Dentro del ascensor él la miraba con lujuria, como un animal en celo, mientras ella sentía que le faltaba el aire, aquel espacio era demasiado diminuto para estar al lado de ese muchacho tan seductor que representaba el peligro y el pecado para ella. Lo observo vistiendo como siempre ese traje a la medida que se ajusta perfectamente a su cuerpo, ese que su esposo nunca tendrá porque Bruno le parece ser un hombre tallado por los mismos dioses. Es el hombre quien le despierta esa necesidad que nunca creyó tener.
Él sonrió lascivo de medio lado acercándose a ella con aire de atracción, — manténgase en su lado joven, estoy cansada de sus juegos; respéteme bien sabe usted que soy una mujer casada— le reclamó Abigaíl con las manos temblorosas tratando de mantenerse firme para que él no pudiera percibir los estragos que causa en ella.
— Me irrita tu actitud, esa de mantener la formalidad conmigo cuando sabes que te he hecho cosas que el vejete idiota de tu esposo nunca podrá hacer con tu cuerpo— la acorraló entre la pared metálica y fría a la vez que le impedía alejarse creando una jaula con sus grandes y musculosos brazos— Abigaíl porque eres tan terca, me deseas como yo lo hago contigo y lo sabes—, intentó besar sus labios y ella con agilidad apartó el rostro mientras se mordía la mejilla interna para mantenerse cuerda, pues tener a Bruno así de cerca no le resultaba bien y le hacía perder la poca sensatez.
Puso una mano delante deteniendo a Bruno, pero no lograba moverlo y sin ser consciente se encontraba agarrando su pecho, él la miró y chasqueo la lengua de manera burlona sin borrar de sus labios esa sonrisa de niño engreído que a Abigaíl le molestaba.
«Vamos Abigaíl recuerdas que aquí la adulta eres tú y este culicagado no puede dominarte» se decía a sí misma. Siempre pendiente a que Bruno es cinco años menor que ella.
Narra Abigaíl:Oscuridad sobre tenebrosidad fue lo que vi en sus ojos, no era el típico joven de mirada dulce, no, no; este era una bestia hambrienta que amenazaba con devorarlo todo incluida yo, si, justamente así me sentía frente a él, amenazada y una certeza había allí, lo emitía todo él, lo podía percibir con mi piel y todo mi ser, una sentencia que decía serás mía Abigaíl, estaré loca, puede que sí, pero es extraño que su expresión me pueda hablar sin tan siquiera conocerlo.Detallé su cuerpo completo con la mirada y me doy cuenta de que es muy joven para causar todo eso en mí, sin embargo, no puedo negar que también es atractivo, muy atractivo. Alto; va vestido con un elegantísimo traje gris, camisa blanca y corba
Narra Bruno. Pensé que lo peor que me podría suceder era tener que quedarme en este lugar porque mi vida únicamente sería trabajar y compartir con los niñatos que tengo como amigos, pero ahora, sí quiero profundizar esa amistad. La madrastra de Jeremías es hermosa, justo como me gustan, una mujer llena de curvas, de pelo negro largo y muy lacio, de piel blanca como la porcelana, tan delicada como una flor, sus grandes ojos negros van a juego con sus pestañas risadas y sus cejas son tan definidas, sin necesidad de maquillaje. Parecía una diosa divina con esos labios rosados, que me dieron ganas de chuparlos hasta dejarlos inflamados, su cuerpo voluptuoso invita a pecar, pero ya estoy podrido, mi alma no necesita de más pecado, pues uno más y uno menos no hará la diferencia, porque ya no tengo salvación. Adoro ser como soy sin necesidad de querer cambiar por nada ni por nadie, yo Bruno Lambert he nacido para obtener del mundo todo a lo que las personas puritanas le llaman malo, q
Narra Abigaíl. Estaba poniendo la mesa cuando el timbre fue tocado y le hice un gesto a mi esposo de que yo me encargaba que no había problemas algunos, al abrir estaba él allí de pie con un vino en una mano y la otra en el bolsillo, sonriendo de medio lado y vestido con algo menos formal, pero que lo hace ver igual de hermoso que los trajes de marca, su dulce aroma se coló por mis fosas nasales. <<Que rico huele>> pensé sin saber qué decir o poder formular una palabra que me dejara invitarlo a pasar, nuevamente me sentía pequeña a su lado y mi cuerpo reaccionaba a él, era extraño, que por segunda vez en un mismo día sintiera lo mismo. Él me miraba de la misma manera, lamiendo sus labios y detallando mi cuerpo como si me escaneara, se acercó a mí entrando sin ser invitado y dejo un beso sobre la comisura izquierda de mis labios, ret
Narra Bruno. Aún recuerdo la cena en casa de Abigaíl, ella estuvo inquieta durante esas horas, mi presencia le aturde y eso me fascina, jugaré con esas armas a mi favor, pronto la tendré entre mis brazos. Fue casualidad que me tocó sentarme a su lado, era el destino mostrándole que se tragaría sus palabras al pedirme que busque a una mujer joven para qué empezará el juego, que únicamente quiero jugar con ella. Mientras hablaban cosas que no entendía y no eran de mi interés empecé por tocar sus piernas y su rostro palideció, a la vez que su esposo seguía comiendo como animal hambriento, yo me aprovechaba de sentir la suave piel de su mujer. —Ya basta—murmuró muy bajo, tanto que si no fuera porque estaba atento a sus expresiones no lo sabría. En vez de detenerme continué subiendo un más mi mano y le apreté un poco. Fue una completa lástima no haber seguido, pero hoy no me queda más que recordar eso qué sucedió anoche, y que seguirá sucediendo porque no me detendré, no ahora que ya em
Bruno sonrió de medio lado, Rogelio pensaba que podía jugar con él, qué equivocado estaba, no sabía que ya Bruno había iniciado el juego y comenzando por su esposa, y de inmediato pensó tener todo lo mejor monitoreado a Rogelio que pudiera, lo que más le interesaba de su gerente era la bella Abigaíl.—Tienes razón Rogelio, posiblemente tenga más teoría que práctica y necesitaré de toda la ayuda para ejecutar mi visión por aquí. Transfiere a tu secretaria a presidencia, que mejor que contar con la secretaria del gerente de operaciones y como tú sabes tanto de este negocio, puedes entrenar muy rápido a una nueva secretaria para ti.«Una que yo entrenaré para que me dé pelos y señales de tus movimiento
—Así es, la última vez que revisé era el dueño universal—él señaló el sitio antes de agregar—de todo esto —Bruno se acercó a ella y Abigaíl con el corazón a millón porque no puede evitar que este chico la ponga nerviosa retrocedió, pero muy pronto estaba pegada de la pared y este chico loco había cerrado la puerta—. Tu jefe Bruno Lambert, para servirte—, Bruno puso una mano contra la pared y Abigaíl quiso salir, pero él puso la otra dejándola en una cárcel entre sus brazos y la pared —¿no te parece excitante? —, esa fragancia que emanaba el cuerpo de el se estaba convirtiendo en su favorita, era refrescante y tan varonil, todo Bruno representaba peligro y su cuerpo se lo advertía.«Vamos Abigail apártalo
NARRA BRUNODesde aquí veo el paso de los años en lo que rodea el edificio desde la ventana panorámica de mi oficina, claro hoy puedo decir que veo todo a un tamaño normal, cuando era un pequeñito y mi papá me permitía jugar con mis aviones y pequeños soldaditos bajo el escritorio veía todo enorme, sin embargo, es agradable, ya que me provoca la sensación de que ahora el grande soy yo, y no me importa en lo más mínimo ser un soberbio desgraciado, porque si algo me ha enseñado este mundo es que lo rige la ley del más fuerte, por tal razón el león ese el rey de la selva, mi momento es ahora, antes era un débil niño al que esa vieja bruja maltrató y ahora pretende parecer como que lo ha olvidado, pero yo nunca lo haré, no olvide los golpes e insultos, de cómo me alejó de mi propi
«Eso no puede ser, soy su madre» me rectifiqué, porque mi percepción estaba errónea.Decidí no escudriñar más en su mirada y lo ignoré no sin antes revisarme brevemente, aunque tengo un albornoz de seda en color rojo, voy decente y no se me ve nada, incluso el vestido que tenía en la mañana era más corto y ajustado.— metido en la nevera sudado, tomando agua sin al menos buscar un vaso y no digamos de tus manos puercas que dejaras marcadas en la puerta de la nevera —, Jeremías siguió observándome y ahora creo que estoy muy paranoica, este es mi hijo, no debería mirarme así, bueno no es mío, tiene su madre, pero ha sido mi hijo desde que era un niño, afortunadamente Jeremías reacciona.Último capítulo