Anna regresa a su habitación hecha un mar de llanto, cada vez es más difícil para ella mantenerse alejada de Rodrigo, su deseo por él es tan intenso que no piensa en otra cosa que estar entre sus brazos. Al entrar a la habitación escucha un ruido cerca, lo cual no sólo la sorprende sino que la asusta. —¿Quién está allí? —pregunta con voz trémula. A pesar del miedo se acerca al lugar donde escuchó el ruido. Repentinamente de una especie de puerta camuflada por el papel tapiz que decora ese pasadizo secreto, sale Javier el criado de Emma.El hombre se abalanza sobre Anna, cubriendo con sus manos la boca de la pelinegra e impidiendo que esta pueda gritar. Aunque ella intenta zafarse no puede. El hombre la lanza con fuerza haciéndola caer y luego se arroja sobre ella. Apenas en un breve segundo la chica deja escapar un grito ahogado, uno sólo que se escucha en medio de la habitación.—¡Ahhj! —el hombre le cubre la boca con más fuerza.—Cállate perra, te dije que me vengaría de ti.
—Quédate con tu esposa, Rodrigo… —le ordena Emma cuando ve en medio del desastre la mirada de éste el querer dejar a Elisa allí tumbada sólo para saber qué ha pasado con su Anna. Sin embargo Rodrigo se apega a la orden, llevando él mismo a la rubia hacia la habitación mientras escucha a su madre decirle a Anna que se mantenga junto a ella.La actitud de su madre con la chica cada día lo deja más desconcertado.Son alrededor de la una de la madrugada cuando el doctor llega al palacio. Justamente estaba terminando de atender un parto cuando los guardias del palacio llegaron solicitando con urgencia su presencia. Él pensó que podría tratarse de la reina, pero al entrar a la habitación de la rubia, exhala. Recuerda la mentira que ésta le hizo creer a todos, y piensa que tal vez esto sea producto de otra mentira.Elisa, enardecida por lo que han visto sus ojos entre Rodrigo y Anna, se deja revisar por el doctor. Éste le revisa las pupilas, se da cuenta de que hay cierta palidez en ell
Tras ejecutar su plan, Hernán entra a la sala en donde hace unos meses él y la reina solían tener sexo voraz y algo tosco, nada comparado al pasional y lleno de amor que mantiene con la princesa.—Sin rodeos —dice Emma haciendo un movimiento con la mano—. Dime, Hernán. ¿Qué edad tiene Elisa Moguer?Los vellos de la nuca de Hernán se erizan. Cree que no puede mirar a Emma a la cara porque si no delataría su nerviosismo, pero si no lo hace, también.—Catorce años, majestad. Pensé que usted lo sabía… —comenta, tratando de sonar normal.Emma suelta una risita que a Hernán le vuelve a erizar la piel, pues ahora sabe que no está aquí por sexo, está aquí porque Emma sospecha de Elisa y él. Puede notar esto por la intensidad en sus ojos claros y las facciones malignas en su rostro.—Lo sé, Hernán, sólo quería saber si tú estabas al tanto de ello —expresa mirándolo fijamente desde su silla.Hernán tartamudea un poco antes de hablar y Emma siente tanto asco repentino por él.—L-lo estoy…
La noticia de que Elisa está embarazada alegra a la reina, ya que finalmente Rodrigo se verá enfocado en cuidar de su hijo, y así dejará de molestar a Anna, para quien ya Emma tiene planes futuros —Tendremos doble celebración en el palacio real esta semana. No sólo vendrán invitados especiales de Escocia, el Rey Juan Carlos y su hijo, el príncipe Hans con quienes desde ahora nos unen lazos de amistad más fuertes, sino que daremos la noticia del próximo miembro que formará parte de la monarquía Fernández de Córdoba. —proclama la reina poniendo su copa en alto durante el almuerzo.Todos levantan sus copas para brindar por ambos acontecimientos, todos –excepto Anna– sonríen plenamente. Aunque la pelinegra hace un esfuerzo para sonreír, su corazón está realmente destruido con aquella noticia. Lo único que la mantiene en pie, es el hecho de que pronto Rodrigo sabrá las razones de su rechazo y podrá perdonarla. Anna jamás llegaría a odiar al príncipe a pesar de todo lo que había ocur
En medio de los preparativos para la celebración, Anna le pide a Emma que la deje ir a su antiguo hogar para buscar a Martina. Emma, quien está muy emocionada por los preparativos, la sorpresa del embarazo y todo lo demás, la deja ir con el cochero Julián, pero también con un guardia como acompañante, pues necesita sentir que su hija está segura.Minutos después Anna, Julián y José parten en el carruaje real hacia la casa Moguer.—¿Está emocionada por el embarazo de su hermana, su majestad? —le inquiere José.La pelinegra sonríe un poco. Le encanta la idea de ser tía, pero… hay algo terriblemente doloroso tras todo eso.—¡Lo estoy! —asegura—. Y cuando estemos solos, no vuelvas a tratarme así, ¡aún no me acostumbro! —le reprocha en tono amigable.José sonríe en respuesta y hablando sobre los preparativos del día de mañana, disfrutan el camino. Al llegan a la casa Moguer, José rápidamente baja para ayudar a Anna, y en cuanto ésta divisa a su madre tendiendo la ropa, corre hasta ell
Una vez que Emma baja las escaleras junto a Anna, el Rey Juan Carlos junto a su familia se aproxima a ellas con una enorme sonrisa para besar la mano de ambas.—Puedo ver de ella en ti, sin duda tiene sangre real —expresa con cariño Juan Carlos, y las mujeres sonríen.—Anna, hija, él es el Rey Juan Carlos Hamilton, su esposa, la reina Madeline Hamilton, y su hijo… el príncipe Hans —le presenta Emma a todos.El príncipe Hans hace una reverencia y sonríe ampliamente hacia la pelinegra, su belleza le parece encantadora, luce hermosa y el tono de su piel blanca llama mucho su atención porque parece un frágil clavel.—Es un placer, princesa Anna —dice besando con sutileza su mano y la chica no puede dejar de verlo, impresionada de su porte, sonrisa brillante y belleza varonil.—El placer es mío, reyes Hamilton, espero disfruten la estadía en nuestro palacio. Hemos preparado cada cosa a detalle para que no extrañen tanto su hogar… —dice Anna, desbordante de elegancia, dulzura y modales
En cuanto la banda sonora hace vibrar al público con la dulce melodía del baile de inicio, una de las manos de Hans se posa en la cintura de la pelinegra mientras la otra toma su mano. Ambos sonríen con timidez. Aunque para Hans es común bailar y estar presente de hermosas señoritas, desde que la vio se ha sentido nervioso, en vista de que antes de salir del palacio Hamilton, su padre le ha dicho algo importante.—Nunca he querido obligarte a hacer nada y lo sabes, Hans… —decía Juan Carlos, sabiendo lo triste que es ser obligado a casarse con alguien a quien no ama—. Pero eres mi único heredero, y no he visto que te interese ninguna princesa o plebeya de nuestro reino o alguno cercano.El rubio menor sonrió hacia su padre. La verdad era que nadie nunca había llamado su atención como para pensar casarse, hallaba a las mujeres hermosas, pero nadie lo había hecho “vibrar”.—¿Tienes en mente una candidata, padre?—La reina Emma me ha enviado una carta… Dice que tiene una hija, tu tío
—Me encantaría conocerte, María Castro… —dice Hans sonriente, y la mujer, agitada por la emoción que los envuelve, asiente con una sonrisa y corre alejándose de él, sintiendo su corazón brincar de alegría.No puede creerlo, ¿un príncipe interesado en ella? Debe ser un sueño.Las siguientes horas transcurren entre brindis, sonrisas, chistes de le época, la firma de Emma hacia el acuerdo con Francia y otro brindis que se extiende un poco más. Casi se está finalizando la velada, cuando Martina que no se ha separado de su hermana, le anuncia a Anna que saldrá un momento. Al salir del palacio, Martina corre rumbo a las caballerizas. Recuerda las palabras de César cuando éste le dijo que a Cleotaldo le encanta comer, y lo confirma cuando no lo encuentra vigilando, tal cual como la otra noche.Sus pies van por sí solos hacia uno de los cubículos, ese en donde perdió su virginidad, y al encontrar un caballo allí se echa a llorar; saca el collar de sus bolsillos, lo aprieta en sus manos,