Abrí los ojos poco a poco, acostumbrándome a la poca luz que había en la habitación. La habitación tenía un olor muy concentrado a flores, las velas eran la única iluminación y las paredes parecían ser hechas de algún metal, no de madera o concreto. Un dolor agudo se instaló en todo mi cuerpo, trayendo pequeños fragmentos a mi mente de lo que había ocurrido antes de caer en la oscuridad.
Los aullidos.
Los ojos rojos en el espejo.
Los colmillos del animal.
¿Dónde me encuentro? ¿Sera que estoy muerta o simplemente todo ha sido un sueño?
Pero se sintió tan real. Al tratar de levantarme, la suave voz de una mujer me alertó. ¿Dónde estoy? ¿Quién es ella? Esos recuerdos tan horribles de esa bestia, más estar en un lugar desconocido me tenían muy asustada.
—Por fin despertaste — habló ella aun dándome la espalda—. Sufriste muchas heridas en tu cuerpo, pero poco a poco se han ido recuperando. Es una suerte que mi nieto te haya encontrado.
Traté de hablar, pero mi voz no salía por alguna extraña razón. La garganta me ardía como el mismísimo infierno, ni que decir de la pesadez que sentía alrededor de mi cuello y todo mi cuerpo.
—Hasta que no logres recuperarte de la herida en tu cuello, no podrás hablar nuevamente — me dio la cara, sorprendiéndome al instante—. Alicia, ¿verdad?
¿Por qué estoy con esta señora que me atendió en la cafetería? ¿Acaso tiene ella que ver con lo que me sucedió? Luego de su advertencia, cosas extrañas empezaron a sucederme. Mi cabeza en ese momento quería explotar.
—Es la primera vez que tú y yo nos vemos, Alicia, pero es como si ya nos conociéramos de antes — sonrió ladeado—. Veras, en estos últimos días ha habido muchos accidentes, por lo que con la comunidad nos hemos visto ayudándolos. Es una suerte que hayas chocado contra un árbol y no con un auto, o peor aún, que hayas caído por el abismo.
Estoy segura que es ella; la mujer de cabello y ojos negros de la cafetería. Tenía tantas preguntas, pero no podía hacerlas, aunque tratara de usar todas mis fuerzas para hablar. Lo que más me aterra, es que ella parece leer mis pensamientos, pues me responde en automático cada que me cuestiono algo. Además, no recuerdo haber chocado con un árbol, ni siquiera recuerdo haber visto alguno en el camino de la montaña.
—Que desconsideración de mi parte. Soy Elisa; la curandera de la comunidad de las montañas. Puedes descansar todo lo que quieras. Aquí estas a salvo. Trataremos de buscar información de tu familia, para que ellos puedan estar contigo lo antes posible.
Le hice señas con la cabeza y ella ladeó la suya.
—¿Por qué no quieres se enteren de tu accidente? — inquirió—. Cierto que no puedes hablar. Disculpa, los años no pasan solos.
Pensaba incorporarme en la cama, pero tampoco podía mover el cuerpo.
—Para eso hay solución — rebuscó en uno de los cajones y puso encima de mi pecho una libreta con un lápiz—. Escribe cuando necesites algo, ¿bueno? Mi nieto o yo estaremos muy al pendiente de ti. Ahora descansa. Necesitas recuperarte por completo.
Tomó mi cabeza con mucho cuidado y me dio a beber agua de una pequeña taza. Mi garanta se refrescó mucho, pero seguía sin poder decir palabra alguna.
Poco a poco el cansancio fue apoderándose de mis ojos. Sentí los músculos más relajados que antes y sin ningún indicio de dolor en el cuerpo. Fue como haber entrado a un tipo de trance, en el cual mi mente quedó en completa oscuridad en pocos segundos. Ese rojo brillante y los colmillos puntiagudos a centímetros de mi rostro, desaparecieron de mis pensamientos en el mismo instante en el que volví a cerrar los ojos.
Desperté más descansada de lo habitual. El dolor punzante de mi espalda había desaparecido por arte de magia. Tal parece que en la noche logré descansar muy bien. El dolor en mi cuello y todo mi cuerpo también han desaparecido por completo. Todos estos días bajo los cuidados de la Sra. Elisa y su nieto han sido revitalizantes. Aunque no recuerdo mucho el rostro y el nombre de su nieto, sé lo mucho que me ha ayudado desde que sufrí aquel accidente en mi auto.
—Estás despierta — entró la mujer, apoyada de un bastón y sonriendo—. ¡Te ves mucho mejor que hace tres semanas!
El tiempo es nuestro mayor enemigo. No puedo creer que ya hayan pasado tantos días luego de que me estrellara contra el árbol. Siento el cuerpo recuperado, pero mi mente parece haber olvidado todo lo ocurrido con ese golpe que sufrí.
—Buen día, Sra. Elisa — hice silencio por un momento al ver a un hombre que jamás había visto entrar a la habitación detrás de ella—. Todo ha sido gracias a sus cuidados.
—Mi nieto y yo estamos encantados de cuidarte, mi niña — se acercó a mí y quitó la venda de mi cuello—. Esto ha cicatrizado perfectamente. Ni siquiera se nota el rasguño que tuviste con esos vidrios.
—No recuerdo mucho de lo que sucedió.
—Fue un golpe muy fuerte, pero afortunadamente no pasó a mayores y pudimos curarte aquí — deslizó la punta de su larga uña por mi cuello—. Perfecta.
Desvié la mirada hacia el hombre, quien no ha dicho ni una palabra, pero que no ha apartado la mirada de mí desde que atravesó la puerta. Supongo que él debe ser el nieto de la Sra. Elisa. Si me ha cuidado todos estos días, entonces, ¿por qué no logro recordarlo? ¿Por qué no tengo una imagen clara de lo que me ha sucedido todos estos días?
—Ven y mira cómo ha cicatrizado de maravilloso, Caleb — lo llamó, y él se acercó de inmediato.
—Perfecta — fue todo lo que dijo, acercándose a mi rostro hasta cortarme la respiración.
Nuestras miradas se encontraron en una fracción de segundo, y una escasa sonrisa apareció en sus labios. El aroma a flores se agudizó aún más en el aire. Es como si mis fosas nasales estuvieran impregnadas con ese olor.
Tener a un hombre desconocido tan ceca de mi rostro me tenía sumamente incomoda, más con ese color tan extraño de ojos, pero a la vez tan atrayentes. Su ojo izquierdo es de un azul claro casi traslucido y su ojo derecho de un marrón oscuro. Es un hombre que con solo mirarlo a los ojos se adentra a un trance. No podía dejar de verlo, además de que físicamente es muy atractivo. Hay varias manchas de tatuajes que sobre salen de su camisa de cuadros, lo que lo hace ver el doble de llamativo.
Un ronroneo conocido y similar a un gato escuché a lo lejos; suave, muy lejano para mis oídos, pero lo oí claramente. Ese ronroneo ya lo había escuchado antes, de eso estoy muy segura, pero, ¿a dónde? ¿A dónde he escuchado a ese gato antes?
Fugaces imágenes cruzaron por mi mente, pero no podía descifrar si se trataban de un sueño o era una realidad. Los ojos de Caleb; el nieto de Elisa, se me hicieron de un color rojo muy brillante y terrorífico, por lo que me alejé de él lo que más pude con el corazón a punto de salirse por mi boca.
—Tranquila, él es mi nieto y es quien ha estado cuidando de ti todos estos días, Alicia — la voz de la Sra. Elisa se oyó como un susurro.Caleb dio un paso atrás, pero no apartó sus ojos de los míos. No tengo ni la menor idea del por qué vi sus ojos de color rojo, pero es obvio que solo fue una mala jugada de mi mente.Sus ojos son muy diferentes el uno del otro.—Lo siento mucho... no quise ser grosera — mi corazón aún se encontraba acelerado—. Gracias por cuidar de mí, Caleb.Él no dijo nada, solo se quedó viéndome un poco más para luego irse. Tan pronto cruzó la puerta, pude solta
El frío y la humedad en mi rostro me despertó de aquel sueño tan extraño. Caleb se encontraba poniendo una toalla húmeda en mi frente cuando abrí los ojos por completo. Una leve sonrisa apareció en sus labios y me advirtió de lo cerca que estaba de mí. Mi corazón se aceleró con volver a tenerlo cara a cara.—¿Una pesadilla? Lo digo porque no dejabas de temblar, de gritar y llorar mientras dormías — su voz es muy profunda y calmada—. Mi abuela dice que se debe a un efecto secundario de la medicina. Puedes llegar hasta alucinar o ver figuras dónde no las hay.—Pero parecía tan real...Todo me pareció haberlo vivido. La luna, la figura, el
Traté de levantarme de la cama, pero no pude. Un fuerte mareo, más una pesadez en todo mi cuerpo me impedía hacerlo. Las piernas no me respondían, por más en que traté de hacer un esfuerzo por levantarme.—¿Qué me sucede? — volví a recostarme en la cama, y poco a poco el mareo se fue desvaneciendo.Cómo si no hubiese sido nada, el mareo se fue por completo una vez quedé tendida en la cama nuevamente. Miré el techo, pensativa y asustada por lo que acababa de sucederme. ¿Y si el golpe fue mucho más serio de lo que la Sra. Elisa cree? ¿Será que sufrí de algún trauma? ¿Y si me encuentro delicada y no lo sabemos? De algún modo u otro, debo irme de aquí e ir a una clín
Luego de que la Sra. Elisa me ayudara a bañar y a vestir, Caleb llegó cambiado y listo para partir a la ciudad; a la misma ciudad donde se supone que debía haber llegado hace semanas atrás. Ahora no solo tengo que ir a solas con un desconocido descarado al hospital, sino hablar con mis padres y mi jefe sobre lo que sucedió. Tal vez mi jefe me permita quedarme luego de explicarle sobre mi accidente.—¿Estás lista?—Sí, lo estoy.El mareo aún seguía presente en mí, por lo que me quedé sentada en la cama viendo hacia el suelo y tratando de disipar ese mareo de mi mente.—¿Aún sientes mareo? — se arr
Me encontraba pensativa y aún con el corazón latiendo muy fuerte debido al acercamiento de Caleb, cuando un joven doctor entró a la habitación con una sonrisa grande en los labios.—Buenas tardes, Alicia. Soy Augusto Salinas, el médico de turno que estará al pendiente hoy de ti. Cuéntame, ¿por qué has asistido por urgencias?—Buenas tardes, doctor. Hace unas semanas atrás sufrí un accidente de auto. Estuve inconsciente por varios días, pero desde que desperté no recuerdo muchas cosas, y cuando voy a tratar de levantarme de la cama, me da mucho mareo.—Sufriste de un accidente de auto, ¿y hasta ahora vienes a urgencias? No comprendo por qué no viniste
Los días siguientes fueron muy lentos, más porque me encontraba completamente sola en el hospital. Sino hubiera sido por la compañía del Dr. Augusto, hubiese sido muy aburrido para mí. El doctor es un hombre muy un amigable, por lo que hacer amistad con él en tan pocos días fue sorprendente. Hizo que mis días fueran agradables, mientras nos íbamos conociendo poco a poco.De Caleb no he sabido nada durante estos días, pero por alguna razón, cada noche he observado la luna pensando en él. La última vez actuó tan extraño, como si le molestara algo, como si no quisiera estar en un lugar como estos; como si el problema fuese yo. ¿Y si he malinterpretado sus miradas y sus cuidados todos estos días? Después de todo, solo ha estado ayudándome por orden de su
Tan pronto como salimos del hospital, partimos hacia las montañas. El cielo completamente gris, más los fuertes truenos que resonaban en el aire, nos daba aviso de que la tormenta ya se había desatado. A la ciudad estar tan cerca de la montaña, la lluvia empezó a caer de un momento para el otro; fuerte, haciendo resonar los granizos en los cristales y el metal del auto.Luego de haber salido del hospital, Caleb no me dio tiempo ni siquiera de cambiarme de ropa, por lo que sentía que el frio dominar cada uno de mis sentidos. Temblaba como una débil y frágil hoja, mientras él se veía como si nada, como si el frío estuviera solo estuviera en mis pensamientos y realmente estuviese haciendo mucho calor. Tras percatarse de mis incontrolables temblores, empezó a quitarse la camisa de cuadros, hacié
No sé si sus palabras son casuales o solo las dice para avergonzarme, pero tiene la facilidad de hacerme sentir de tantas maneras que no podría descifrarlas si son correctas o no. Esa parte juguetona de él me parece tan descarada, pero a la vez tan atractiva.—¡Deja de hacer ese tipo de comentarios, Caleb! — chillé—. ¿No sientes vergüenza alguna?—No, ¿por qué debería sentirla?—Porque es muy incómodo eso que dices.—¿Qué cosa?—¡No te hagas el tonto! Sabes a lo que me refiero. Esos comentarios tan desvergonzados no los debes h