ella.Y así es como sube al carruaje, después de que su padre la ayuda a subir. Anna saca la cabeza para lanzar besos y sacudir la mano hacia las mujeres que tanto la conocen, y una vez se aleja siente el pesar. Aún parece increíble que su vida haya dado este giro inesperado, alejándola moralmente de su amor, pero sin poder despegarse de éste de corazón. Sabe que es obligatorio seguir fingiendo que ama a Antuam, hasta que la misma Emma tomé la decisión de decirle a todos quién es ella.Anna sabe que después de que Rodrigo sepa la verdad, se a
José, desconsolado por tener que dejar a César allí tirado, tapa su cuerpo y le promete que cumplirá con su promesa, por lo que se pone la cadena y avanza estratégicamente por el valle. Entre los muertos franceses y españoles en el camino, encuentra algo de agua y armadura, cosa que usa a su favor para protegerse, hasta que finalmente se consigue con un pequeño pueblo al Este. Su corazón se acelera al darse cuenta de que ambas tropas han pasado por allí, pues hay muertos en las calles. Hay gente desde sus casas mirando hacia afuera, por lo que José corre para que no pueda ser atacado por alguno.Con ayuda de su brújula se dirige al Noreste, sabiendo que todas las tropas ya deben estar allí, quita su armadura que puede hacerlo parecer un soldado español, y con nostalgia roba un potrillo de un pequeño establo. Los dueños salen, disparan al aire y éste logra huir con el caballo por el bosque. En medio de pequeños descansos gracias a su memoria fotográfica por el mapa que su tropa usaba,
Mientras José, retorna al palacio real, revive mentalmente el caos de la cruel guerra. El sonido ensordecedor de la artillería aún retumba en sus oídos, mezclados con los gritos de sus compañeros y el olor acre del humo y la pólvora que impregnan el aire. El estruendo de las explosiones y el silbido de las balas llenan el aire, creando un sinfín de imágenes y sensaciones que se entrelazan en la mente de José. Su corazón late con fuerza en su pecho, impulsado por la sensación de miedo y adrenalina que lo acompañan desde el momento que logró salir con vida del campo de batalla. Con su uniforme empapado de sudor y manchado de barro y sangre, José avanza con la mirada fija en el horizonte, donde se vislumbran la silueta del imponente Palacio Real. Estaba de regreso en casa y vivo.Una profunda desolación lo invade al recordar que no todos tuvieron su misma suerte. Recuerdos de aquellos soldados valientes que durante tres días cabalgaron sonrientes y cantando junto a él hasta llegar a t
Anna regresa a su habitación hecha un mar de llanto, cada vez es más difícil para ella mantenerse alejada de Rodrigo, su deseo por él es tan intenso que no piensa en otra cosa que estar entre sus brazos. Al entrar a la habitación escucha un ruido cerca, lo cual no sólo la sorprende sino que la asusta. —¿Quién está allí? —pregunta con voz trémula. A pesar del miedo se acerca al lugar donde escuchó el ruido. Repentinamente de una especie de puerta camuflada por el papel tapiz que decora ese pasadizo secreto, sale Javier el criado de Emma.El hombre se abalanza sobre Anna, cubriendo con sus manos la boca de la pelinegra e impidiendo que esta pueda gritar. Aunque ella intenta zafarse no puede. El hombre la lanza con fuerza haciéndola caer y luego se arroja sobre ella. Apenas en un breve segundo la chica deja escapar un grito ahogado, uno sólo que se escucha en medio de la habitación.—¡Ahhj! —el hombre le cubre la boca con más fuerza.—Cállate perra, te dije que me vengaría de ti.
—Quédate con tu esposa, Rodrigo… —le ordena Emma cuando ve en medio del desastre la mirada de éste el querer dejar a Elisa allí tumbada sólo para saber qué ha pasado con su Anna. Sin embargo Rodrigo se apega a la orden, llevando él mismo a la rubia hacia la habitación mientras escucha a su madre decirle a Anna que se mantenga junto a ella.La actitud de su madre con la chica cada día lo deja más desconcertado.Son alrededor de la una de la madrugada cuando el doctor llega al palacio. Justamente estaba terminando de atender un parto cuando los guardias del palacio llegaron solicitando con urgencia su presencia. Él pensó que podría tratarse de la reina, pero al entrar a la habitación de la rubia, exhala. Recuerda la mentira que ésta le hizo creer a todos, y piensa que tal vez esto sea producto de otra mentira.Elisa, enardecida por lo que han visto sus ojos entre Rodrigo y Anna, se deja revisar por el doctor. Éste le revisa las pupilas, se da cuenta de que hay cierta palidez en ell
Tras ejecutar su plan, Hernán entra a la sala en donde hace unos meses él y la reina solían tener sexo voraz y algo tosco, nada comparado al pasional y lleno de amor que mantiene con la princesa.—Sin rodeos —dice Emma haciendo un movimiento con la mano—. Dime, Hernán. ¿Qué edad tiene Elisa Moguer?Los vellos de la nuca de Hernán se erizan. Cree que no puede mirar a Emma a la cara porque si no delataría su nerviosismo, pero si no lo hace, también.—Catorce años, majestad. Pensé que usted lo sabía… —comenta, tratando de sonar normal.Emma suelta una risita que a Hernán le vuelve a erizar la piel, pues ahora sabe que no está aquí por sexo, está aquí porque Emma sospecha de Elisa y él. Puede notar esto por la intensidad en sus ojos claros y las facciones malignas en su rostro.—Lo sé, Hernán, sólo quería saber si tú estabas al tanto de ello —expresa mirándolo fijamente desde su silla.Hernán tartamudea un poco antes de hablar y Emma siente tanto asco repentino por él.—L-lo estoy…
La noticia de que Elisa está embarazada alegra a la reina, ya que finalmente Rodrigo se verá enfocado en cuidar de su hijo, y así dejará de molestar a Anna, para quien ya Emma tiene planes futuros —Tendremos doble celebración en el palacio real esta semana. No sólo vendrán invitados especiales de Escocia, el Rey Juan Carlos y su hijo, el príncipe Hans con quienes desde ahora nos unen lazos de amistad más fuertes, sino que daremos la noticia del próximo miembro que formará parte de la monarquía Fernández de Córdoba. —proclama la reina poniendo su copa en alto durante el almuerzo.Todos levantan sus copas para brindar por ambos acontecimientos, todos –excepto Anna– sonríen plenamente. Aunque la pelinegra hace un esfuerzo para sonreír, su corazón está realmente destruido con aquella noticia. Lo único que la mantiene en pie, es el hecho de que pronto Rodrigo sabrá las razones de su rechazo y podrá perdonarla. Anna jamás llegaría a odiar al príncipe a pesar de todo lo que había ocur
En medio de los preparativos para la celebración, Anna le pide a Emma que la deje ir a su antiguo hogar para buscar a Martina. Emma, quien está muy emocionada por los preparativos, la sorpresa del embarazo y todo lo demás, la deja ir con el cochero Julián, pero también con un guardia como acompañante, pues necesita sentir que su hija está segura.Minutos después Anna, Julián y José parten en el carruaje real hacia la casa Moguer.—¿Está emocionada por el embarazo de su hermana, su majestad? —le inquiere José.La pelinegra sonríe un poco. Le encanta la idea de ser tía, pero… hay algo terriblemente doloroso tras todo eso.—¡Lo estoy! —asegura—. Y cuando estemos solos, no vuelvas a tratarme así, ¡aún no me acostumbro! —le reprocha en tono amigable.José sonríe en respuesta y hablando sobre los preparativos del día de mañana, disfrutan el camino. Al llegan a la casa Moguer, José rápidamente baja para ayudar a Anna, y en cuanto ésta divisa a su madre tendiendo la ropa, corre hasta ell