Inicio / Romance / Obligada a ser niñera / Prólogo: "Despegue Turbulento"
Obligada a ser niñera
Obligada a ser niñera
Por: HappyEnd
Prólogo: "Despegue Turbulento"

—Mamá, ya te lo dije, ¡serán tu familia, no la mía! —Arrojo mi maleta al maldito aparato de embarque como si fuera una granada. Vaya, qué decepción, ni siquiera explotó. Solo logré que media terminal nos mirara. Genial, justo lo que necesitaba. ¿Quieren un café también? ¿O prefieren palomitas para disfrutar mejor del espectáculo?

Mirna, perdón, mi "querida" madre, me fulmina con la mirada. Sus ojos brillan con esa mezcla de furia y decepción que ha perfeccionado a lo largo de los años.

—Eres mi hija, y ellos también serán tu familia.

—No los necesito. Acepté esto por ti, y lo sabes, Mirna. No estoy interesada —mis ojos ruedan tan fuerte que casi puedo ver mi cerebro.

—Si vuelves a llamarme así... —sus ojos se entrecierran peligrosamente. Oh, aquí viene—. Estarás castigada.

—¿En serio? Tenemos derecho a la libertad de expresión, Mirna, no puedes some... —las palabras se me atoran en la garganta cuando veo mi teléfono en sus manos. Mierd*.

—Si vuelves a llamarme de esa manera tan horrible, tiraré tu teléfono por el retrete del avión.

—¡En lugar de amenazar a tu hija, deberías quejarte con tu madre! No fue mi idea ponerte un nombre tan horrible. —Sí, echémosle la culpa a la abuela. Yo soy completamente inocente en todo esto.

—Si me gritas de nuevo, pasearás a Rudolf por un mes entero.

¿Está loca o qué? No, mejor no contestes eso. Respira, Sara, respira... Ella era la que quería a ese perro demoníaco. ¿Quién demonios cría a un mastín tibetano como si fuera un bebé? Rudolf es un monstruo peludo. Mis brazos aún duelen por tratar de aferrarme a esa farola mientras intentaba detenerlo para que no se comiera al pobre Manchitas, el gato de la señora Doty. Lo que obviamente fue imposible. Que Dios tenga en su gloria a ese felino; todavía tengo pesadillas con sus ojos llenos de desesperación grabados en mi mente. Desde ese día me prometí que no volvería a salir con él. ¡Así que no sueñes que yo seré su paseadora, ni borracha saldré con Rudolf nuevamente!

—¡Deja de amenazarme! Soy dos décadas más joven que tú.

—Bien, que sean dos meses entonces.

—Eres una dictadora.

—Corrección, soy tu madre.

—¡Tú! —Intento refutar sus palabras, pero mi cerebro decide hacer huelga en este preciso momento. Genial, Sara, muy elocuente.

—Tomaré tu silencio como que estás de acuerdo.

—¡No lo estoy! —Protesto, aunque sé que es inútil.

—El que calla otorga, cariño, así que mueve tu pequeño trasero o perderemos el avión.

Respira, Sara, respira. Recuerda, es ilegal matar a alguien, especialmente a tu madre. Y la condena se agrava por el vínculo familiar. No vale la pena pasar el resto de tu vida en prisión... ¿o sí?

—¡Sara!

—Estoy justo detrás de ti. Deja de gritar, mujer —mi voz suena cansada incluso para mí.

—Date prisa —se queja mientras le dedica una sonrisa apenada al jefe de embarque. Ah, por favor.

Me acerco a ella suavemente, inclinándome para susurrar:

—Madre, tu sonrisa hipócrita es aterradora.

Antes de que pueda alcanzarme, corro hacia la azafata, le entrego rápidamente mi boleto y huyo con toda la dignidad que puedo reunir hacia mi asiento.

Ventanilla número 4S. ¿Por qué S? Después de caminar por el maldito pasillo cinco veces, estoy haciendo todo lo posible para no romper la estúpida tarjeta de embarque y bajarme de esta lata voladora.

—¿Puedo ayudarte? —Una azafata me mira con una sonrisa demasiado brillante para ser real.

—Sí, por favor, dime dónde diablos está mi asiento.

—Necesito ver tu boleto para hacerlo.

—Oh, aquí tienes —bien hecho, Sara, ahora pareces aún más tonta de lo que ya eres.

—Señorita, su asiento está al otro lado de la cabina.

—¡Ja, ja, ja! Creo que estoy alucinando —me río hasta que me duele el estómago. El otro lado de la cabina es la clase VIP—. En serio, señora, ¿dónde está el maldito asiento?

—Señorita, su boleto pertenece a primera clase —ella saca una tableta de la nada. ¿Siempre tuvo esa cosa en la mano?—. Sara Masón, su boleto efectivamente pertenece a primera clase, no hay ningún error —sonríe dulcemente. Doy un paso atrás; esta mujer da tanto miedo como mi madre—. Te acompañaré.

Antes de que pueda negarme, soy arrastrada (tos, tos, quiero decir "amablemente escoltada") a primera clase por la azafata robot, digo extremadamente cordial.

Qué mundo tan extraño es este. La zona VIP es otro planeta, definitivamente. Los asientos parecen sillones de ricos.

—¿No faltan pasajeros? —pregunto, mirando alrededor con sospecha.

—Hasta que llegas, Sara.

La voz de mi madre me saca de mi trance, muy irreal.

—¿Mamá? Si estás aquí... Entonces, ¿no es un error que estemos aquí?

—Señorita, nos asignaron para servirle... —la azafata robot interrumpe con su sonrisa perfecta—. Ustedes son nuestras únicas pasajeras en este lado del avión. El Sr. Harper reservó esta área para que se sientan cómodas.

Ah, claro. El Sr. Harper. El nuevo marido rico de mamá. ¿Cómo pude olvidarlo?

—Le dije a Donovan que no era necesario que hiciera esto —mi madre suspira, toda conmovida y sonrojada como una colegiala.

Entonces, fue su esposo rico. Qué sorpresa.

—Tiene mucha suerte, señora —dice la azafata halagadoramente.

—Lo sé, mi esposo es muy especial. Soy una mujer muy afortunada...

Soportando la incómoda conversación, levanto la mano como si estuviera en clase para llamar la atención de ambas mujeres, que actúan como adolescentes.

—Mamá, ¿dónde estás sentada?

—Al lado del minibar —responde mi madre mientras se sonroja aún más. ¿Es eso posible?

—Entonces... me sentaré allí —señalo el asiento más lejano que me puedo permitir.

—¿No está un poco lejos? —la azafata parece desconcertada. ¿En serio?

—Ese es el punto. Soporte usted sola a esta mujer —me encojo de hombros, sin una pizca de remordimiento.

—¡Sara!

—Quiero dormir, madre. ¿O planeas presentarme a tu esposo y tu nuevo hijo con un humor de perros?

—Pensándolo bien, descansa, cariño. Mamá se encargará de despertarte.

—Siempre tan considerada, Clarice —mi sarcasmo podría cortar diamantes en este momento.

La azafata, sintiendo la tensión, decide cambiar de tema.

—Señora, su anillo es asombroso. ¿Cuántos quilates tiene?

—No sé, pero me encanta —mi madre gira la mano como si fuera una estrella de cine, permitiendo que sea apreciado con más detalle.

—Sí, es muy...

No puedo soportarlo más. Me pongo los auriculares, bloqueando su conversación y el mundo entero.

Aprieto las palmas de mis manos con fuerza, intentando mantener la calma. Yo apoyo la felicidad de Mirna de forma sincera. Aún así, mi mirada se desplaza hacia el pequeño anillo de plata en mi dedo. Sin piedras, probablemente sin valor para la mayoría. Pero para mí, es todo un mundo.

—Papá, te extraño —susurro, acariciando el metal doblado—. Yo realmente amo el anillo que le regalaste a mamá...

Lamento que estés doblado, no era mi intención que el auto de mamá te pasara por encima. Pero sigue siendo el anillo más lindo del mundo.

—Ella antes también te amaba, pero ahora debe usar el anillo que le entregó su nuevo esposo. ¿Ella podrá volver a ser feliz? ¿Eso es lo correcto? —Suspiro, mientras mi cuerpo se desliza por el asiento.

No creo que sea una buena idea mudarnos a la casa de este hombre antes de su matrimonio, pero no hay otra alternativa. No puedo dejarla sola, debo asegurarme que esté bien, tengo que cuidarla. A veces da más problemas que una adolescente.

—Papá, tu bebé creció para cuidar a su estúpida madre —cierro los ojos, sintiendo el peso del mundo sobre mis hombros.

¿Por qué no me llevaste contigo? El rugido de los motores ahoga mis pensamientos mientras el avión despega. ¿Por qué no soy un pájaro que visita las turbinas antes de despegar? ¡Qué mundo injusto!

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP