Capítulo 2.

Harry tenía los ojos fuertemente cerrados, no deseaba abrirlos. Escuchaba a la persona que había ultrajado su cuerpo moverse por la habitación, sus mejillas estaban rojas de tanto llorar y eso que no apenas era un niño de no más de dieciséis años. Sus sueños y metas estaban en un alto.

Lo único que deseaba era salir de ese lugar cuando terminara la escuela en año medio que aún le faltaba, todavía no podía creer lo que había pasado con su cuerpo, la forma en la cual lo tocó no fue algo que pudiese haber pasado.

Debía de estar soñando, fue todo lo que se dijo. Lágrimas y más lágrimas seguían saliendo de sus ojos, se sentía tan sucio que ni los dioses lo habían salvado de esa desagradable escena.

— Te contaré una historia —la persona que había ultrajado su cuerpo se sentó detrás de él—. Es sobre tus padres y los míos —giró al menor hacia él—. Fue algo que me dijo mi padre en una de nuestras tantas conversaciones.

— No me interesa saber —se encogió en su lugar—. Por favor, ya tiene lo que tanto quería de mí, ya ni me haga nada.

— ¿Quién dijo que ya terminé contigo, conejo? —besó su frente—. Apenas inicia —acarició el cabello húmedo del menor—. Mi padre conoció a su esposo el primer día de clases, así como tú y yo nos conocimos, pero con la única diferencia que te vi a la distancia, pero no me acerqué a ti por una sola razón.

— ¿Por qué me cuenta esto?

— Porque ahora eres mío —dijo como si nada—. El esposo de mi padre se llama Harry, así como tú, pequeño conejo.

— ¿Es por eso que me tocó? ¿Porque tengo el mismo nombre que esa persona? —trató de alejarse para ver mejor las facciones de esa persona a través del pasamontañas, pero le fue imposible.

— No, eres idéntico a él, te contaré cómo tuvieron su primera noche.

<< Lo citó a su casa, era una orden. Lo que mi padre ordenaba se hacía sin rechinar o terminamos sembrando tu propia tumba, pequeño Harry>>

— ¿Cuál era el hombre de ese señor?

— Liam, igual que el estúpido cura que entró hoy a la iglesia —bufó, divertido—. Te seguiré contando. Hasta cómo fue violado porque por algún lado del mundo anda un viejo diario que ha pasado de generación en generación y lo conseguiré para ti.

<< Lo castigó porque se negó a tener una escena subida de tono, según él, todavía se arrepiente de ese día y de los demás días en los que pasó esa noche violando y ultrajando su cuerpo a su uso y antojo, soy el vivo ejemplo de mi padre, en carne y hueso.

Se levantó de la cama y buscó en la mesita de noche una cajita de condones y un lubricante sabor frambuesa. Las colocó cerca de la cama y volteó a al pobre chico con algo de brusquedad en el acto.>>

—Ya no quiero seguir escuchándolo, por favor —suplicó, tembloroso—. Sólo váyase.

— Aún no —lo tomó del cabello, escuchando el fuerte grito de éste cuando lo sacó de la cama, completamente desnudo—. Pasaron medio año y las violaciones seguían.

<<El famoso Harry huyó a Cuba y ahí tuvo a su hermoso hijo llamado Jedward. Regresó casi tres años después en busca de su amor, algo patético para mí gusto>>

— Es patético —abrió las perillas del baño, mientras hablaba con él e hizo que se metiera a darse un baño—. Tú eres patético. Sólo sirves para una buena follada, estúpido conejo.

— No le pedí que me usara —se abrazó a sí mismo—. Deseo que se vaya, por favor.

— Mide tus palabras —se fue quitando el cinturón—. Arrodíllate.

— No...

— Pon las manos en la pared y dame la espalda —movió el cinturón de un lado a otro—. Ahora.

Harry se puso de rodillas de forma lenta y cerró los ojos deseando que todo sea un sueño.

El desconocido buscó el cinturón de su pantalón y amarró las manos del menor, sorprendiéndolo a tal grado que no le quedó de otra más que ponerse a llorar, deseando que todo terminara, que nunca se hubiese descuidado tanto al cerrar la puerta de su habitación.

*****

Al día siguiente, tenía la fiebre tan alta que en más de una ocasión su mejor amigo fue a ver qué diablos le pasó, que tenía o que le sucedió para que ni siquiera tuviera la fuerza de querer levantarse ni de la cama.

— ¿Seguro que estás bien? ¿Quieres que llame al padre Liam?

— No, no es necesario que llames a alguien. De seguro que estaré bien mañana en unas horas —sonrió, a medias—. Estoy seguro de que es algo pasajero. Tranquilo.

— Nunca te enfermas de esa manera. Por favor, si algo malo te sucede, dímelo —agarró su mano—. Iré por algo que puedas tomar, ¿Sí? —el chico asintió—. Regresaré pronto.

— Gracias —murmuró, sintiéndose mejor después de ver a su amigo salir de la habitación—. Perdóname por no decirte todo, pero es por tu bien.

Le susurró a la nada. Se mantuvo en su habitación todo el día, no salió de allí por más que quiso hacerlo. A la misma hora de la noche anterior, entró el desconocido a su habitación con lo que parecía ser una bandeja llena de comida, algo que le sorprendió mucho, ya que no se esperaba que este tuviera la decencia de darle algo de comida después de lo que le hizo la noche anterior. 

— ¿Por qué tienes esa cara? —cerró la puerta con seguro—. ¿Es que no me esperabas? —el chico negó con la cabeza—. Es una lástima, porque me verás todas las noches por aquí, detrás de ti, pequeño.

— No quiero verlo, por favor…

— No está a tu disposición el vernos, que te quede muy en claro —se encogió de hombros—. No eres más que una marioneta en esto. 

— No sé qué hice mal… si fue algo que no debía, por favor perdón…

— Tranquilo, que no fue algo que hiciste tú… —ladeó la cabeza, dejando aún lado la bandeja—. Fue difícil, pero esto servirá para que tengas fuerzas.

— ¿Me ultraja y ahora me trae comida? ¿Esto es una clase de burla?

— Nada de eso, es que hay más de la historia que te quiero contar… incluso traje un video para que me creas —subió y bajó las cejas—, pero lo verás después. Hoy se nota que no lo estás pasando bien.

—Gracias, señor.

— ¿Sacaste todo? —Harry lo miró sin entender a qué se estaba refiriendo—. Lo que dejé adentro de ti—siguió sin entender—. Deja la comida voy a revisarte.

— ¿Qué hará qué?

— ¡Que dejes esa maldita comida en algún sitio! —rápidamente hizo lo pedido, sin saber que haría el mayor—. Buen chico. 

Sacó un condón de su bolsillo, colocándolo en dos de sus dedos, para luego proseguir a introducirlos en el interior del menor, quien no dudó comenzar a llorar, haciéndose ideas absurdas.

El desconocido sacó muy a su pesar sus dedos, en verdad estaba irritada su entrada, pero le daba igual en ese momento. Ese chiquillo con su pequeña cola de conejo le daba demasiado morbo como para dejar pasar esa oportunidad.

— Te tengo dos opciones, pequeño Harry —el menor giró su rostro hacia él, esperando su respuesta—. Estoy muy emocionado a tal grado de que mis bolas están quemándome por dentro por querer estar aquí.

— No… otra vez no, por lo que más quiera no lo haga otra vez… todavía me sigue doliendo.

— Shh, las reglas las pongo yo —besó una de sus nalgas—. Te dejaré descansar esta noche, porque en verdad necesito que tengas muchas energías para mí después, ¿De acuerdo? —el chico no respondió, y lo único que recibió fue una nalgada.

— Entiendo, voy a dormir después de que se vaya —se bajó de la cama—. En uno de los platos hay pastillas, bebelas y recuerda que te estoy vigilando…. si no las tomas te daré un castigo que nunca vas a olvidar.

— L-Las voy a tomar —tartamudeó, sintiéndose más pequeño.

— ¿Cómo se dice?

— Gracias, señor.

El desconocido salió de la habitación y pudo quedarse en paz por un buen rato. Todo estaba tan tranquilo, comió todo lo que estaba en la bandeja y luego tomó las pastillas, las cuales le dieron mucho sueño y terminó por dormirse sin darse cuenta… soñando con algo que nunca se imaginó jamás.

<<— Harry ¿Has escuchado hablar acerca de BDSM? —le preguntó, alejando su plato de su alcance, y Harry imitó su acción ya que había comido menos de la mitad.

— Sí, pero muy poco, ¿Por qué? —se animó a preguntar.

— Porque a eso es que me dedico, para eso te indique que vieras esta noche aquí. Quiero experimentar algunas cosas contigo —Harry se levanta de la silla tan rápido haciendo que esta cayera al piso.

— E-Eso no, se lo suplico —dijo alejándose de Liam cuando este comenzó a caminar hacia él.

— Te dije que no me gusta que me nieguen las cosas, así que harás lo que yo te diga y cuando te lo diga —dio pasos firmes hacia Harry.

Harry por instinto se echó a correr como alma que lleva el Diablo hacia la puerta pero esta estaba cerrada con seguro sus nervios crecieron al sentir como era elevado del suelo y puesto en un hombro duro y fuerte de Liam.

— Ahora vas a recibir tu castigo por desobedecerme —alegó caminando hacia las escaleras.

— ¡No! ¡Déjeme! ¡Bajeme se lo suplico! ¡Me portaré bien! —gritó entrando en pánico evidente. Sus lágrimas salieron sin avisar, el mayor ni siquiera les hizo caso.

Entró a una habitación totalmente roja y Harry la reconoció al instante, era un cuarto de juegos y de castigos.

Colocó  Harry en el piso y le arrancó la ropa antes de que él pudiera decir algo, de todas formas sus nervios no lo dejaban ni siquiera decir una sola palabra estaba inmóvil en su lugar, Liam tomó unas tijeras que estaban en unas de las mesitas y prosiguió a cortar los pantalones junto con los bóxer dejándolo expuesto ante él.

Harry no decía nada, sus nervios y lágrimas no lo dejaban hablar estaba en shock en esos momentos. Chilló cuando Liam lo levantó otra vez del suelo y lo colocó en la cama negra de castigos que estaba allí. Liam lo puso boca abajo y amarró las manos y pies de Harry dejándolo indefenso.

— Esto te va a enseñar que conmigo nadie se mete, te dije que yo hago las cosas a las malas si no me hacen caso y como tú no me hiciste caso, te irá mal —explicó dándole un beso en la espalda y yendo hacia la izquierda donde estaba una serie de fustas de diferentes colores, látigos, bastones, palas, etc. En otra mesa había bolas chinas, vibradores, consoladores etc. Tomó una fusta de cuero negro y mediana.

Se acercó a Harry que estaba temblando bastante, pasó la fusta por su espalda y Harry tembló más, ya no estaba llorando, estaba hiperventilando.

— Ahora vas a conocerme, vas a contar hasta cinco azotes con esta fusta, por ser tu primer castigo no será tan malo, cada vez que lo hagas tienes que decirme Daddy, ¿entendiste? —masculló, cerca de su rostro y Harry asintió—. Pregunte que si, ¡¿Entendiste?! —gruñó gritando, cerca de su rostro.

— Si, Daddy — respondió, en susurro que hizo satisfacer a Liam.

— Así me gusta — dijo, colocándose detrás del.

El primer golpe.

— Uno, D-Daddy —mordiéndose el labio superior.

El segundo golpe fue mucho más fuerte que el anterior, ese fue su espalda baja.

— ¡Dos! ¡Daddy! — gritó, con mucha fuerza.

— Así me gusta, grita como una perra barata, que le encanta que le hagan esto — dijo, antes de darle otro golpe en su nalga derecha dejándola totalmente roja.

— Tres, Daddy —bajó su tono de voz.

— Vamos sé que puedes gritar más fuerte —mandó, dando otro golpe pero este fue enviado hacia su nalga izquierda.

— ¡Cuatro, Daddy! —gritó, con todas las fuerzas que le quedaban, que ya casi no quedaba.

El último fue el más doloroso de todos, este fue el que le hizo gritar de impotencia y de coraje, este último golpe fue directo a su espada completa y gran parte de sus nalgas.

— ¡Cinco, Daddy! — gritó, a todo pulmón.

— Así me gusta ¿Viste que no fue tan malo como creías? — desató sus manos y tomándolo en brazos para salir de allí y llevarlo a su habitación.>>

Cayó de golpe en el piso, sacándole un grito que pudo haberse escuchado por todo el lugar sino fuera porque era todo a prueba de ruidos. No entendió cómo pudo ser posible que haya tenido ese sueño tan vivido como nada, era como si él fuera la persona a la que le estaban haciendo todo eso.

Ya su cuerpo no dolía, pero sí tenía uno que otro malestar por todo. Ni siquiera podía caminar bien por el dolor de sus piernas. Esa mañana antes de salir, le rezó tanto a su Dios que pensó que este no lo estaba escuchando.

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