Vínculo

—Caleb, mírame. Reconóceme. Soy Alicia — cerré los ojos con fuerza, esperando esa mordida en el cuello que nunca llegó.

—¡Maldita vieja mañosa! — Azura rugió, por lo que abrí los ojos y me percaté que Caleb se encontraba paralizado con el hocico abierto.

—Oh, mi Dios — dejé escapar todo el aire por la boca y tragué saliva, pegándome más a la pared de metal si es que podía—. Tienes que escucharme, Caleb. No permitas que ese demonio te controle. Tu eres más fuerte que ella.

Clavó sus ojos rojos en mí, gruñendo y removiéndose para alcanzarme, pero alguna cosa en medio de los dos no se lo permitía

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