El aire en el restaurante parecía haberse vuelto más denso, impregnado con el aroma del vino que mi madre sostenía en su copa. Sus labios esbozaron una sonrisa sutil, casi condescendiente, mientras sus ojos destilaban una sabiduría que siempre me había irritado profundamente.—No hablaba de Eva, sino de Andrea —dijo, su tono revelaba un deleite que me resultaba desconcertante—. Aunque no lo parezca, mi querido Nicolás, el amor es un sentimiento complejo y a veces confuso. Uno puede enamorarse sin darse cuenta y, en el proceso, lastimar a quien realmente ama. Te lo digo porque te conozco bien, mejor de lo que te conoces a ti mismo.Mi madre se llevó la copa de vino a los labios, degustando el sabor con un placer casi teatral. La escena era demasiado perfecta, demasiado calculada. Me estaba lanzando una trampa, y lo sabía.—Así que, ¿a quien amas es a Eva, Nicolás? —continuó, con su voz impregnada de una falsa dulzura que me irritaba profundamente—. Deja de actuar como un animal con ell
★ EvaToda la mañana estuve tumbada en la cama, incapaz de moverme. El dolor de cabeza era tan intenso que parecía partirme en dos. Finalmente, cuando el malestar me venció, decidí levantarme y bajar a la cocina en busca de algo que aliviara mi dolor.Al entrar en la cocina, encontré a mi abuelo y a mi madre sentados, hablando en voz baja.—¿Pensé que ya se habían ido? —pregunté, tomando un vaso de agua para refrescar mi garganta seca.—Teníamos planes de irnos temprano, pero tu abuelo estaba preocupado por ti —respondió mi madre, mirándome con un leve gesto de inquietud.—¿Preocupado? Estoy bien, Nicolás no tardará en llegar del trabajo —dije, sin pensarlo demasiado, aunque una parte de mí sabía que esas palabras podrían incomodar a mi abuelo.—¿Te pone nerviosa que tu novio esté por llegar? —preguntó él, observándome con una ceja levantada.—No, claro que no, abuelo. Es solo que... —comencé a explicar, pero mi madre me interrumpió rápidamente.—Suegro, no moleste a la niña. Mejor vá
Nicolás se portaba bien conmigo, o tal vez yo simplemente evitaba hacerlo enojar. Mis malestares físicos se intensificaban, y era un verdadero martirio intentar ocultarlos. Cada día era más difícil, sobre todo porque no podía permitirme que Nicolás sospechara nada.Finalmente, terminé mi tesis. Había sido un trabajo arduo, y aunque el alivio de haberla concluido debería haberme traído algo de paz, el creciente miedo que me consumía lo eclipsaba todo. Hoy era el último día para entregar el borrador. Me dirigí a la oficina de la directora con pasos apresurados, pero al llegar, la secretaria me informó que estaban en una reunión con los asesores de tesis.Decidí esperar en una banca cercana, dejando que mi mente divagara entre el alivio de haber finalizado la tesis y el horror de mi secreto, que cada día se hacía más evidente. Mientras esperaba, Jerry pasó por delante de mí. Me lanzó una mirada cargada de odio, como era habitual desde la muerte de Ivy.No lo culpaba. Si supiera cómo muri
El silencio fue incómodo en el automóvil. Yo ya no quería hablar y, al parecer, él tampoco.Al llegar a casa, bajé del auto y me adentré en la casa sin siquiera esperarlo. Sabía que me gritó y que eso solo lo haría enfurecer más, pero no se compara a mi enojo.Entré a la habitación y cerré la puerta con seguro, pero él la abrió de un fuerte empujón.—¿Qué demonios te pasa? —Me gritó molesto, con su rostro enrojecido de rabia.—¿Qué demonios me pasa? Nicolás, así como tú no me soportas, yo tampoco, no te quiero cerca de mí, no quiero que te me acerques... —Grité molesta, con mis palabras saliendo con fuerza.Él comenzó a caminar hacia mí lentamente, con su mirada desafiante. Por primera vez, no caminé hacia atrás, es como si algo dentro de mí me diera fuerzas para enfrentar al maldito de Nicolás Santillán.—No es la primera vez que dices eso, Eva. No es la primera vez que reniegas de mi cercanía, pero te tengo tan cerca de mí que no puedes alejarte, tan cerca que parece como estar dent
★ NicolásMe quedé por unos instantes viendo a Eva ingresar al baño.Nunca creí que su dolor ya no me traería satisfacción.Por un momento solo quería tenerla entre mis brazos, abrazarla muy fuerte y jamás alejarme de ella, decirle que todo lo que le dije era mentira, que yo la amaba. Y que sus palabras se estaban clavando en mi pecho causando algo que no había sentido jamás.Me surgieron mil pensamientos mientras caminaba hacia mi despacho.¿Por qué me dolieron tanto sus palabras? ¿Por qué me importa tanto que ella deje de amarme?No paraba de caminar de un lado a otro, respirando apresuradamente. Finalmente, la frustración se apoderó de mí y arrojé todo al suelo, destruyendo mi despacho en cuestión de segundos.Necesitaba tranquilizarme y pensar con claridad.No puedo permitir que mis emociones me controlen de esta manera. Solo estoy confundido, no puedo amar a Eva. Ella simplemente es el reemplazo de la maldita de Andrea.Decidí salir de mi despacho y dirigirme hacia la habitación
★ EvaDespués de dos largas semanas desde aquella preocupante conversación con Nicolás, finalmente no verlo me brindaba un poco de paz.Mi rutina continuaba en la universidad como siempre, pero al salir de clases, tenía en mente que hoy recibiría la visita de mi madre y abuelo en casa.Como de costumbre, encontré a mi madre en la cocina, un lugar que parecía ser su escape del mundo exterior.—Mamá, he estado pensando mucho y creo que deberíamos planear un viaje familiar. Nos vendría bien un poco de tiempo juntos, ¿no crees? —dije con una falsa sonrisa, intentando ocultar mi verdadera razón para querer alejarme de la ciudad.—Irnos de viaje, cariño... No sé. Tu abuelo siempre ha sido un poco reacio a los viajes. Tal vez no sea una buena idea. Además, tenemos muchas cosas por hacer aquí —respondió mi madre, mostrando cierta resistencia a la idea.A pesar de sus objeciones, yo sabía que esta era mi oportunidad para alejarme de Nicolás. Debía encontrar la forma de convencerla de que era l
★ Nicolás—Esto es aburrido —gruñó Gerald al salir de la quinta reunión del día, sacudiendo la cabeza como si quisiera deshacerse del agotamiento.Suspiré profundamente, dejando que la fatiga se instalara en cada fibra de mi cuerpo.—Si tanto te aburre tu trabajo, déjalo y lárgate —respondí con un tono cargado de irritación.—No, no, no. Solo bromeaba, viejo amargado —se defendió, riendo de forma torpe mientras caminaba hacia la secretaria, con su energía contrastando con mi cansancio.Vi cómo le entregaba un chocolate y una flor de papel de origami, su «obra maestra» creada durante la interminable reunión. Lo observé sin interés, preguntándome cómo alguien podía mantener ese nivel de entusiasmo.—Eso no funcionará —murmuré, más para mí que para él, mientras abría la puerta de mi oficina. Gerald no tardó en seguirme.—¿Crees que Gabriela aceptará salir conmigo? —preguntó con un entusiasmo casi infantil, mientras yo encendía mi celular.En la pantalla apareció la imagen que me mantenía
Con un movimiento rápido, saqué el cuchillo de su hombro. Temí que intentara clavárselo a sí mismo, pero lo sujeté con firmeza antes de que pudiera hacerlo.—Te maldigo, Nicolás Evans. Te maldigo a que nunca ames a alguien, porque la única mujer que te amó en su vida fue mi nieta. Y ella no volverá a amarte jamás. Te maldigo a que nunca seas feliz —sus palabras resonaron en el aire, llenas de un odio desgarrador.Volteé a ver a Eva, su rostro estaba empalidecido y el hilo de sangre que caía entre sus piernas. Mi corazón se detuvo por un momento ante la imagen desgarradora.—Hasta nunca, Nicolás —dijo, y encajó el cuchillo en su pecho. Sus ojos se quedaron viendo hacia la nada, perdiendo la luz de la vida.Me alejé de ese hombre y corrí hacia donde estaba Eva. La tomé en mis brazos y la llevé al hospital, ignorando al médico que intentaba hablar conmigo desesperadamente.Su vida estaba en juego y no podía permitirme perderla. El doctor la atendió al instante y después de unas horas sal