El vivir en un pueblo tan pequeño, donde las oportunidades de conseguir un trabajo estable y que sostenga cada gasto, son casi nulas. A pesar de que trabajo en el único restaurante costoso del pueblo, la única temporada buena es cuando hay ferias o visitas de alguien de afuera. Es como único que en el restaurante se vea gran movimiento en masas, porque el resto de año, el trabajo es bajo.
Mi jefe; el Sr Torres, ha decidido expandir la cadena de sus restaurantes a una de las ciudades más grandes del país, por lo que me ha pedido a mí y varios compañeros más que lo acompañemos en su nuevo proyecto. Acepté sin titubear, pues, ¿quién no aprovecharía una oportunidad de cambiar de vida en un lugar donde sí se puedan proyectar metas y sueños? Aunque haya nacido en un pueblo, no quiere decir que deba permanecer hasta morir en un lugar que cada vez tiene menos habitantes. El pueblo es sumamente pequeño; todos nos conocemos con todos.
Quiero ser alguien en la vida; estudiar, conseguir un buen empleo y poder ayudar a mis padres. Lo que más deseo es que dejen de trabajar de por vida. Ellos merecen un gran descanso, luego de todo el sacrificio que han hecho por mis hermanos y por mí.
Duele dejarlos, después de todo, mi familia es lo más sagrado que tengo en la vida. Pero los sueños de volar muy en lo alto para llegar a ser todo lo que deseo en la vida, es la gran fuerza que me hace seguir en esta nueva etapa.
Mi madre se sentó en el borde de mi cama, mirándome como si fuera la última vez que lo hiciera. Con lágrimas en los ojos, me extendió un pequeño rosario negro y lo tomé con una sonrisa.
—Llévalo siempre contigo, hija. Nos vas a hacer muchísima falta, pero sabemos entender tus sueños. Aunque nos duela ver partir a nuestra hija mayor de casa, respetamos la decisión que has tomado. Además, nos sentimos muy orgullosos de ti.
—También los voy a extrañar como no tienen idea — limpié con el dorso de mi mano las lágrimas que brotaron de mis ojos—. Haré todo lo que esté a mi alcance para que puedan venir conmigo cuanto antes.
—No, hija, no tienes que sacrificarte por nosotros — se negó.
—Yo lo decidí, mamá. Allá en la gran ciudad tenemos muchas más oportunidades que acá. Mis hermanitos podrán estudiar y ser alguien en la vida.
Acarició mi mejilla dulcemente. Como voy a extrañar los mimos de mis padres. Ellos son las personas más cariñosas que puedan existir en este mundo.
—Todo llegará a su debido momento, no te fuerces o puedes llegar a enfermar. ¿Quién cuidará de ti estando tu sola en esa ciudad? Hija, nosotros te agradecemos inmensamente todo lo que haces por tus hermanos y muchas veces por tu padre y por mí, pero lo que menos quiero es verte enfermar.
—Yo vivo por ustedes, mamá. Todo por darles el mejor de los futuros.
Nos abrazamos fuertemente y por largos minutos. Sus abrazos son tan cálidos. Sin duda alguna los voy a extrañar cada día. No quería salirme de sus brazos, pero debía tomar camino para que la noche no me agarrara en medio del camino.
Luego de despedirme de mis tres hermanitos menores y de papá, subí al viejo auto que pertenecía a mi padre y partí con ilusión a la gran ciudad que queda a cinco horas de mi hogar. Verlos despedirse de mí a través del retrovisor provocó una punzada en mi pecho. Si pudiera los llevaría conmigo sin pensarlo, pero primero debo conseguir un lugar estable para vivir.
—Los extrañaré mucho — susurré, apretando el volante y dejando que más lagrimas se deslizaran por mis mejillas.
El camino a la gran ciudad tiene dos variantes; la primera es el camino más largo para llegar a ella, y, que además se encuentra en mal estado; el segundo camino está pavimentado y es mucho más corto debido al túnel que comunica dos pequeñas ciudades con el pueblo.
Mi padre me dijo que tomara el camino largo, ya que la carretera del segundo camino era mucho más peligrosa que la otra.
Tomé su palabra y conduje por el camino que se encontraba en mal estado. Cada hueco hacía que el auto se golpeara con fuerza en la parte de abajo. No podía ir a más velocidad o calentaría el motor del auto. Mas el ardiente solo hace que todo sea mucho más complicado para un auto tan viejo y que estuvo averiado durante muchos años. El día y el camino se me hizo eterno, por lo que me detuve a descansar en una pequeña cafetería que lucía abandonada antes de pasar por las montañas y llegar a mi destino.
—¿Qué le sirvo, jovencita? — preguntó una mujer mayor y de cabello relucientemente negro como la noche—. ¿Andas sola?
—Un café, por favor — le pedí amablemente—. Sí, voy de viaje a la gran ciudad.
—Una jovencita tan bonita como tú no debería andar sola por ahí — sirvió el café en una pequeña taza de color blanca—. Los peligros asechan en medio del camino.
No comprendía sus palabras, por lo que solo me dediqué a tomar de la taza de café y pensar en lo que debía responderle.
—Me cuidaré muy bien, señora. Además, nuestro señor siempre acompaña nuestro camino.
En sus labios arrugados se dibujó una sonrisa ladeada. Sus ojos tan negros como su cabello, me observaron a detalle. Su mirada me estaba incomodando bastante.
—Espero que tu señor cuide cada uno de tus pasos — miró brevemente la hora en el reloj que colgaba en la pared de atrás y luego volvió a mirarme a los ojos—. Deberías marcharte antes que la noche caiga por completo.
—¡Oh, sí! Tiene mucha razón. Muchas gracias, señora — pagué por el café, y antes de que pudiera dar un paso hacia la salida, su voz me detuvo.
—Pase lo que pase, Alicia, no mires atrás cuando la luna te ilumine el camino — dio media vuelta y desapareció por la cortina de mimbre, dejándome perpleja por unos segundos.
Un escalofrío me corrió todo el cuerpo tras darme cuenta de que la luz del día cada vez se apagaba más rápido, pero lo que más me dio intriga, fue el hecho de que la anciana supiera mi nombre.
Luego que salí de la cafetería y retomé mi camino, las palabras de la mujer y un mal presentimiento se incrustaron latentes dentro de mi cabeza y mi pecho. ¿Por qué esa mujer me dijo esas palabras? ¿De dónde sacó ella mi nombre? Si en ningún momento le dije como me llamaba. En las pocas palabras que cruzamos, recuerdo no habérselo dicho, ¿o sí?La luz se fue opacando por la oscuridad velozmente, por lo que decidí aumentar un poco la velocidad del auto. La carretera no era tan inestable como antes, pero sí había uno que otro hueco en el camino. Hacia todo lo posible para no caer en esos huecos.La noche cayó sobre mí cuando empecé a rodear la montaña, e inevitablemente las palabras de la anciana
Abrí los ojos poco a poco, acostumbrándome a la poca luz que había en la habitación. La habitación tenía un olor muy concentrado a flores, las velas eran la única iluminación y las paredes parecían ser hechas de algún metal, no de madera o concreto. Un dolor agudo se instaló en todo mi cuerpo, trayendo pequeños fragmentos a mi mente de lo que había ocurrido antes de caer en la oscuridad.Los aullidos.Los ojos rojos en el espejo.Los colmillos del animal.¿Dónde me encuentro? ¿Sera que estoy muerta o simplemente todo ha sido un sueño?Pero se s
—Tranquila, él es mi nieto y es quien ha estado cuidando de ti todos estos días, Alicia — la voz de la Sra. Elisa se oyó como un susurro.Caleb dio un paso atrás, pero no apartó sus ojos de los míos. No tengo ni la menor idea del por qué vi sus ojos de color rojo, pero es obvio que solo fue una mala jugada de mi mente.Sus ojos son muy diferentes el uno del otro.—Lo siento mucho... no quise ser grosera — mi corazón aún se encontraba acelerado—. Gracias por cuidar de mí, Caleb.Él no dijo nada, solo se quedó viéndome un poco más para luego irse. Tan pronto cruzó la puerta, pude solta
El frío y la humedad en mi rostro me despertó de aquel sueño tan extraño. Caleb se encontraba poniendo una toalla húmeda en mi frente cuando abrí los ojos por completo. Una leve sonrisa apareció en sus labios y me advirtió de lo cerca que estaba de mí. Mi corazón se aceleró con volver a tenerlo cara a cara.—¿Una pesadilla? Lo digo porque no dejabas de temblar, de gritar y llorar mientras dormías — su voz es muy profunda y calmada—. Mi abuela dice que se debe a un efecto secundario de la medicina. Puedes llegar hasta alucinar o ver figuras dónde no las hay.—Pero parecía tan real...Todo me pareció haberlo vivido. La luna, la figura, el
Traté de levantarme de la cama, pero no pude. Un fuerte mareo, más una pesadez en todo mi cuerpo me impedía hacerlo. Las piernas no me respondían, por más en que traté de hacer un esfuerzo por levantarme.—¿Qué me sucede? — volví a recostarme en la cama, y poco a poco el mareo se fue desvaneciendo.Cómo si no hubiese sido nada, el mareo se fue por completo una vez quedé tendida en la cama nuevamente. Miré el techo, pensativa y asustada por lo que acababa de sucederme. ¿Y si el golpe fue mucho más serio de lo que la Sra. Elisa cree? ¿Será que sufrí de algún trauma? ¿Y si me encuentro delicada y no lo sabemos? De algún modo u otro, debo irme de aquí e ir a una clín
Luego de que la Sra. Elisa me ayudara a bañar y a vestir, Caleb llegó cambiado y listo para partir a la ciudad; a la misma ciudad donde se supone que debía haber llegado hace semanas atrás. Ahora no solo tengo que ir a solas con un desconocido descarado al hospital, sino hablar con mis padres y mi jefe sobre lo que sucedió. Tal vez mi jefe me permita quedarme luego de explicarle sobre mi accidente.—¿Estás lista?—Sí, lo estoy.El mareo aún seguía presente en mí, por lo que me quedé sentada en la cama viendo hacia el suelo y tratando de disipar ese mareo de mi mente.—¿Aún sientes mareo? — se arr
Me encontraba pensativa y aún con el corazón latiendo muy fuerte debido al acercamiento de Caleb, cuando un joven doctor entró a la habitación con una sonrisa grande en los labios.—Buenas tardes, Alicia. Soy Augusto Salinas, el médico de turno que estará al pendiente hoy de ti. Cuéntame, ¿por qué has asistido por urgencias?—Buenas tardes, doctor. Hace unas semanas atrás sufrí un accidente de auto. Estuve inconsciente por varios días, pero desde que desperté no recuerdo muchas cosas, y cuando voy a tratar de levantarme de la cama, me da mucho mareo.—Sufriste de un accidente de auto, ¿y hasta ahora vienes a urgencias? No comprendo por qué no viniste
Los días siguientes fueron muy lentos, más porque me encontraba completamente sola en el hospital. Sino hubiera sido por la compañía del Dr. Augusto, hubiese sido muy aburrido para mí. El doctor es un hombre muy un amigable, por lo que hacer amistad con él en tan pocos días fue sorprendente. Hizo que mis días fueran agradables, mientras nos íbamos conociendo poco a poco.De Caleb no he sabido nada durante estos días, pero por alguna razón, cada noche he observado la luna pensando en él. La última vez actuó tan extraño, como si le molestara algo, como si no quisiera estar en un lugar como estos; como si el problema fuese yo. ¿Y si he malinterpretado sus miradas y sus cuidados todos estos días? Después de todo, solo ha estado ayudándome por orden de su