Luego que salí de la cafetería y retomé mi camino, las palabras de la mujer y un mal presentimiento se incrustaron latentes dentro de mi cabeza y mi pecho. ¿Por qué esa mujer me dijo esas palabras? ¿De dónde sacó ella mi nombre? Si en ningún momento le dije como me llamaba. En las pocas palabras que cruzamos, recuerdo no habérselo dicho, ¿o sí?
La luz se fue opacando por la oscuridad velozmente, por lo que decidí aumentar un poco la velocidad del auto. La carretera no era tan inestable como antes, pero sí había uno que otro hueco en el camino. Hacia todo lo posible para no caer en esos huecos.
La noche cayó sobre mí cuando empecé a rodear la montaña, e inevitablemente las palabras de la anciana me produjeron escalofríos por todo el cuerpo. No me atreví a mirar hacia atrás por miedo o sugestión. Solo seguí conduciendo con gran ansiedad de llegar al final de la montaña.
—Tal vez se refería a que tuviera cuidado en el camino, más cuando se es de noche y son muy pocos los autos que transitan por aquí — trataba de calmar el miedo que había en mi corazón.
Desvié la mirada hacia la luna; brillante, totalmente redonda y hasta me dio la leve impresión que era muy grande. Las estrellas brillaban con la misma fuerza, pero por alguna extraña razón no podía apartar los ojos de la luna. Era la luna más bonita y grande que alguna vez haya visto en la vida.
El azul brillante de la luna me trajo muchos recuerdos de mi familia. Siempre me ha gustado contemplar la luna y las estrellas con mis padres y mis hermanos, mientras contamos historias o cantamos alrededor de la hoguera donde mamá suele preparar la carne que caza mi padre. Han pasado pocas horas de haberme marchado de casa y ya los extraño muchísimo.
De repente escuché un ruido suave y lejano; se me hizo tan parecido al ronroneo de un gato pequeño. Pero al estar en medio de la nada, me dije a mí misma que solo se trataba de la sugestión. Algo que se encontraba en mi cabeza. Seguí el camino por la montaña, conduciendo con suma precaución por la carretera en forma de espiral.
Pocos minutos después, aquel ronroneo se agudizó en mis oídos, poniendo en alerta mis sentidos. Lo escuché claramente; como susurrándome al oído y causándome un ligero escalofrío por la espina dorsal. Me puse alerta en el camino, pero aquel roce eléctrico aún seguía en mi piel.
Tuve miedo, en algún momento de la noche y a mitad de la montaña el miedo ya se encontraba siendo dueño de todo mi ser. Los ronroneos suaves los seguía escuchando en mi cabeza constantemente, pero por más de que tratara de sacarlos de ella, no podía.
Entonces, aquel ronroneo se esfumó de la misma forma en la que apareció. El silencio me envolvió, solo se escuchaba mi respiración y el rugido del motor. Expectante y con las pulsaciones a mil; un furioso aullido me paralizó por completo. No tenía ni la menor idea de que había lobos en este lado de la montaña.
De nuevo el aullido se hizo presente; prolongándose, siendo más potente y lleno de furia. Lo escuché retumbar en mi cabeza, como si el lobo estuviera a tan solo centímetros de mí. Pero a mis alrededores no había nada más que no fuera oscuridad y árboles.
Con el miedo latente y corriendo a gran velocidad por mis venas, miré en un acto de reflejo por el espejo retrovisor por breves instantes. El corazón me dejó de latir instantáneamente tras ver los ojos más horripilantes que alguna vez haya podido imaginar que existieran. Por la misma oscuridad no pude descifrar el tipo de animal que apareció en el espejo. Aquel rojo intenso me dejó petrificada, causando un sinfín de temblores por todo mi cuerpo. Ni las palabras salieron de mi boca al ver aquellos ojos acercarse a mí. Solo fueron cuestión de segundos que los vi, pero en mi mente quedaron grabados de por vida.
Giré la cabeza hacia atrás tan rápido como pude, pero en la carretera no había nada más que el rastro del auto. Es como si los ojos hubiesen aparecido solo en el espejo y no realmente en el medio del camino. En ese momento me olvidé incluso de cómo me llamaba.
Un golpe bestial detuvo el auto en un solo segundo, haciendo que mi cuerpo se inclinara hacia adelante con mucha fuerza y me golpeara con el vidrio frontal que explotó en mi cara. Las pequeñas esquirlas del vidrio se incrustaron en mi piel, y por más que tratara de luchar por moverme, mi cuerpo no respondía.
La cabeza me dolía y la visión la fui perdiendo poco a poco. Lo último que vi en el inconsciente mezclado con la realidad, fueron aquellos ojos rojos brillantes mirándome fijamente, mientras el animal abría la boca y dejaba a la vista sus puntiagudos colmillos. Antes de que pudiera decir o hacer algo por salvarme, quedé sumergida en la oscuridad tras un aliento soplar en mi rostro.
Abrí los ojos poco a poco, acostumbrándome a la poca luz que había en la habitación. La habitación tenía un olor muy concentrado a flores, las velas eran la única iluminación y las paredes parecían ser hechas de algún metal, no de madera o concreto. Un dolor agudo se instaló en todo mi cuerpo, trayendo pequeños fragmentos a mi mente de lo que había ocurrido antes de caer en la oscuridad.Los aullidos.Los ojos rojos en el espejo.Los colmillos del animal.¿Dónde me encuentro? ¿Sera que estoy muerta o simplemente todo ha sido un sueño?Pero se s
—Tranquila, él es mi nieto y es quien ha estado cuidando de ti todos estos días, Alicia — la voz de la Sra. Elisa se oyó como un susurro.Caleb dio un paso atrás, pero no apartó sus ojos de los míos. No tengo ni la menor idea del por qué vi sus ojos de color rojo, pero es obvio que solo fue una mala jugada de mi mente.Sus ojos son muy diferentes el uno del otro.—Lo siento mucho... no quise ser grosera — mi corazón aún se encontraba acelerado—. Gracias por cuidar de mí, Caleb.Él no dijo nada, solo se quedó viéndome un poco más para luego irse. Tan pronto cruzó la puerta, pude solta
El frío y la humedad en mi rostro me despertó de aquel sueño tan extraño. Caleb se encontraba poniendo una toalla húmeda en mi frente cuando abrí los ojos por completo. Una leve sonrisa apareció en sus labios y me advirtió de lo cerca que estaba de mí. Mi corazón se aceleró con volver a tenerlo cara a cara.—¿Una pesadilla? Lo digo porque no dejabas de temblar, de gritar y llorar mientras dormías — su voz es muy profunda y calmada—. Mi abuela dice que se debe a un efecto secundario de la medicina. Puedes llegar hasta alucinar o ver figuras dónde no las hay.—Pero parecía tan real...Todo me pareció haberlo vivido. La luna, la figura, el
Traté de levantarme de la cama, pero no pude. Un fuerte mareo, más una pesadez en todo mi cuerpo me impedía hacerlo. Las piernas no me respondían, por más en que traté de hacer un esfuerzo por levantarme.—¿Qué me sucede? — volví a recostarme en la cama, y poco a poco el mareo se fue desvaneciendo.Cómo si no hubiese sido nada, el mareo se fue por completo una vez quedé tendida en la cama nuevamente. Miré el techo, pensativa y asustada por lo que acababa de sucederme. ¿Y si el golpe fue mucho más serio de lo que la Sra. Elisa cree? ¿Será que sufrí de algún trauma? ¿Y si me encuentro delicada y no lo sabemos? De algún modo u otro, debo irme de aquí e ir a una clín
Luego de que la Sra. Elisa me ayudara a bañar y a vestir, Caleb llegó cambiado y listo para partir a la ciudad; a la misma ciudad donde se supone que debía haber llegado hace semanas atrás. Ahora no solo tengo que ir a solas con un desconocido descarado al hospital, sino hablar con mis padres y mi jefe sobre lo que sucedió. Tal vez mi jefe me permita quedarme luego de explicarle sobre mi accidente.—¿Estás lista?—Sí, lo estoy.El mareo aún seguía presente en mí, por lo que me quedé sentada en la cama viendo hacia el suelo y tratando de disipar ese mareo de mi mente.—¿Aún sientes mareo? — se arr
Me encontraba pensativa y aún con el corazón latiendo muy fuerte debido al acercamiento de Caleb, cuando un joven doctor entró a la habitación con una sonrisa grande en los labios.—Buenas tardes, Alicia. Soy Augusto Salinas, el médico de turno que estará al pendiente hoy de ti. Cuéntame, ¿por qué has asistido por urgencias?—Buenas tardes, doctor. Hace unas semanas atrás sufrí un accidente de auto. Estuve inconsciente por varios días, pero desde que desperté no recuerdo muchas cosas, y cuando voy a tratar de levantarme de la cama, me da mucho mareo.—Sufriste de un accidente de auto, ¿y hasta ahora vienes a urgencias? No comprendo por qué no viniste
Los días siguientes fueron muy lentos, más porque me encontraba completamente sola en el hospital. Sino hubiera sido por la compañía del Dr. Augusto, hubiese sido muy aburrido para mí. El doctor es un hombre muy un amigable, por lo que hacer amistad con él en tan pocos días fue sorprendente. Hizo que mis días fueran agradables, mientras nos íbamos conociendo poco a poco.De Caleb no he sabido nada durante estos días, pero por alguna razón, cada noche he observado la luna pensando en él. La última vez actuó tan extraño, como si le molestara algo, como si no quisiera estar en un lugar como estos; como si el problema fuese yo. ¿Y si he malinterpretado sus miradas y sus cuidados todos estos días? Después de todo, solo ha estado ayudándome por orden de su
Tan pronto como salimos del hospital, partimos hacia las montañas. El cielo completamente gris, más los fuertes truenos que resonaban en el aire, nos daba aviso de que la tormenta ya se había desatado. A la ciudad estar tan cerca de la montaña, la lluvia empezó a caer de un momento para el otro; fuerte, haciendo resonar los granizos en los cristales y el metal del auto.Luego de haber salido del hospital, Caleb no me dio tiempo ni siquiera de cambiarme de ropa, por lo que sentía que el frio dominar cada uno de mis sentidos. Temblaba como una débil y frágil hoja, mientras él se veía como si nada, como si el frío estuviera solo estuviera en mis pensamientos y realmente estuviese haciendo mucho calor. Tras percatarse de mis incontrolables temblores, empezó a quitarse la camisa de cuadros, hacié