Capítulo 32: No quiero que me toques.

Me quedé en silencio, con la mirada perdida en la nada. Sentía miedo, pero no podía permitirme ser vencida.

Aun así, no podía contener las lágrimas mientras me abrazaba con fuerza las piernas. El tiempo parecía avanzar lentamente, sin saber cuánto llevaba encerrada en aquella habitación oscura y opresiva.

Las horas pasaban y mi estómago comenzó a dolerme, rugiendo de hambre y sed.

Por más que suplicaba que la puerta se abriera, seguía cerrada y Nicolás no aparecía.

Mis lágrimas se multiplicaban con cada segundo que pasaba, hasta que ya no pude llorar más. El olor desagradable del lugar se intensificaba, quizás proveniente del cuerpo en descomposición de Ivy.

—¿Cómo le diré a tu familia que ya no estás? ¿Cómo le diré a Jerry que moriste? Y que todo fue culpa mía. Si no me hubieras ayudado, Ivy, estarías bien. Perdóname —murmuré entre sollozos, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros.

Me quedé dormida de nuevo, con la angustia latiendo en mi corazón.

Desperté sobresalt
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