La adrenalina que le tocó pasar no era lo que deseaba que viviera. Traté de minimizarle las escenas fuertes como el ver los muertos, la sangre en el piso. Pero el ponerla a correr mientras nos disparaban y para colmo ver cómo herían a uno de la agencia. La hizo sentir culpable, y nadie ahora le saca eso de la cabeza. Se decía que, por su culpa, al no poder correr como los otros, lo hirieron, por eso no lograba controlarla o más bien no quería controlarse. —Ramiro, por favor llévame a la clínica de Daniela. —No. —dijo casi sin poder decir nada. —Necesitas control médico cariño. No reaccionas. ¡Métele la pata a ese acelerador! —grité por el desespero de no poder controlarla. Sonó mi celular. —Yaro. —¿Qué pasa?, te desviaste. —Onely no se encuentra bien, no logro estabilizarla, su ritmo se ha acelerado, sus síntomas son del inicio de un preinfarto. Voy para la clínica de Daniela. —Ya la llamo y le digo, el agente herido también será llevado hacia allá. Nosotros estaremos en la age
Continué caminando hacia atrás. Los doctores me miraron, sin embargo, yo me encontraba en otro mundo… ¿Un bebé?—¿Jabir? —Alcé la mano.—Necesito un minuto.No sabía para donde caminar, sin embargo, fragmentos de un bebito se calaron en mi mente. Se estaba cuidando, todos los días lo hacía, era testigo de ello. Éramos conscientes de que un hijo no era ni el momento, ni el tiempo. Choqué con una silla y preferí sentarme. El pulso lo sentía hasta en las orejas. Mi celular sonó y era mi madre.—¿Mamá?—Cariño, estaba viendo las noticias de Colombia, sabes que me estoy viendo mis novelas y salió un comunicado de que Amelia no murió por un accidente, sino que fue ¿un asesinato? Hijo puedes decirme.—Por ahora es confidencial madre.—¿Por qué esa voz?—Si conoces a una persona con la que te sientes increíble y ella logró derribar de la nada, con su ternura e inocencia tus barreras y solo han pasado dos semanas de una relación seria…» Pero eres consciente de que sufre de un síndrome que se
Estaba en la oficina y mi mujer caminaba de un lado al otro hablando por teléfono con el señor Francisco. Esperábamos que el despacho nos llamara para salir a reabrir el caso. —estaba orgulloso de ella. Siguió al pie de la letra mi plan y supo ganarle al miedo que tenía. Los dejó en ridículo y eso si fue asunto de ella. Tomó a los enmascarados de animales por delante y los ridiculizó al máximo. Eso fue para alquilar balcón. La verdad, las cuatro hicieron un trabajo increíble. Demostraron lo valientes que eran. Porque eso para mí es la valentía. Vencer los miedos y salir adelante. —Si papá, fue un éxito tanto que… ¿Vistes las noticias?... deberías verlas y luego me llamas… papá… Está bien… —suspiró—. El teniente Zapata confesó que no fue un accidente, le pagaron para que la matara y como ese era el último abismo que quedaba los arrastró a todos. La familia de Yaro como ese par de anciano fueron daños colaterales. El caso se reabrió papá… ¡No!, usted se me queda donde está. El tema s
Nos dimos cuenta de que los disparos no eran para nosotros. Fueron para amedrentar al juzgado que llevaría el caso de mi madre. Eso solo probaba que un poderoso no quería ser descubierto. O más bien tres poderosos. Mi novio inició el ataque para darles de baja, aunque no era con nosotros, si eran los entrenados para enfrentarlos. Nosotros fuimos un caso fortuito. Simplemente, llegamos en el momento inadecuado, o, por el contrario, muy adecuado. La manera en cómo los agentes de Yaro Seguridy, bajo las instrucciones de su capital, enfundados en sus trajes de negros de agentes secretos, iban acabando uno a uno con los que disparaban a la mansalva. Lo que me tenía muy nerviosa eran los inocentes que estaban alrededor del juzgado y habían caído al suelo por los primeros impactos. No hubo un solo disparo hacia el auto nuestro o al menos que me haya dado cuenta. Pero si me indignó ver a personas sin moverse y otras arrastrándose por estar heridas. Llamé a la línea de emergencia para solici
Lancé el puto vaso de whisky, el cual impactó con fuerza en la pared del despacho. Todos vimos lo que ocurrió. Habíamos acordado los tres en mandarle un susto al juez por petición de Caimán, dando la orden para que dispararan contra las instalaciones. Debía tener mucho cuidado. —Deseaba vengarme, pero no podía ser idiota de mandarme a mí mismo la soga al cuello—. Cae Caimán, y nosotros también lo haremos, debía de ser más inteligente. ¡Mierda, m****a, m****a y mil m****as! Sabueso ha permanecido callado. Debe estar pensando mucho en la evasión a sus preguntas, Caimán nada que le responde, le da vueltas y vueltas cada que se toca el tema de mi cuñada. Pero ahora, por poco, pudo morir Salomé. Que, si no hubiera sido por la astucia de Yaro, habría sido otro el cuento. —¿Paso a seguir?, debemos actuar de manera conjunta. —Pegarte un tiro sería lo más acorde para cortar el hilo de la telaraña que nos vincula. —Desde hace unos años ese ha sido tu deseo. Y créeme que me arrepiento de
Me sentía en la dimensión desconocida, miraba la habitación llena de regalos de Jabir, quien sonreía hablando con Yaro y el doctor Iván. A mi lado estaba Salomé y no me he atrevido a decirlo y eso que tengo más de tres horas de saberlo. No he podido asimilarlo, sin embargo, mis manos no se han alejado de mi vientre…—Tienes una cara. ¿Acaso no crees que tengas a mi primito en tu vientre?—¿Voy a ser mamá? —Lo había dicho.—Sí.Dijo Salomé que estaba guardando en unas cajas todo lo que Jabir me había traído. Cuando dijeron ser exagerado, él arrasó con todas las banderas de llegadas. Tenía peluches, flores, globos, canastas llenas de frutas por cantidad.» Pero Jabir te compró el almacén completo. —Nos miramos y me guiñó un ojo.Siempre me dije que al momento de tener una hija o un hijo no iba a ser como lo fueron mis padres. Sería, todo lo contrario, una buena madre. Yaro se alejó para hablar por teléfono de nuevo.—José ya salió de la finca en el helicóptero.—No acosen, estamos empac
Por la mirada de Lía no esperaba nada bueno. Abrió su portátil, se sentó y conectó el computador al proyector.—La agencia nos envió esto.Comenzó a mostrarnos, toda la vida empresaria del señor Juan Carlos Montoya. Un hombre al que apreciamos por los años que llevamos de ser amigo de su hijo mayor. Empresas. Compra y ventas de almacenes de cadena, inversiones en la bolsa, inversiones en muchas empresas hidroeléctricas, almacenes de cadena, concesiones viales. Todo ahí era legal.Luego comenzó a mostrarnos la compra y venta de tierras, en lugares remotos, compras de cientos de hectáreas, en baldíos, tierras que luego se le vendió al gobierno o a empresas privadas para hacer refinerías, represas, zonas francas. También figuraban predios que luego eran vendidos a las gobernaciones, para ganar una gran tajada en las licitaciones que se enviaban al gobierno. Era un negocio redondo.—Miren cómo jugaba con una triangulación aparentemente legal.Compraba los terrenos, se los vendía al gobier
No sabía qué hacer o que decir. Por lo menos Onely estaba dormida, no podía preocuparla y menos ahora que salía de una recaída. La verdad era que no deseaba ni pensar… —Lo mucho que he odiado a los genocidas. Y el recuerdo de una conversación cuando solo era un adolescente de quince años y los gemelos tenían unos cinco. Veíamos las noticias en familia, pocas veces lo hacíamos, pero esa noche sus palabras me quedaron marcadas en mi memoria y como un lema de vida.—¡¿Por qué el gobierno no hace nada?! —Había exclamado mi madre. —Porque la justicia en Colombia es para quien pueda brindar una buena tajada. —Se miraron.—Desafortunadamente tienes razón. Duele Juan Carlos, mira todos esos desplazados, las muertes de los líderes que los denuncian. ¿Cómo puede haber seres tan abominables que por poder matan a otros? ¿Para ellos nunca es suficiente?—Cariño, no todos tenemos el pensamiento de justicia. Cada uno de nosotros somos los hacedores de construir una vida plena. Con ello no me refier