—Tranquila, él es mi nieto y es quien ha estado cuidando de ti todos estos días, Alicia — la voz de la Sra. Elisa se oyó como un susurro.
Caleb dio un paso atrás, pero no apartó sus ojos de los míos. No tengo ni la menor idea del por qué vi sus ojos de color rojo, pero es obvio que solo fue una mala jugada de mi mente.
Sus ojos son muy diferentes el uno del otro.
—Lo siento mucho... no quise ser grosera — mi corazón aún se encontraba acelerado—. Gracias por cuidar de mí, Caleb.
Él no dijo nada, solo se quedó viéndome un poco más para luego irse. Tan pronto cruzó la puerta, pude soltar todo el aire que no sabía que estaba reteniendo y mi corazón volvió a latir con normalidad.
—Es un joven de pocas palabras, pero tiene un gran corazón. Y no lo digo porque sea mi nieto.
—No era mi intención hacerlo sentir mal.
—No lo has hecho — me pasó las medicinas para el dolor y me las tomé—. Ahora descansa.
Me quedé dormida luego de haberme tomado la medicina que me ha estado dando la Sra. Elisa.
La luna redonda, completamente vestida de un rojizo con aspecto de sangre apareció en medio de mi camino. Todo se encontraba negro a mi alrededor, lo único que me iluminaba era la luna. Curiosa por el hecho de ver la luna por primera vez en mi vida de ese color rojizo, empecé a caminar hacia ella. Pero cada que me acercaba, ella se iba alejando aún más.
De repente apareció una figura erguida en medio de mi camino. No podía verlo con claridad, pero sí estaba segura que era una persona. Aquella silueta se fue haciendo más grande de lo que de por sí ya era con cada segundo que transcurría. Estaba espaldas a mí, por lo que podía ver como su espalda se volvía más ancha y sus brazos se movían a la par de su cabeza con un crujir muy agudo.
«Corre y no mires atrás cuando la luna te ilumine el camino, Alicia». Aquellas palabras me sonaron tan familiares, pero no recordaba quien las había dicho antes.
El aullido fue ensordecedor, paralizándome por completo en mi lugar, pero lo más impactante fue haberme visto presa entre una mirada tan roja como la luna y un par de colmillos que escurrían sangre y saliva. Los gruñidos de aquel lobo eran amenazantes, como advirtiéndome que en cualquier momento me atacaría si llegara a mover, aunque sea un músculo.
Quise gritar, pero mi voz no salió. Quise correr, pero mi cuerpo tampoco me respondió. Ese inmenso lobo negro se acercó hasta que quedó a escasos centímetros de mí. Olfateó mi cabello y cada centímetro de mi cuerpo, aun dejando salir gruñidos amenazantes.
Lágrimas brotaron de mis ojos, solo podía llorar y cerrar los ojos para no ver lo que aquel animal pensaba hacer. El aire en mis pulmones cada vez era menos. El miedo que sentía era tan inmenso, que no podía salir corriendo y alejarme de esa bestia.
Luego la filosa punta de algún objeto se cernió sobre mi cuello y un aroma a flores con sangre se percibió en el aire.
«La sangre de un inocente, la de la luna llena en total eclipse y la de la maldad en lo oculto se harán una sola, cuando la oscuridad los abrigue y el destino los una para siempre hasta la muerte». La voz de esa mujer no era otra que la de la Sra. Elisa, hizo que abriera los ojos y me quedara viéndola fijamente. ¿Por qué me decía aquellas palabras mientras enterraba sus puntiagudas uñas en mi cuello?
Perdí la sensibilidad y la visión en una mínima fracción de segundo, desplomándome en una inmensa oscuridad sin sentir dolor o pena alguna. Solo me quedó la sensación de que esa escena ya la había vivido antes.
El frío y la humedad en mi rostro me despertó de aquel sueño tan extraño. Caleb se encontraba poniendo una toalla húmeda en mi frente cuando abrí los ojos por completo. Una leve sonrisa apareció en sus labios y me advirtió de lo cerca que estaba de mí. Mi corazón se aceleró con volver a tenerlo cara a cara.—¿Una pesadilla? Lo digo porque no dejabas de temblar, de gritar y llorar mientras dormías — su voz es muy profunda y calmada—. Mi abuela dice que se debe a un efecto secundario de la medicina. Puedes llegar hasta alucinar o ver figuras dónde no las hay.—Pero parecía tan real...Todo me pareció haberlo vivido. La luna, la figura, el
Traté de levantarme de la cama, pero no pude. Un fuerte mareo, más una pesadez en todo mi cuerpo me impedía hacerlo. Las piernas no me respondían, por más en que traté de hacer un esfuerzo por levantarme.—¿Qué me sucede? — volví a recostarme en la cama, y poco a poco el mareo se fue desvaneciendo.Cómo si no hubiese sido nada, el mareo se fue por completo una vez quedé tendida en la cama nuevamente. Miré el techo, pensativa y asustada por lo que acababa de sucederme. ¿Y si el golpe fue mucho más serio de lo que la Sra. Elisa cree? ¿Será que sufrí de algún trauma? ¿Y si me encuentro delicada y no lo sabemos? De algún modo u otro, debo irme de aquí e ir a una clín
Luego de que la Sra. Elisa me ayudara a bañar y a vestir, Caleb llegó cambiado y listo para partir a la ciudad; a la misma ciudad donde se supone que debía haber llegado hace semanas atrás. Ahora no solo tengo que ir a solas con un desconocido descarado al hospital, sino hablar con mis padres y mi jefe sobre lo que sucedió. Tal vez mi jefe me permita quedarme luego de explicarle sobre mi accidente.—¿Estás lista?—Sí, lo estoy.El mareo aún seguía presente en mí, por lo que me quedé sentada en la cama viendo hacia el suelo y tratando de disipar ese mareo de mi mente.—¿Aún sientes mareo? — se arr
Me encontraba pensativa y aún con el corazón latiendo muy fuerte debido al acercamiento de Caleb, cuando un joven doctor entró a la habitación con una sonrisa grande en los labios.—Buenas tardes, Alicia. Soy Augusto Salinas, el médico de turno que estará al pendiente hoy de ti. Cuéntame, ¿por qué has asistido por urgencias?—Buenas tardes, doctor. Hace unas semanas atrás sufrí un accidente de auto. Estuve inconsciente por varios días, pero desde que desperté no recuerdo muchas cosas, y cuando voy a tratar de levantarme de la cama, me da mucho mareo.—Sufriste de un accidente de auto, ¿y hasta ahora vienes a urgencias? No comprendo por qué no viniste
Los días siguientes fueron muy lentos, más porque me encontraba completamente sola en el hospital. Sino hubiera sido por la compañía del Dr. Augusto, hubiese sido muy aburrido para mí. El doctor es un hombre muy un amigable, por lo que hacer amistad con él en tan pocos días fue sorprendente. Hizo que mis días fueran agradables, mientras nos íbamos conociendo poco a poco.De Caleb no he sabido nada durante estos días, pero por alguna razón, cada noche he observado la luna pensando en él. La última vez actuó tan extraño, como si le molestara algo, como si no quisiera estar en un lugar como estos; como si el problema fuese yo. ¿Y si he malinterpretado sus miradas y sus cuidados todos estos días? Después de todo, solo ha estado ayudándome por orden de su
Tan pronto como salimos del hospital, partimos hacia las montañas. El cielo completamente gris, más los fuertes truenos que resonaban en el aire, nos daba aviso de que la tormenta ya se había desatado. A la ciudad estar tan cerca de la montaña, la lluvia empezó a caer de un momento para el otro; fuerte, haciendo resonar los granizos en los cristales y el metal del auto.Luego de haber salido del hospital, Caleb no me dio tiempo ni siquiera de cambiarme de ropa, por lo que sentía que el frio dominar cada uno de mis sentidos. Temblaba como una débil y frágil hoja, mientras él se veía como si nada, como si el frío estuviera solo estuviera en mis pensamientos y realmente estuviese haciendo mucho calor. Tras percatarse de mis incontrolables temblores, empezó a quitarse la camisa de cuadros, hacié
No sé si sus palabras son casuales o solo las dice para avergonzarme, pero tiene la facilidad de hacerme sentir de tantas maneras que no podría descifrarlas si son correctas o no. Esa parte juguetona de él me parece tan descarada, pero a la vez tan atractiva.—¡Deja de hacer ese tipo de comentarios, Caleb! — chillé—. ¿No sientes vergüenza alguna?—No, ¿por qué debería sentirla?—Porque es muy incómodo eso que dices.—¿Qué cosa?—¡No te hagas el tonto! Sabes a lo que me refiero. Esos comentarios tan desvergonzados no los debes h
La noche fue eterna, dividida entre mis constantes pensamientos contradictorios y hacia el hombre que se encontraba a pocos pasos de mí. Duele que se haya apartado justo cuando mejor me sentía con su cercanía y su calor. No me ha gustado depender de alguien para sentirme bien, pero Caleb se está convirtiendo en eso que necesito para estar en tranquilidad. Y sentir esa lejanía, hace que sienta una profunda tristeza.Una vez amaneció, Caleb me despertó y con su ayuda pude llegar al baño y asearme un poco. Mientras tanto él se encargó de traerme ropa abrigada y trajo consigo un buen desayuno. Lo sentía alejado de mí, ni siquiera me dedicó ni una sola mirada en toda la mañana.Y me confunde demasiado que en un momento esté tan