Capítulo 4

Los ruidos molestos cesaron, logro divisar una roca comoda, cierro los ojos recostandome.

Por fin, paz mental o eso creó hasta que escucho un extraño sonido, eran como pisadas demasiados ligeras, como si los hiciera un gato, y estaba acercándose lentamente a mí. Incomoda, sujeto mi bolsa, si alguien intenta pasarse de listo lo golpeare.

"¿Sara?"

 Abro mis ojos.  "¿Quinlan?"

"Aquí estás." sujeta su pecho y se relaja. "Lamento lo que pasó. Mi novia, por lo general es muy celosa".  Se rasca la cabeza.  "No pensé que ella arrojaría el jugo... sobre tu cabeza".

Me mira y se congela por unos segundos.  Sintiéndome incómoda, trato de poner mis manos en mi sudadera, pero... abro mucho los ojos.  Me quité la sudadera porque estaba mojada y hacía mucho frío, y al bajar la mirada, veo mi estómago expuesto, dejando al descubierto dos pajaritos que vuelan en medio de una rosa llena de espinas, sin poder alcanzar la flor

Trato sin éxito de cubrirme con mis manos, porque son tan pequeñas que es un fracaso.

 "¿Eso es un tatuaje?"  Lo escucho tragar saliva.

 "¿Podrías mantenerlo en secreto? No era mi plan vestirme así, pero el idiota tenía tanta prisa que... bueno, verás, es algo importante para mí, y no me gusta que la gente sepa  al respecto".

 "Entonces, ¿por qué un tatuaje?"  pregunta, sentándose a mi lado.

 Trato de alejarme, sintiendo calor en mis hombros.  Quinlan colocó su chaqueta sobre mí.

 "Gracias."

 "Si quieres agradecerme, responde la pregunta". Me alienta con una pequeña sonrisa, malditos hoyuelos, sok demasiados tiernos.

Un olor delicioso entra en mi nariz y una brisa fresca roza suavemente mi rostro.  Su colonia me recuerda a papá.

 "¿Sara?"

 Avergonzada, me palmeo la cara.  Mis mejillas están ardiendo.

 "Estaba pensando en las palabras correctas para responder".

Él no responde extira sus piernas, que son más largas que las mías.

El silencio que surge es muy cómodo, y mi cuerpo tenso se relaja.

"Cuando cumplí cinco años, mi padre tuvo un accidente. Estuvo en coma hasta que cumplí diez, y, él un día antes de ello fallecióDurante cuatro años, deseé que despertara. Estaba seguro de que después de  Soplé la vela de mi décimo cumpleaños, finalmente abriría los ojos, pero no sucedió. A las pocas semanas, mi madre y yo caímos en una profunda depresión. Yo fui la primera en recuperarse, con mi apoyó ella salió adelanté. 

Comprendí que el amor es un camino de rosas con espinas que debemos transitar con valentía. Esta rosa representa el amor por mi padre, y esos pájaros representan a mi madre y a mí. Tratamos de llegar a la rosa, pero las espinas de la vida nos impidieron que la alcancemos. Este fue un regalo de mi abuela cuando cumplí doce años. Mi madre no lo sabe. "

Quinlan se acerca y acaricia mi mejilla, con un pañuelo. "No debí haber preguntado. Lo siento por mi falta de tacto... No llores, Sara".

Con mis manos trato de cubrir mi rostro mientras veo las lágrimas humedeciendo mis shorts, estoy tratando de no sollozar.  Te prometí que ya no estaría triste, que iba a recordarte con alegría, papá.

 "No estoy llorando, estoy bien". Murmuró mientras intento convencerme a mi misma de ello. Quinlan está completamente confundido, y su expresión de desconcierto dura unos segundos hasta que logra relajarse.  Probablemente entendió que no es un secreto facil de compartir.  Realmente no sé por qué le conté esto.  

No importa quién fuera yo no respondería esa pregunta, no es facil tener este tipo de secreto y que sea descubierto por otra persona, sobre todo si se conocen hace menos de 24 horas. 

Yo ahora me siento extremadamente avergonzada, ¿Esto es el llamado impulso de idiotez? ¿Mi cerebro se daño? ¿Esto es por compartir la tarde con Eliot y todos sus secuaces sin cerebros? ¿Por qué confiar en el mejor amigo de mi archienemigo? Mi madre me matará si se entera.  "Solo, no te rías de mí".

Genial, continuó diciendo tonterías.  quiero volver a llorar. 

"¿Por qué me reiría de ti? ¿Crees que soy como ellos? Está mal juzgar a las personas por su apariencia o amigos, Sara".  Su rostro refleja una pizca de... ¿dolor?  "No importa cuánto me disguste una persona, todavía trato de cuidarla incondicionalmente y ser cordial. Sé lo difícil que es estar solo."

"Lo lamento", susurro incómoda.

"No tienes que ser tan cautelosa conmigo, Sara. Así como me diste un voto de confianza, yo haré lo mismo por ti".  Quinlan se quita la camisa, revelando un impresionante six pack, trago saliva involuntariamente, el tira de su pantalón.  Cierro automáticamente los ojos y los cubro con las manos.  Después de ver ese cuerpo esculpido, dudo de mí misma.  Necesito asegurarme de que no veo nada más. "¡Ja, ja, ja eres muy divertida! Abre los ojos, Sara, confía en mí. Te prometo que no te mostraré nada inapropiado".

"¿Estás seguro?"

 "El resultado depende de la perspectiva de cada persona, como la diferencia entre la vulgaridad y el arte, que varía de persona a persona... ¿Qué opinas?"

 "Es un dibujo muy bonito. ¿Eres tú?... Perdón, no quise tocarte, yo..."

 "¡Jaja, lo sé! Eres la primera persona en decir que es agradable. La gente suele decir que me estafaron".

"¿Es este tu secreto? Si mucha gente lo sabe, ¿sigue siendo un secreto?"

 "No, mi secreto es la historia detrás de él. Este fue el último regalo de mi hermano".

 "Él...?"

 "Murió cuando cumplió seis años. Tenía cáncer. Todavía mantenemos su habitación intacta".

 "La habitación de mi padre tampoco ha sido tocada".  ¿El cielo es gris hoy?  "¿Es tu turno de llorar ahora?"

 Los ojos de Quinlan están rojos y le desordeno el cabello.

 "¿Todavía te duele, Sara?"

Asiento con la cabeza.  "Siempre duele, pero poco a poco aprendemos a soportarlo. Este dolor es un recordatorio de que él existió".

 "¿Eres una poeta?"

 "No, pero mis calificaciones en literatura son excelentes".

 "Oh, ¿así que eres una niña prodigio?"

"Me esfuerzo más que las personas promedio. Desde que era pequeña, he estado pensando en ir a la universidad".

 "¿No sueles divertirte?"  pregunta, levantando y bajando las cejas.

 "Yo no", respondo, acostándome en el suelo.  "Normalmente no confío en las personas y no hablo con ellas. Honestamente, no sé por qué confié en ti".

 "Yo tampoco entiendo cómo hablé de esto contigo. Nadie más lo sabe, ni mis padres, ni Eliot, ni Tamara, solo tú".

 Cierro la distancia casi inexistente con Quinlan.  No pude evitar acariciar suavemente su espalda y darle una palmadita tierna.  No es fácil ser vulnerable frente a otra persona.

Su nariz se contrajo tres veces rápidamente, como si hubiera lágrimas que no deberían salir.  Sus delgados labios se torcieron levemente, como si quisiera decir algo, pero finalmente abrazó mi cintura y, como un niño pequeño, se escondió.  No sé cuánto tiempo tembló, pero no lo solté.

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