«Eso no puede ser, soy su madre» me rectifiqué, porque mi percepción estaba errónea.
Decidí no escudriñar más en su mirada y lo ignoré no sin antes revisarme brevemente, aunque tengo un albornoz de seda en color rojo, voy decente y no se me ve nada, incluso el vestido que tenía en la mañana era más corto y ajustado.
— metido en la nevera sudado, tomando agua sin al menos buscar un vaso y no digamos de tus manos puercas que dejaras marcadas en la puerta de la nevera —, Jeremías siguió observándome y ahora creo que estoy muy paranoica, este es mi hijo, no debería mirarme así, bueno no es mío, tiene su madre, pero ha sido mi hijo desde que era un niño, afortunadamente Jeremías reacciona.
Más tarde llegó a su nuevo lugar de trabajo, más ansiosa e incómoda que el día anterior.Esperando no tener que lidiar con los caprichos de Bruno, y tras acomodar su área de trabajo miró hacia la puerta de cristal polarizado que no la dejaba distinguir si el niño altanero había llegado.En ese momento que se encontraba embelesada; las puertas del ascensor se abrieron dejando ver a su jefe junto a dos muchachos más uno que se notaba con menos edad que Bruno y el otro parecía ser contemporáneo a él, y denotaba algo de oscuridad, claro mucho menos que Bruno porque ya él era el rey oscuro.Abigaíl se puso de pie — Buenos días— dijo sin mucho ánimo. Narra Abigaíl.Mi jefe hace un gesto caballeroso con la mano, extraño en él que es un maleducado y yo camino adelante al ascensor, me tenso en el ascensor pegada a la pared y ruego porque al atrevido sinvergüenza no se le ocurra acosarme, ya que aquí hay cámaras de seguridad, pero él con las manos en los bolsillos solo me observa sin moverse.En el restaurante la reunión fue preparada por el nuevo gerente de marketing, de los invitados debo reconocer que están solo empresas transnacionales de renombre y multimillonarias, esta es una reunión de cuidado, el gerente de ventas de una empresa de electrónica y que conoce a Rogelio desde hace años me hace un asentamiento; Rogelio siempre comenta que es un pesado presuntuoso, pero siempre lo trata con excesiva amabilidad, a mi lado mi jefe no se inmuta por su CARICIAS PROHIBIDAS.
Narra Bruno.Nos subimos en mi vehículo, estaba furioso y más cuando vi a Abigaíl sonreír, el día de hoy he estado errático desde que la vi con ese condenado vestido rosado que la hacía ver como una inocente en una interpretación erótica de colegiala ardiente, el condenado vestido era el culpable, no era ajustado, caía libre sobre sus hermosas y pronunciadas curvas, delineando su fina cintura, y haciendo vuelo en las caderas, en el escote dejaba ver la unión de las colinas que me apetecen detrás de un voladito que en vez de ser recatado es condenadamente sexi; primero me descubro siendo galante, por favor, de cuando acá, lo dejo pasar, después de todo ella es una dama y si planeo darle prioridad de las damas primero cuando deba alcanzar el éxtasis, pues nada importa demostrar un poco de tacto, además también lo
NARRA ABIGAÍL.En cuanto entre me deje caer en el piso de mármol del baño de la oficina de mi jefe y el frío lo siento no solo debajo de mí, viene desde adentro, porque siento que algo en mí acaba de morir y sospecho que es mi dignidad.De mis ojos brotaron un par de lágrimas que reflejan mi culpa, me siento el ser más sucio y engañoso que puede existir, no merezco que confíen en mí. Me abracé a mis piernas, y evité que el llanto saliera de mi garganta, por tal razón silenciaba mis labios con una de mis manos apretando fuerte queriendo causarme dolor al hacerlo porque tras tocarme aún siento sus caricias.Tanto querer poner límites y decirle que me respete para caer a la primera entre sus brazos, abriéndole las piernas a
NARRA ABIGAÍL.Sé que debo levantarme, hacer la cena y esperar a Rogelio, ya es de noche y no regresa aún, de seguro se quedó hasta tarde trabajando, estresado por su futuro ahora que llegó Bruno, pero está tan equivocado; Bruno no es un mal empresario, él lo hará bien para Sky Limited, es a mí quien debía proteger, fui yo la que cayó como una ingenua en la trampa de seducción, mientras Rogelio ni me mira pensando que es en la empresa donde provocará una desgracia. Cerré los ojos y por enésima vez veo a Bruno besando mis pechos tomándome con fuerza, me estremezco y arropo mi cabeza, como quisiera poder escapar de mí misma, porque aún me llena de vergüenza; mi feminidad palpita con solo recordar lo que viví esta tarde y es que mientras más quiero reprimir el recuerdo m&aacut
Narra Abigaíl.Me desperté escuchando el sonido de la ducha y cuando abrí los ojos, observé el reloj que está sobre la mesa de noche mirando que era de madrugada.Me enfureció que Rogelio llegara tan tarde a casa y sin apenas tomarse la molestia de avisarme que lo haría.—Buenas noches, cariño— dijo saliendo del cuarto de baño secando su cabello con una toalla mientras que su cuerpo estaba cubierto por una bata.—Es de madrugada— murmuré con los dientes apretados y sé que no tengo calidad moral para hacer ningún tipo de reclamo, pero me cuesta no hacerlo, es mi esposo y me parece extraña su salida.—Se me ha pasado la hora, esta
Narrador Omnisciente.Abigaíl jugaba con su bolígrafo, puesto que llevaba horas sentada en su escritorio sin al menos sacar una fotocopia, ya que su jefe no le había pedido que hiciera nada en el día entero y eso la tenía bastante incómoda porque se sentía inútil en ese lugar.En un momento su mirada se perdió tras los pasos de la nueva y joven asistente cuando la vio entrar a la oficina del jefe después de una llamada y Bruno que podía ver todo desde adentro la observó pendiente a los movimientos de su asistente así que quiso jugar con la hermosa Abigaíl.—¿Para qué soy necesaria, jefe? — preguntó Sofía, mirándolo como fiera hambrienta añorando esos días que Bruno le prestaba un p
NARRADOR OMNISCIENTEAbigaíl por su parte, quería saber que sucedía dentro de aquella oficina, aunque literalmente se lo imaginaba y estaba ansiosa por comprobarlo, ya que de esa manera se decía que aborrecerá más a Bruno.—Como no, ahora debe estar echando quién sabe cuántos polvos con su asistente, pero claro, Abigaíl ¿qué creíste?, que un puberto como él no estaría de unas piernas en otras— murmuró dándose a sí misma un topecito en la frente, manteniendo los dientes tan apretados que pareciera como si en algún momento se romperían de tanta fuerza ejercida.Eso de que para él lo que sucedió recientemente entre los dos había sido un polvo pasajero ciertamente le ha molestad