FURIA.

Más tarde llegó a su nuevo lugar de trabajo, más ansiosa e incómoda que el día anterior.

Esperando no tener que lidiar con los caprichos de Bruno, y tras acomodar su área de trabajo miró hacia la puerta de cristal polarizado que no la dejaba distinguir si el niño altanero había llegado.

En ese momento que se encontraba embelesada; las puertas del ascensor se abrieron dejando ver a su jefe junto a dos muchachos más uno que se notaba con menos edad que Bruno y el otro parecía ser contemporáneo a él, y denotaba algo de oscuridad, claro mucho menos que Bruno porque ya él era el rey oscuro.

Abigaíl se puso de pie — Buenos días— dijo sin mucho ánimo.

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