—Y otra vez el llanto.—De no ser porque te hicieron la prueba de embarazo y salió negativa, diría que lo estaba. —Le sonreí.—Porque no todos los días te enteras de la farsa de madre que tenías y todo lo que ha pasado golpe tras golpe.—Cierto. —Me dio un beso—. Ve a bañarte —mordió mi labio.Una vez arreglada, bajamos de la mano y en un área especial ejecutiva. Mi padre alquiló una pequeña sala de juntas para que habláramos en privado. La recepcionista nos informó que ya nos esperaban. De mi parte estaba decidida decirle. Al recibir la información, llegaron los doctores y me sorprendió al ver a Daniela con su esposo con todo un kit portátil en caso tal de que no soporte tanta información. —miré a Yaro, lo abracé. ¡Por el Crucificado…!, me gané la lotería con este hombre, le di un beso en el pecho.—Si que nos has puesto a correr, Yaro. —Le comentó Iván.—Lo siento, pero no puedo olvidar que él si tiene una falencia cardíaca y lo que vamos a hablar podría alterarlo. Es bueno tener a
Me dio muy duro ver a mi padre que, hasta la inconciencia, perdió. Estábamos en la clínica de Iván y Daniela. Hace un par de horas habíamos llegado. Todo fue tan caótico. Lía me sacó de la sala de juntas. Y la imagen que vi fue al cardiólogo dándole reanimación. Creo que Gamal llamó a Jabir para que gestionara el permiso de llegar al aeropuerto y poder aterrizar el helicóptero mientras solicitamos una ambulancia para trasladarlo a la espera de la llegada de Jabir. Ahora lo veía todo entubado, Iván me dijo que las primeras cuarenta y ocho horas serían, cruciales. Sale adelante o lo pierdo. Y no quiero eso. Ahora me arrepiento de haberle dicho y si se me muere, no me lo perdonaré por nada del mundo. Los brazos de Yaro me rodearon. No sé qué haría sin este hombre. Es lo que necesito, a quién necesito en este momento. —Ya se va a desplegar un anillo de seguridad. Todo estará bien mujer bonita. —Gracias, Yaro. —¿De qué? —Por pensar en todo. Gracias a ti mi padre no ha muerto hasta es
Había pasado una semana. Y yo sigo como champiñón, más triste que payaso sin público. Detesto sentirme así, pero me cuesta mucho cuándo la depresión me ataca. Desde ese tiempo no hemos visto a Salomé más que por videollamada. Se ha quedado en la clínica porque su padre sigue sin reaccionar, eso la estaba acabando. Se veía ojerosa.La tarde seguía muy lluviosa, tanto que he pasado con una cobija encima y he estado sentada en la terraza de la casa finca, con mi perro a un lado y con el hocico sobre mis piernas. Por momentos Mi Chocolate precioso venía a darme besos. Quisiera no sentirme así, pero me costaba salir, era una lucha diaria conmigo misma.Creando balanzas de cómo estoy, diciéndome que no era culpable de que malos mataran a seres amados y conocidos. Pero eso cuesta… ¡Ea Ave María, sí que estaba achicopalada! Quien no se me quita de al lado era Pomelo, él sabe que ando muy triste, tanto que temo caer en depresión. —sonó mi celular.—Hola, padre.—Amira, si no sales de esa trist
Contesté la llamada. Era muy raro que mamá llamara tan seguido del señor Juan Carlos.—Hola, madre hermosa.—Hola, mi niño. —habló en voz baja.—¿Por qué hablas en susurro? —Esto no pinta nada bien.—Déjame y salgo al jardín para poder hablar muy bien.Algo me alteró, no sabría qué decir en caso de que me pregunte, a ella era casi imposible engañarla.—Cuando te pones en ese plan, no es nada bueno.—Es tu padre, tiene varios días extraño, se fue a Toronto hace unos días y regresó al día siguiente, pero desde entonces no ha sido el mismo. ¿Te ha comentado algo?—No, hasta ahora no.Así que viajó… eso lo puedo averiguar por mi licencia de piloto. Por el momento debía distraer a mi madre.—Mamá, si te lo digo no me dejes como el sapo de la familia.—¡Sabía que tus sabias! Él te cuenta lo que a mí no me cuenta. ¿Algún problema con las empresas?—No, tú sabes que no es nada de eso. Es una sorpresa. Por cierto, aprovechando que viajaré la otra semana por petición de papá. Organiza lo de mi
Gustavo no me había querido decir nada. Y la verdad, con la inconsciencia de mi padre, he estado muy apartada de todo. Solo salí ayer para dar mi testimonio en la fiscalía. Llegamos a la habitación donde estaba Gustavo era muy cómodo. Se veía muy, pero muy demacrado. Nos sonrió al vernos. —Hola a las dos. Qué alegría verte Lía. —Mi hermana lo abrazó—. No te dejes llevar por mi aspecto. Aún tengo fuerzas para hablar y tomar decisiones. Lo mío es en la cabeza y aún tengo la mente lucida, salvo por los dolores en ocasiones, el resto de mi cuerpo se encuentra perfecto. —No pierdas la fe. —Ya no es cuestión de fe, es de aceptación y resignación. Me he sometido a los exámenes de aquí, solo por una razón. —Eso me asusta. —comenté. —Ustedes son sus hermanas. Las conoció hace más de cuatro o por ahí va la cuenta, y desde su llegada mi hermanita cambió, me iré tranquilo. Luego de hablar con ustedes le pedí a Jabir que habláramos para poder dejar mis asuntos arreglados. —Sigues asustándome.
Sonó el teléfono que solo era marcado por Sabueso… —Ahora ¿qué quieres?—Tu hermano se encuentra muy grave en la clínica de la hermana de Yaro, hace unos días se enteró de algo y le dio un paro cardíaco.—¿Cómo sabes eso?—Acaban de amenazar a la clínica y a que no adivinas quien fue.—Habla de una puta vez.—Ya di la orden.—¡La orden de qué!—La orden de matar a Caimán. Ese hijo de puta no matará a mi hijo.—Si ya disté la orden, ¿para qué mierda me la comentas a mí?—No voy a caer Araña. Ten eso presente. Más bien averigua la razón por la cual tu hermano recayó.No le dije nada, solo colgué, con la muerte de este imbécil solo se calmará el avispero por un momento. Pero seguirá y debo irme con cuidado. ¿Qué le habrá pasado a mi hermano? ¿Qué lo habrá mandado a la clínica?—¡Ramón!—¿Señor?—Tienes una tarea. Averíguame qué le pasó a mi hermano. Se encuentra en la clínica de la hermana de Yaro.—Debe ver esto, señor.«Última hora. Acaban de matar al exministro de justicia en su resi
La enfermera que salió lo hizo con un celular en la mano. Y ahora que lo comentó Salomé si fue muy sospechoso. Llamé a mi Chocolate.—Amira, ¿Dónde están?—En el piso de don Francisco, mirá Chocolate, hace nada salió una enfermera de la habitación del tío de las chicas y Salomé sospechó de ella, ahora la voy siguiendo y no deja de mirar a los lados y escribir por el celular.—Activa el rastreador de tu celular para llegar a tu lado.—Se dirige al ascensor mi amor.—Estoy corriendo.Terminé la llamada. Sí que era muy sospechosa la susodicha. La mujer no ingresó al elevador, prefirió bajar por las escaleras. Activé la ubicación en mi celular e ingresé a las escaleras. Quién dijo miedo, pues.—¿Dónde se encuentra? —Santa cachucha, estaba hablando—. Tengo la conversación, pero no me ha enviado el dinero… —Te vendiste enfermerita—. Nos vemos en el parqueadero… Primero el dinero. —Te jodiste, si llegas a donde sea que te estén esperando te matan idiota.Esta mujer avara no sabe con quién se
—¿Si se acercó, con qué intención lo hizo? Pero casualidad en este punto no es una opción.—Lía tiene una teoría que cada vez creo más. —Mi mujer parece tener razón en esto—. Aunque pesa saber si es cierta, nos faltan unos tres meses para descubrirlo. ¿Le contó algo más de lo que hacía en Inglaterra?—No. ¿Algo como qué?—Salomé se fue a Inglaterra y fue ahí donde la contactaron. Antes de la muerte de la señora Amelia. Eso para mí, es mucha coincidencia.—Muchacho… Amelia hablaba mucho con varios conocidos de ese país.Puede que mi mujer tenga mucha razón, Lía dice que hay un vínculo entre Operación Aroma, Amelia y Salomé. —¿Usted le pidió matrimonio?—Nos quedamos cinco meses en Inglaterra. Al llegar a Colombia nos casamos. Y a los meses de casados se la presenté a mi hermano. —¿Él no fue a su boda?—No estaba en Colombia, eso me dijo.—¿Notó algo diferente a partir de ese momento? —Se quedó callado, luego afirmó.—No se caían bien; una mentira obviamente, pero así se vendieron