Libre

Caleb

No sé cuánto tiempo había transcurrido luego de ese trance tan extraño en el que me encontraba la última vez en la que cobré conciencia, pero poco a poco empezaba a despertar y sentir dolor en el cuerpo. Alicia fue la única quien me estuvo acompañando en mis sueños. 

—¿Alicia? — susurré. 

—Tu querido amado por fin despertó. Es una pena que mencione otro nombre, ¿no lo crees?

—¿Podrías callarte? Nadie pidió tu opinión. Es más, aun no comprendo qué demonios haces aquí. 

—No estés a la defensiva siempre. Estoy tratando de ayudar. 

—Sigue sin convencerme que lo hagas a cambio de nada. 

—¿Y quién dijo que no quiero nada a cambio? 

—¿Augusto? — abrí los ojos p

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