★ EvaDespués de dos largas semanas desde aquella preocupante conversación con Nicolás, finalmente no verlo me brindaba un poco de paz.Mi rutina continuaba en la universidad como siempre, pero al salir de clases, tenía en mente que hoy recibiría la visita de mi madre y abuelo en casa.Como de costumbre, encontré a mi madre en la cocina, un lugar que parecía ser su escape del mundo exterior.—Mamá, he estado pensando mucho y creo que deberíamos planear un viaje familiar. Nos vendría bien un poco de tiempo juntos, ¿no crees? —dije con una falsa sonrisa, intentando ocultar mi verdadera razón para querer alejarme de la ciudad.—Irnos de viaje, cariño... No sé. Tu abuelo siempre ha sido un poco reacio a los viajes. Tal vez no sea una buena idea. Además, tenemos muchas cosas por hacer aquí —respondió mi madre, mostrando cierta resistencia a la idea.A pesar de sus objeciones, yo sabía que esta era mi oportunidad para alejarme de Nicolás. Debía encontrar la forma de convencerla de que era l
★ Nicolás—Esto es aburrido —gruñó Gerald al salir de la quinta reunión del día, sacudiendo la cabeza como si quisiera deshacerse del agotamiento.Suspiré profundamente, dejando que la fatiga se instalara en cada fibra de mi cuerpo.—Si tanto te aburre tu trabajo, déjalo y lárgate —respondí con un tono cargado de irritación.—No, no, no. Solo bromeaba, viejo amargado —se defendió, riendo de forma torpe mientras caminaba hacia la secretaria, con su energía contrastando con mi cansancio.Vi cómo le entregaba un chocolate y una flor de papel de origami, su «obra maestra» creada durante la interminable reunión. Lo observé sin interés, preguntándome cómo alguien podía mantener ese nivel de entusiasmo.—Eso no funcionará —murmuré, más para mí que para él, mientras abría la puerta de mi oficina. Gerald no tardó en seguirme.—¿Crees que Gabriela aceptará salir conmigo? —preguntó con un entusiasmo casi infantil, mientras yo encendía mi celular.En la pantalla apareció la imagen que me mantenía
Con un movimiento rápido, saqué el cuchillo de su hombro. Temí que intentara clavárselo a sí mismo, pero lo sujeté con firmeza antes de que pudiera hacerlo.—Te maldigo, Nicolás Evans. Te maldigo a que nunca ames a alguien, porque la única mujer que te amó en su vida fue mi nieta. Y ella no volverá a amarte jamás. Te maldigo a que nunca seas feliz —sus palabras resonaron en el aire, llenas de un odio desgarrador.Volteé a ver a Eva, su rostro estaba empalidecido y el hilo de sangre que caía entre sus piernas. Mi corazón se detuvo por un momento ante la imagen desgarradora.—Hasta nunca, Nicolás —dijo, y encajó el cuchillo en su pecho. Sus ojos se quedaron viendo hacia la nada, perdiendo la luz de la vida.Me alejé de ese hombre y corrí hacia donde estaba Eva. La tomé en mis brazos y la llevé al hospital, ignorando al médico que intentaba hablar conmigo desesperadamente.Su vida estaba en juego y no podía permitirme perderla. El doctor la atendió al instante y después de unas horas sal
Hola, ¿qué tal?, apartir de aquí daremos inicio a la segunda parte de la novela espero les guste.----------------★ EvaLograr escapar de Nicolás se volvió un desafío que consumía mis pensamientos día y noche.Cada vez que cerraba los ojos, revivía las tormentosas experiencias que había vivido a su lado. A pesar de haberme mudado lejos de él, en mi nueva vida siempre sentía esa maldita sombra acechándome.El miedo seguía presente, incluso cuando salía a hacer las compras.Una noche, mientras caminaba por la farmacia, tuve la incómoda sensación de que alguien me observaba.Miré a mi alrededor, pero no había nadie cerca. Decidí comprar lo que necesitaba rápidamente y regresar a casa.Sentía un nudo en el estómago mientras empujaba el carrito por los pasillos, esperando ansiosa el momento de volver a la seguridad de mi hogar.Al llegar a la caja para pagar, noté a un hombre que parecía seguirme con la mirada. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras pagaba y salía del establecimie
El psicólogo que me llevó a casa no habló mucho, solo se dedicó a conducir mientras seguía mis indicaciones. Yo tampoco tenía muchas ganas de hablar, solo quería llegar a la vecindad en la que vivía y correr a los brazos de mi pequeña princesa. Al llegar, salí casi corriendo del auto de ese hombre y fui a tocarle a la vecina.—Crei que no llegarías, solo te dije que la podría cuidar una hora Eva, sabes que a mi esposo no le gustan los niños y ya está de mal humor, no puedo...No es la primera ves que me llama la atención así que me dediqué a interrumpirla. —Gracias, gracias por cuidarla, te prometo que no volverá a pasar. Ella extendió la mano hacia mí, esperando su pago, pero como salí tan rápido de la comisaría, olvidé mi cartera.—Señor psicólogo, ¿me podría prestar para pagar a la señora? —Me dirigí al hombre sin ninguna pena. He aprendido a no tener pena. Él solo asintió y le dio 200 dólares a la vecina. Sus ojos se iluminaron y los míos también. Eso es lo que me pagan por tr
★Nicolás. (Tres años atrás).—¡Ayudaaaaaaaaa! —Después de tres años, al fin encontré a Andrea. La maldita estaba disfrutando de la vida con su nuevo novio, al cual maté sin consideración frente a ella. Cada vez que la veo, no dejo de pensar en lo que perdí, en lo estúpido que fui por querer hacer pagar a alguien que no era culpable de nada. Observé a Andrea en el suelo, su cabello estaba desgreñado y su maquillaje corrido. Las lágrimas y los gritos estaban más que presentes. Me acerqué a ella y me flexioné. —Mátame —pidió con voz temblorosa.—No, Andrea. ¿Crees que te mataré tan fácilmente? Es irónico que ahora que te veo, solo venga a mi cabeza la imagen de la mujer que amo y perdí por tu culpa.—Mátame —gritó, tomándome de la camisa mientras lloraba.Fue entonces cuando llamó mi atención su vientre abultado. No pude evitar pensar en mi hijo muerto.El desgraciado que era el amante de Andrea resultó ser Jerry. Ese maldito infeliz fingía sufrir por su novia mientras era un espía
—Ella va a casarse con otro hombre —Gerald no paraba de llorar mientras bebía con desesperación.No entendía por qué me hablaron a mí para venir a recogerlo.No me gustaba escuchar a un niño de treinta años llorar por estupideces. Sus ojos rojos y hinchados reflejaban su angustia.—Nicolás, ella va a casarse con otro hombre, me rechazó, cantinero, sírveme otra copa —lo vi seguir bebiendo, su mano temblaba mientras sostenía el vaso. Su voz estaba quebrada y era evidente su dolor.—Dejate de estupideces, si ella no te quiso, mándala a la mierda, deja de beber —respondí con cierta exasperación.No entendía cómo Gerald podía aferrarse a algo que claramente ya no existía.—Pero yo la amo —dijo entre sollozos, las lágrimas seguían surcando su rostro.—Nunca se lo dijiste, era normal que terminara con otro hombre —intenté razonar con él, aunque sabía que en ese momento de desolación era difícil que lograra comprenderlo.—Tú qué harías si Eva termina en los brazos de otro hombre —me preguntó,
Frustrado, decidí obtener su número de teléfono y la llamé, pero nuevamente no obtuve respuesta. En cambio, decidí enviarle un mensaje, expresando mi descontento con sus proyectos, «basura» y dejándole en claro que no aprobaría nada de lo que me enviara.Al recibir su respuesta, sentí una mezcla de sorpresa y molestia.No podía creer que ella se sintiera afortunada de que el «hijo pródigo» le hablará, pero al mismo tiempo, no tenía la intención de detenerse en sus intentos de enviar proyectos. Además, mencionó que «su padre» ya los había aprobado.Aquello despertó mi curiosidad y confusión, no entendía qué papel jugaba mi padre en todo esto.¿Por qué le entregó el control de una de sus empresas más prestigiosas e importantes a una desconocida?—¿Desde cuándo le llamas padre a mi padre? —pregunté—¿Estás celoso? Él y tú madre son mis padres desde hace cuatro años y los adoro —expresó con cierta molestia. —Por cierto, firma esos documentos que necesito firmar yo para que se comiencen a